Los matinales de las dos cadenas de mayor audiencia de España, Antena 3 y Telecinco (foto), han tratado el caso de violación de La Manada con un sesgo machista que se manifiesta en "prácticas cuestionables". En Espejo público (A3) y El programa de Ana Rosa (T5) han revictimizado a la víctima, han mostrado el predominio del relato de la defensa y del entorno de los agresores; han relacionado la violación en grupo con fiestas sexuales y han vendido un discurso que excusa a los agresores, se apunta que las mujeres no se resisten lo suficiente a la violación o que incluso la disfrutan.

Son las conclusiones, en un párrafo, del informe "La cobertura mediática del caso de La Manada", elaborado por Susana Pérez Soler para Media.cat, la entidad de control de los medios del Grup de Periodistes Ramon Barnils. El informe estudia los matinales de televisión más vistos en Catalunya en los momentos más destacados del juicio (13 al 17 de noviembre del 2017) y de la sentencia del caso (24 al 27 de abril del 2018).

Además de los mencionados programas se estuda también Els matins de TV3, cuya cobertura "no es comparable" con los otros dos, en los que mejora.

"Espectacularización"

Desde el momento que estalló el caso, explica Pérez, "el debate mediático se centró en la víctima". Pone el ejemplo del informe encargado por la defensa de La Manada a unos detectives privados para cuestionar el relato de la mujer en que se quería demostrar que llevaba "una vida normal" tras los hechos, como si no le hubieran afectado. "Las televisiones pusieron en marcha el engranaje de la espectacularización y dedicaron horas de programa a debatir si era pertinente la aceptación de esta prueba [un informe]".

El tono de la cobertura de aquellos primeros días se ejemplifica con varios momentos. El 24 de noviembre de 2017, Espejo público, el matinal conducido por Susanna Griso, invitó a la abogada y presidenta del Partido Feminista, Lidia Falcón, para debatir con el psiquiatra forense José Carlos Fuertes, un tertuliano habitual. "La conversación fue subiendo de tono", recuerda el informe, "y Falcón apeló al sentido común: 'Mire, pensar que a una mujer de 18 años lo que le gusta es tener relaciones sexuales con cinco hombres en un portal tirada en el suelo...'. Fuertes contraatacó con el argumento siguiente: 'Como médico psiquiatra, yo he visto trastornos de la personalidad muy complejos...'". Y así todo.

El informe indica que, en general, los contenidos de los matinales de T5 y A3 ponían "el foco sobre la víctima y no sobre los verdugos", de manera que condicionaba a la opinión pública, que "no juzgaba con buenos ojos que la joven hubiera acompañado a los hombres al hotel, y establecía una relación causal entre este hecho y el sexo consentido", según Pérez.

Desautorizar a la víctima

Un hecho relevante que destaca el informe es que "la voz más escuchada (no la única, por supuesto) fue la del abogado de cuatro de los cinco acusados, Agustín Martínez Becerra. Pisó la mayoría de platós de televisión durante el juicio, acaparando horas de pantalla para defender a sus clientes y desautorizar a la víctima de la agresión".

La autora cuestiona "la excesiva visibilidad" del abogado, que "reivindicaba una vez y otra la existencia de consentimiento sexual y tildaba los hechos de simple "orgía" y "sexo poco elegante", al mismo tiempo que agitaba los estereotipos de género y el mito de la denuncia falsifica".

El programa de Ana Rosa y Espejo público, son competidores directos y feroces en la misma franja horaria. Uno y otro "presumían de que habían dado en exclusiva las declaraciones de los agresores durante el juicio", recuerda el informe, que atribuye a esta espiral la degradación de la cobertura del caso. Uno y otro se emulaban e iban por la vía fácil: el entorno de los acusados estaba disponible, mientras el de la víctima, lógicamente, no.

La parte más aguda del informe se refiere a la cobertura una vez se conoce la sentencia y la reacción indignada de tanta gente que salió a la calle al saber que los acusados habían sido condenados por abusos y no por agresión sexual.

La editorial de Ana Rosa [Quintana] del día de la sentencia "nos lleva a pensar que alguna cosa cambia", pero no. Aunque los discursos de los programas de televisión estaban de parte de la víctima y en contra de la sentencia, las narrativas sobre la agresión sexual seguían siendo las mismas. Se creaba confusión con respecto a las violaciones y se daba voz a los familiares y amigos de los agresores que los exculpaban de sus actos", afirma el informe. "Los matinales se dedicaban a construir relatos sobre unos chicos de barrio con diferentes denuncias por agresiones sexuales, riñas y robos, en lugar de limitarse a informar sobre los hechos".

Blanquear a los agresores

Además, "se abría una nueva línea argumental a la hora de informar sobre el terror sexual: algunos de los tertulianos ponían sobre la mesa que los agresores no eran conscientes de lo que estaban haciendo". Se abre "una nueva rendija para blanquear a los agresores. Algunos opinadores aseguran que muchos hombres no saben discernir entre sexo consentido y lo que no lo es", argumento que se basa en "la presencia de profesionales, como abogados, juristas o forenses, que bajo la pátina de la objetividad cuelan sus creencias y percepciones, que son, por definición, subjetivas".

El mensaje que se envía entrevistando a amigos, familiares y vecinos de los acusados es que los hombres eran buenos y que la joven se lo había inventado todo, según Pérez. "En las mesas de análisis se cuestiona y desacredita este relato, pero el enfoque de los matinales es mostrar cómo son los agresores".

El informe denuncia que durante la cobertura del caso de La Manada no se siguieron las recomendaciones para abordar la violencia de género (PDF) publicadas el año 2009 por el Consell de l'Audiovisual de Catalunya, como evitar recoger testimonios de vecinos y familiares si no tienen datos concretos y aprovechables, o evitar el sensacionalismo y el dramatismo, tanto con respecto a la forma como al contenido". La cobertura también se aleja de los códigos deontológicos del periodismo y de la Ley integral contra la violencia de género de 2004.

"La paradoja radica", concluye el informe, "en el hecho de que al mismo tiempo que los programas criticaban la sentencia por el hecho de ser demasiado tenue, porque condena a los agresores por abuso y no por agresión sexual, la cobertura del caso seguía teniendo una mirada machista: se expone la vida de la víctima, el argumento de la defensa sigue dominando el espacio mediático y los desplazamientos [en el barrio donde vivían los acusados] para denigrar a la víctima y exculpar a los agresores se multiplican".