La etiqueta high protein se ha convertido en sinónimo de salud y fuerza en ojos del consumidor. Desde panes y yogures hasta palomitas o incluso agua con proteína, los supermercados se llenan de productos enriquecidos que prometen mejorar la musculatura, la energía o incluso el aspecto físico. Pero varios expertos en nutrición coinciden en advertir: para la gran mayoría de la población, esta moda no solo es innecesaria, sino que puede ser contraproducente.
Según los dietistas consultados tanto por La Vanguardia como por CNN, en una dieta variada y equilibrada ya se cubren de sobra las necesidades de proteínas. Para una persona adulta, la cantidad recomendada es de entre 0,8 y 1 gramo de proteína por kilo de peso al día. Superar este umbral no aporta beneficios adicionales. "Somos proteína, pero no hace falta tanta como nos quieren hacer creer. El cuerpo no almacena el exceso: lo elimina por la orina o lo transforma en grasa", explica la nutricionista Michelle Cardel, a la CNN.
El problema se agrava porque muchos de estos productos supuestamente saludables son, en realidad, ultraprocesados. Según el dietista Juan Revenga, en La Vanguardia, el 95% de los alimentos que llevan la etiqueta high protein pertenecen a esta categoría. Eso quiere decir que, además de proteína, pueden contener cantidades elevadas de grasas añadidas, azúcares y aditivos, empobreciendo la calidad global de la dieta.
¿Qué pasa si tienes un exceso de proteína?
Otro riesgo es la descompensación entre proteína y fibra. El exceso de proteína, especialmente si no se acompaña de alimentos ricos en fibra, puede causar estreñimiento, problemas digestivos y un desequilibrio en la microbiota intestinal. De hecho, más del 90% de la población de los Estados Unidos no llega a la ingesta recomendada de fibra, según datos oficiales.
Los nutricionistas insisten en que, para cubrir las necesidades de proteína, no hay que recurrir a yogures caros ni a snacks con marketing agresivo. Alimentos como las legumbres, los huevos, el pescado, la carne blanca o los frutos secos ya aportan proteínas de alta calidad. En el caso de las legumbres, por ejemplo, se pueden obtener hasta 35 gramos de proteína por 100 gramos en crudo, más que en muchas carnes.
La clave, según los expertos, es mantener una dieta variada, con alimentos reales y mínimamente procesados. "El mensaje es sencillo: no hay que obsesionarse con las proteínas si comes bien y te mueves regularmente", resume Cardel, que propone la regla del 30/30/30: 30 gramos de proteína por comida, 30 gramos de fibra al día y 30 minutos de actividad física.
En definitiva, el boom de los productos enriquecidos con proteína responde más a una estrategia comercial bien diseñada que a una necesidad nutricional real de la población. La industria ha sabido aprovechar el interés creciente por la salud, la estética y el fitness para transformar un nutriente esencial en un reclamo de marketing. Pero los expertos recuerdan que una alimentación equilibrada ya cubre ampliamente las necesidades diarias de proteínas para personas sanas, sin ningún suplemento añadido. Abusar, especialmente en forma de ultraprocesados, puede empobrecer la dieta y generar problemas a largo plazo.