Hace quince días que la vila de Gràcia está en manos del Banc Expropiat y de los Mossos d'Esquadra. Durante las últimas dos semanas se ha vivido con un constante interrogante en el barrio sin saber si una noche más habría disturbios, si la manifestación convocada acabaría con una reocupación del banco, si la cacerolada acabaría a golpe de porra y sin saber hasta cuándo se alargará el tira y afloja donde hay implicados los okupas del Banc Expropiat, la guerrilla urbana que ocasionó los incidentes más graves, los Mossos d'Esquadra encargados de la seguridad ciudadana, el Ayuntamiento de Barcelona, los vecinos, los comerciantes, los espontáneos que se han apuntado día sí día no a las convocatorias reivindicativas y la prensa, que lo tiene que seguir todo, tiene que esquivar las cargas y los lanzamientos de objetos voladores y las críticas y ataques de algunos activistas.

La CUP y CDC se han añadido al debate politizado de lo que no deja de ser un desalojo aplazado el año 2014 por la presión de los hechos de can Vies y la sombra de las elecciones municipales del año pasado. 

La amenaza de desalojo era conocida por todos. Los okupas del Banc Expropiat sabían que se tenían que marchar y que había una fecha límite. Sabían que la primera fecha de diciembre del 2014 se había aplazado, pero también sabían que el juez había ordenado vaciar el Banc Expropiat y que la fecha límite era a finales de junio. 

Los Mossos irrumpen en el Banc el lunes 23 de mayo, un año después de las elecciones municipales, y por lo tanto en las vigilias de que Ada Colau celebre los primeros doce meses como vencedora de unas elecciones que la proclamaron alcaldesa. 

La reacción de los okupas es idéntica a la de can Vies: dos de ellos se encierran en la caja fuerte de la antigua sede de Catalunya Caixa con las manos dentro de dos bidones llenos de cemento. Después, por la tarde, manifestación. Y cuando cae el sol, disturbios, los más graves en Barcelona de los últimos dos años. Pero la reivindicación se alarga y pierden el seguimiento esperado para aguantar la resistencia

Disturbios y policía

El foco se centra en los incidentes, en la actuación policial. El barrio vive dos noches más de incidentes, la del 24 de mayo donde se reabre la puerta con una radial que prefora el acero que la blinda. Y la del 25, con incidentes simultáneos en diferentes puntos del barrio. La cacerolada del día 26 rebaja tres noches de incidentes, pero no la tensión en el barrio, que continúa en alerta. 

La primera noche tranquila en Gràcia es el del viernes 27, justamente el día que sale la sentencia del caso Ester Quintana que absuelve a los dos mossos acusados. Se esperan incidentes, pero no es hasta el domingo 29 de mayo que el Banc Expropiat no convoca nuevas movilizaciones. Se espera un día de reivindicaciones, de rodear el banco y de posibles disturbios. Pero la jornada acaba con algunas cargas por la mañana en la misma línea policial que blinda todos los accesos al banco y por la tarde la manifestación se desinfla. Y hasta al cabo de una semana no hay réplica. El sábado, 4 de junio, a plena luz del día, 5 okupas hacen un agujero al lado de la puerta y entran en el Banc Expropiat. Eso hace tener a los Mossos d'Esquadra de nuevo blindando el local, tiendas cerradas y tensión en el barrio un sábado soleado. Lo que hace que crezcan las críticas y el malestar de comerciantes y vecinos.

Los incidentes de los primeros días y las continúas convocatorias a través de las redes sociales del Banc Expropiat hacen mantener a los Mossos d'Esquadra en guardia que han llegado a tener un agente por manifestante algún día y encapsular a 100 activistas que venían de hacer el escarnio al propietario del local del Banc Expropiat Manuel Bravo Solano. 

Los Mossos avisaron el primer día, de que no rebajarían la guardia, al director general de la policía, Albert Batlle en el Parlament mostró mano firme contra la guerrilla urbana y el conseller de Interior, Jordi Jané ha anunciado detenciones. De hecho, sólo se ha detenido a dos personas por los incidentes en Gràcia. La policía está tratando de identificar a los que provocaron los disturbios para hacer las detenciones, como también pasó con can Vies. 

Negociación y solución

Los okupas no quieren negociar. Quieren volver al banco. Lo dicen claro en las redes sociales, con comunicados y con los actos reivindicativos que buscan la sorpresa de seguidores y detractores. La primera semana de conflicto, el Ayuntamiento propone que las entidades vecinales hagan de mediadores. Como ya pasó en can Vies. Pero el acuerdo no llega. Hasta una semana más tarde del inicio del conflicto el concejal del distrito de Gràcia, Eloi Badia, no explica que se intenta negociar y también encontrar una solución. Y estalla otra polémica: la compra o no del local.

El propietario pide más de 500.000 euros. El Ayuntamiento no ve asumible el precio para proponer la compra del local a las entidades con el aval del consistorio. Y mientras Eloi Badia explica la situación y Laia Ortiz confirma que se estudia comprar el Banc Expropiat, Ada Colau la desautoriza y dice que lo descartan. 

La negociación está en un punto muerto, a pesar de la reunión de entidades vecinales jueves 26 de mayo y la propuesta del Ayuntamiento de reubicar las actividades del Banc Expropiat en un local municipal.

Comerciantes y vecinos

Durante 15 días, sin tregua los fines de semana, los comerciantes y vecinos de Gràcia ven cómo se tienen que encerrar en casa, aparcar lejos los coches y motos y cerrar las tiendas. Aunque los okupas del Banc Expropiat aseguran tener el apoyo del barrio, los comerciantes dicen que les han caído las ventas un 80% y los vecinos no acaban de añadirse a las convocatorias. Ni tan sólo a la cacerolada, donde algunos tiran objetos contra los manifestantes. 

La presencia policial constante en el barrio, con el helicóptero sobrevolando la vila molesta, también, a los vecinos. La alcaldesa pide un primer momento proporcionalidad en las intervenciones policiales, pero después se pone al lado de los Mossos porque, dice, "los incidentes se tienen que acabar". La polémica deriva en un plan de ayudas para el comercio afectado por los disturbios. 

Trias y la fiscal

El jueves 26 de mayo la Fiscalía entra en juego. Investiga al exalcalde Xavier Trias por haber pagado el alquiler del denominado Banc Expropiat de Gràcia a la empresa propietaria del local. El escrito de la Fiscalía acusa Trias de un presunto delito de malversación de fondos públicos y dice que el exalcalde firmó el contrato de alquiler de 65.500 euros para evitar el desalojo y posibles disturbios. 

El gobierno de Ada Colau no ha renovado el contrato de alquiler firmado seis meses antes de las elecciones por Xavier Trias, que acababa de salir del conflicto de can Vies. 

La foto y la canción

La segunda noche después del desalojo nos deja una imagen compartida por simpatizantes del Banc Expropiat y detractores. La vecina de Gràcia cogida a la señal que habla con una antidisturbios, que pudo captar el fotógrafo de El Nacional Sergi Alcàzar. La foto se hace viral y acaba representando el movimiento en Gràcia estos últimos 15 días. 

Maria Lluïsa Bueno Carol bajó a chismorrear y a ver quién empezaba los disturbios y acabó siendo un icono de los hechos de Gràcia, con un perfil de Twitter fake con la foto viral:

En el ecuador de estos 15 días surgió el hit de la lucha por el Banc Expropiat. Una canción que corre por la red y que los okupas pusieron delante de las oficinas de Manuel Bravo Solano el jueves, 2 de junio, cuando hicieron el escarnio. Es la canción del Banc Expropiat. Una nueva acción reivindicativa-festiva que los activistas grabaron para difundir su lucha y que se difundió por las redes. El Nacional tuvo acceso al hit musical que hicieron los okupas y que quiere ser emblema de su lucha y reivindicación.