Los avances en el ámbito científico nos permiten entender y visualizar cómo era el planeta Tierra antes de la especie humana. Ahora, se ha dado un paso más, concretamente un paso de gigante, con respecto al estudio del ADN de hace miles y millones de años. Este miércoles, un equipo de científicos de Cambridge han publicado un artículo en la revista Nature donde explican que han podido recuperar ADN ambiental de hace dos millones de años. Gracias a este ADN han podido reconstruir un ecosistema del norte de Groenlandia, incluidas las especies animales y vegetales que estuvieron presentes hace unos dos millones de años. Los responsables del estudio afirman que este ecosistema "no tiene equivalente en la actualidad".

Los detalles y análisis publicados en la revista Nature permiten explorar y comprender un ecosistema antiguo hasta "límites insospechados", que soportó a más cambios climáticos extremos, y ofrecen una visión de un sistema que no tiene equivalente moderno. El artículo, liderado por investigadores de la Universidad de Cambridge, describe un ecosistema con un bosque boreal de vegetación mixta, álamos y abedules, así como con variedad de arbustos y hierbas árticas, y con la presencia de liebres, de renos, roedores u ocas. Y todo este "dibujo" gracias al ADN ambiental, que es material genético liberado por organismos en los ecosistemas, más antiguo del mundo, que bate el récord de un millón de años. La datación es de dos millones de años de antigüedad y, según los científicos, abre un nuevo capítulo en la historia de la evolución que "cambiará las reglas del juego". En concreto, se encontraron fragmentos microscópicos de ADN ambiental en sedimentos de la Edad de Hielo en el norte de Groenlandia, en total 41 muestras utilizables.

Gracias a una tecnología de vanguardia, los investigadores descubrieron que los fragmentos son un millón de años más antiguos que el anterior registro de ADN extraído de un hueso de mamut siberiano. Los investigadores esperan que los resultados ayuden a predecir el impacto medioambiental a largo plazo del calentamiento global actual, señala un comunicado de la Universidad de Cambridge. "Por fin se ha abierto un nuevo capítulo que abarca un millón de años más de historia. El ADN puede degradarse rápidamente, pero hemos demostrado que, en las circunstancias adecuadas, ahora podemos remontarnos más atrás en el tiempo de lo que nadie se hubiera atrevido a imaginar", afirma Eske Willerslev, uno de los autores del artículo. Kurt H. Kjær, también autor, explica que las muestras de ADN se encontraron enterradas a gran profundidad en sedimentos que se habían ido acumulando a lo largo de 20.000 años. El sedimento acabó conservándose en el hielo o en el permafrost y no fue alterado por el ser humano en dos millones de años. Las muestras miden poco más de unas pocas millonésimas de milímetro.

Estos restos de ADN se han encontrado en Groenlandia, y según han podido deducir los investigadores, el clima de Groenlandia en aquella época oscilaba entre el ártico y el templado y era de entre 10 y 17 grados centígrados más cálido que el de Groenlandia en la actualidad. Los científicos descubrieron restos de animales, plantas y microorganismos, como renos, liebres, roedores y abedules y álamos, y constataron incluso que el mastodonte, un mamífero de la Edad de Hielo, llegó hasta Groenlandia antes de extinguirse. Anteriormente, se pensaba que el área de distribución de estos animales parecidos a los elefantes no llegaba hasta Groenlandia desde sus orígenes conocidos a Norteamérica y Centroamérica.

Mikkel W. Pedersen, también autor, de la Universidad de Copenhague, afirma que este ecosistema no tiene equivalente en la actualidad, existió a temperaturas considerablemente más altas que las actuales, y a primera vista su clima parece haber sido similar "a lo que esperamos en nuestro planeta en el futuro a causa del calentamiento global". Uno de los factores clave aquí es hasta qué punto las especies serán capaces de adaptarse a estos cambios. Los datos sugieren que más especies de las que se pensaban pueden evolucionar y adaptarse a temperaturas muy variables.