El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ha sorprendido este lunes con la propuesta a Europa para eliminar el cambio de hora en 2026, a las puertas del cambio de hora que tendrá lugar durante la madrugada de este sábado a domingo y que hará que a las 3:00 vuelvan a ser las 2:00. Con el debate de nuevo sobre la mesa, nos podemos preguntar también cuál es el mejor horario: ¿el de verano o el de invierno?
El hecho es que Sánchez quiere hacer valer la votación sobre esta cuestión en el Parlamento Europeo de hace seis años —y que, desde entonces, no se ha resuelto con un acuerdo entre los estados miembro—, y ha argumentado que tanto los españoles como el resto de ciudadanos europeos se han pronunciado "de manera mayoritaria" en todas las encuestas contra los cambios al reloj dos veces al año. Además, ha apuntado que la ciencia "nos dice que ya no supone un ahorro energético" y que, en cambio, sí que "nos trastoca los ritmos biológicos". Pero, más allá del presidente, hay que ver qué dicen los expertos.
La necesidad de eliminar el cambio de hora
Trinitat Cambras, catedrática de Fisiología de la Universitat de Barcelona (UB) y especialista en cronobiología, ha explicado en RAC1 que hay que eliminar el cambio de hora "porque no tiene sentido". Por un lado, porque "provocamos pequeños impactos en nuestro organismo". Por otro, porque "no hay datos que demuestren el ahorro de energía". "Desde el punto de vista biológico, es bueno eliminarlo (...). Mantener una hora es la mejor solución para nuestro cuerpo", ha insistido. En esta línea, cabe recordar la conclusión de un estudio publicado hace cosa de un mes en la revista científica PNAS: el cambio de hora contribuye a miles de ictus y a la obesidad.
Hay consenso en torno a la eliminación del cambio de hora, y parece que también lo hay en torno a cuál es el mejor horario a mantener. Cambras lo tiene claro: "El mejor es el de invierno —también conocido como estándar—, tendremos más luz". "Con el de verano, estaría oscurísimo por la mañana", añade. La doctora ha explicado que, con los cambios de hora, "hacen falta un par de días para adaptarse", aunque "el de octubre lo notamos menos". "El de primavera lo notamos mucho más", aclara, y concluye: "Nuestro cuerpo se adaptaría en poco tiempo, con facilidad". Aun así, ha reconocido que "hay extremos" y que a las personas tanto matutinas como vespertinas (que representan un 10% de la población) les costaría un poco más.
El horario estándar, ¿la mejor opción?
En cuanto al estudio reciente que hemos citado —y que está hecho con datos de ciudadanos de Estados Unidos—, los modelos indican que dejar como permanente la hora estándar o de invierno permitiría evitar unos 300.000 casos de ictus cada año y reduciría en 2,6 millones la cifra de personas con obesidad. Es decir, que tener siempre el horario de invierno reduciría la prevalencia estadounidense de la obesidad en un 0,78% y la prevalencia de accidentes cerebrovasculares en un 0,09%, dos afecciones influenciadas por la salud circadiana. En cambio, dejar como permanente el horario de verano supondría que la prevalencia nacional de la obesidad disminuiría en un 0,51% (1,7 millones de personas) y la de los accidentes cerebrovasculares en un 0,04% (220.000 casos). Con solo estos números en la mano, parece que mantener el horario de invierno sería la mejor opción, siempre teniendo en cuenta que son datos relativos a EE.UU..
Los autores de esta investigación recordaban que se necesita más luz por la mañana y menos por la noche para mantenerse bien sincronizado con un día de 24 horas. Así, durante un año, la mayoría de las personas experimentarían la menor carga circadiana con el horario estándar o de invierno permanente, que prioriza la luz de la mañana. Y, como ha señalado ahora Cambras, los beneficios varían ligeramente según la ubicación de la persona dentro de una zona horaria y su cronotipo —es decir, si prefiere madrugar, trasnochar o algo intermedio—. Por ejemplo, según el estudio, las personas madrugadoras a menudo tienen unos ciclos circadianos inferiores a 24 horas y experimentarían la menor carga circadiana con el horario de verano permanente, ya que una cantidad mayor de luz vespertina prolongaría sus ciclos circadianos hasta acercarse a las 24 horas.
La Declaración de Barcelona
No hay que olvidar que hace tres años se firmó en la capital catalana una declaración pionera: la Declaración de Barcelona en Políticas del Tiempo, con la firma de 75 instituciones referentes de todo el mundo. Aquella iniciativa, impulsada por Time Use Initiative, pretendía consolidar una propuesta de abolición del cambio de hora basada en evidencia científica. Concretamente, las organizaciones firmantes consideraron importante trabajar por la abolición del cambio de hora de verano (o Daylight Saving Time, DST) en Europa, y mantener el horario estándar.
Tras el anuncio de Sánchez, la Sociedad Española del Sueño (SES) ha celebrado la propuesta y también ha apostado por mantener el horario de invierno porque es más beneficioso para la salud, ya que el de verano provoca que se duerma menos. La organización espera que el cambio de este fin de semana sea el último y que se mantenga el estándar (GT+1) porque promueve un ritmo biológico más estable que el de verano, lo que contribuye a mejorar el rendimiento intelectual y disminuir la aparición de enfermedades como el insomnio y la depresión. Así, el horario de invierno sería más beneficioso para los grupos más sensibles a los ajustes y sufrir trastornos del sueño: los niños y las personas mayores.
El problema de la hora en Europa
La sociedad científica reitera que el control del sueño depende de una especie de reloj interno situal en el cerebro que depende de factores externos, como la temperatura y la luz. Solo una hora es capaz de alterar el tiempo de exposición al sol durante el día y desequilibrar ese reloj, que tarda varios días en reajustarse, causando irritabilidad, falta de concentración, bajo rendimiento e insomnio en muchas personas. Hay ciudades del Estado en las que el sol no sale antes de las 9.30 en invierno, mientras que en verano se llega a poner a las 22.00. Este desajuste provoca menos horas de sueño en día laborable y más en festivos, con los problemas que esto comporta. "Dormir adecuadamente las horas necesarias y mantener un ritmo regular del ciclo sueño-víspera es uno de los pilares fundamentales de la salud", mientras que "un sueño insuficiente, desorganizado y de mala calidad, favorece la aparición de enfermedades tan frecuentes, graves y con tan alto impacto social y económico como el cáncer, la enfermedad de Alzheimes, la hiper el infarto de corazón, el ictus, la depresión y la ansiedad", ha resumido la SES.
Ahora bien, aunque esté claro que hay que cambiar la hora y que el horario de invierno puede ser mejor, el principal escollo sigue siendo la falta de acuerdo en Europa. La doctora ha afirmado que es imposible mantener un horario y la misma relación con el Sol en todo el bloque comunitario. Para que nos entendamos, "es imposible que a las siete de la mañana salga el sol en todos los países" si queremos tener un mismo horario o, como mínimo, similar. "Mantener el horario todos iguales en Europa sería positivo, pero es evidente que todo el mundo tiene una relación diferente con el Sol", ha reiterado. Habiendo dejado esto claro, sí que ha apostado por mantener un horario común y que, después, cada individuo se adapte a la luz.