¿Qué nos explica el nuevo caso de canibalismo de hace unos 5.700 años encontrado en Atapuerca? El hecho es que un equipo multidisciplinar de investigadores liderados por la doctora Palmira Saladié, del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) y la Universitat Rovira i Virgili (URV), ha documentado un nuevo episodio de canibalismo humano entre las comunidades neolíticas locales en la cueva de El Mirador, en los yacimientos de la sierra de Atapuerca (Burgos). El acontecimiento tuvo lugar en el neolítico final, seguramente por conflictos entre grupos, pero sin que se hayan detectado indicios relacionados con ceremonias o rituales.

Trabajos de excavación arqueológica en el yacimiento de El Mirador / Maria D. Guillén - IPHES-CERCA

Estas son las principales conclusiones del estudio publicado en la revista Scientific Reports este jueves, que ha permitido documentar un episodio de violencia entre grupos ganaderos del neolítico que derivó en un caso de canibalismo y que, muy probablemente, enfrentó grupos vecinos o locales con otros recién llegados. "El canibalismo es una de las conductas más complejas de interpretar, a causa de la misma dificultad que implica el consumo de seres humanos por parte de otros seres humanos y que muchas veces no contamos con todas las evidencias necesarias para vincularlo con un contexto conductual específico", ha indicado Saladié, que también ha hecho referencia a los prejuicios de la sociedad actual y su tendencia a interpretar este tipo de conductas como un acto de barbarie.

Fémur humano infantil encontrado en El Mirador, con golpes para la extracción de médula ósea / IPHES-CERCA

Acción violenta para eliminar a un grupo familiar

Los restos encontrados corresponden a al menos once individuos, incluidos niños, adolescentes y adultos, que fueron despellejados, descarnados, desarticulados, fracturados, cocinados y, finalmente, consumidos, según las evidencias identificadas en los huesos. Proceden de dos sectores de la cueva y se han conservado en un estado "excepcional", con marcas de corte, fracturas para acceder a la médula, cocinado e, incluso, señales de dientes humanas, según el análisis tafonómico. Por otra parte, el análisis isotópico de estroncio (87Sr/86Sr) ha revelado que todos los individuos consumidos eran de origen local y que fueron devorados en un espacio de tiempo muy breve, quizás unos días. La datación de radiocarbono ha situado el episodio en un momento "muy concreto": hace entre 5.700 y 5.570 años, en una fase final de ocupación neolítica de la cueva, justo antes de que el espacio cambiara de uso y fuese utilizado como cueva sepulcral.

 

"No estamos ante una tradición funeraria ni ante una respuesta a un hambre extrema", ha explicado Francesc Marginedas, investigador del IPHES, que ha añadido que las evidencias apuntan en una posible acción violenta, dado el corto espacio de tiempo en el cual pasó todo, posiblemente entre comunidades campesinas en conflicto. Así pues, todo apunta a un enfrentamiento intergrupal, con la eliminación de un grupo familiar completo y el posterior consumo de las víctimas. El investigador Antonio Rodríguez-Hidalgo, del Instituto de Arqueología de Mérida, ha señalado que "el conflicto y el desarrollo de estrategias para evitarlo son parte de la naturaleza humana". "La etnografía y la arqueología nos enseñan que, todavía en sociedades escasamente estratificadas, hay episodios de violencia donde además se procede al consumo de los enemigos como forma de eliminación extrema", ha dicho.

Fragmentos de huesos de las extremidades canibalizadas de El Mirador / IPHES-CERCA

Canibalismo: mucha carga simbólica

Además, los investigadores han relacionado el episodio con otras masacres del neolítico europeo, como las de Talheim (Alemania) o Els Trocs (Huesca), aunque el caso de El Mirador constituye la evidencia del consumo sistemático de las víctimas. Un comportamiento similar y de la misma época en los cuales se ha vinculado la violencia entre grupos y el canibalismo se ha descrito también en yacimientos como la Cueva de Fontbrégoua en Francia o en Herxheim (Alemania). El estudio amplía los hallazgos hechos en la misma cueva de El Mirador, donde ya se había documentado otro caso de canibalismo, aunque más reciente —en la edad del bronce, hace entre 4.600 y 4.100 años—, pero ahora ha quedado demostrado que estas prácticas ya existían en el neolítico final.

Maxilar humano canibalizado de la cueva de El Mirador / IPHES-CERCA

En declaraciones en Efe, Saladié ha destacado la relevancia del hallazgo para enmarcarse en un momento temporal (el final del neolítico) en el cual se desconocía que existiera el canibalismo, y corroborar así que es una conducta "mucho más común de lo que habíamos pensado". Respecto a la falta de evidencias de rituales o ceremonias, la investigadora ha considerado que "es difícil pensar que no hubiera". Así, la arqueología, la paleontología y la etnología demuestran que el canibalismo siempre ha existido y "siempre ha tenido una carga simbólica muy profunda", aunque no deje señales "visibles o legibles" para los investigadores. Finalmente, ha pedido contextualizar cualquier episodio de canibalismo en su momento histórico y cultural, y no reducirlo siempre a un acto de barbarie: "Algunos actos de canibalismo se pueden llevar a cabo por sentimientos tan buenos como el amor o la piedad (como comerse un familiar por compasión o para adquirir sus propiedades), otros por puro desprecio (comerse un enemigo para reducirlo a heces), o como un ejercicio de supervivencia".
 

Imagen principal: marcas de corte en un hueso del pie de El Mirador / IPHES-CERCA