El Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), en el escrito presentado este lunes ante los juzgados, ha incluido dos informes que alertan que el movimiento de estas obras románicas supondría “un riesgo de daños irreparable”. Los dos expedientes encargados por el MNAC refuerzan la tesis de que el traslado de las pinturas de la sala capitular de Sijena es una operación de altísimo riesgo. Tanto el estudio de la Dra. Simona Sajeva, directora del estudio de Ingeniería aplicada a la conservación Interfaces y experta mundial del ámbito, como el dictamen del Centro Internacional de Estudios de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (ICCROM), coinciden en señalar la fragilidad extrema de las obras y reclaman una planificación científica exhaustiva antes de cualquier movimiento.

El informe de Sajeva revisa las conclusiones que ella misma firmó en el 2016 y constata que los argumentos de entonces continúan plenamente vigentes. Después de una nueva inspección al MNAC y de una visita al monasterio aragonés, la experta certifica que “se confirma el estado de fragilidad estructural generalizada de la película pictórica” y que cualquier traslado podría tener consecuencias irreversibles. A pesar de las obras de restauración en Sijena, el documento alerta de que todavía hay presencia de eflorescencias salinas y restos de cemento en las estructuras que son incompatibles con una posible recolocación directa de las pinturas, que las podrían afectar gravemente”. Además, insiste en que no hay bastantes datos ambientales recogidos para garantizar que la sala capitular pueda acoger las obras con seguridad ni ningún plan para una posible futura reinstalación: “En ausencia de esta información, no es posible emitir una valoración fundada sobre la idoneidad real del lugar para albergar las pinturas murales”.

El diagnóstico del ICCROM, elaborado por la conservadora Alison Heritage, coincide plenamente con este criterio. El texto define las pinturas como “alteradas, frágiles y reactivas” y afirma que su historia —marcada por el incendio de 1936, el arrancamiento y las intervenciones posteriores— las hace “especialmente vulnerables a las perturbaciones físicas y a los cambios ambientales”. El informe destaca que en el MNAC se mantienen estables gracias al control climático implantado desde 1992, pero que el simple desmontaje y transporte supondría riesgos evidentes, como vibraciones, golpes o la exposición a cambios de temperatura y humedad.

 

Dudas sobre el lugar donde se instalarían

El dictamen internacional también apunta incógnitas importantes sobre la sala capitular de Sijena del Real Monasterio de Santa Maria, donde se han detectado signos de deterioro de la piedra y presencia de sales solubles: “Incluso si se instalan los paneles separados de la mampostería, si la superficie de la piedra se sigue deteriorando, eso podría depositar residuos cargados de sal en la parte posterior de los paneles, lo cual permitiría la entrada de sal en las pinturas”. Además, el informe afirma que desde que las pinturas están en el MNAC, hay muy pocos indicios de deterioro y las pinturas están en condiciones estables.

Heritage insiste en que cualquier decisión se tiene que basar en los estándares éticos y científicos internacionales y cita los convenios de la UNESCO y del Consejo de Europa, así como el Código de Ética del ICOM: “Se recomienda encarecidamente realizar una evaluación exhaustiva de los riesgos sobre la base de los valores existentes antes de emprender cualquier acción relacionada con la reubicación”. El informe propone aplicar el Método ABC de gestión de riesgos y estudiar con rigor tres escenarios: mantener las pinturas en el MNAC, trasladarlas y reinstalarlas, o conservarlas a largo plazo en Sijena.

Los dos documentos coinciden en alertar que la fragilidad de las obras y las incertidumbres sobre el futuro emplazamiento convierten el traslado en una operación de alta complejidad patrimonial. Sin una estrategia científica y preventiva —basada en datos ambientales, estudios técnicos y garantías de seguridad—, cualquier movimiento podría poner en peligro irreparable uno de los conjuntos más importantes de pintura mural medieval de la península.