Por sorprendente que nos pueda parecer, cada vez surgen más evidencias de que las bacterias intestinales y la buena salud de los pulmones están conectados. Aprovechando el creciente conocimiento sobre esta relación existente entre ambos aspectos, un equipo de científicos de la norteamericana Universidad de Vanderbilt y del Instituto del Cáncer de Shangai decidieron investigar la relación entre la dieta que llevaban personas adultas y el cáncer de pulmón.

El fruto de este trabajo ha sido publicado en la prestigiosa revista JAMA Oncology. Los científicos pusieron el foco en dos elementos alimentarios: un prebiótico y un probiótico.

Fibra

De un tiempo a esta parte, los probióticos, los prebióticos y las bacterias intestinales están recibiendo una gran atención por parte de científicos de todo el mundo, por la cantidad de nuevas vías de investigación que están ofreciendo.

Los alimentos probióticos son microorganismos vivos añadidos que permanecen activos en el intestino en cantidad suficiente como para alterar la microbiota intestinal de la persona, tanto por implantación como por colonización. Uno de los alimentos probióticos más conocidos son los yogures.

Por su parte, los prebióticos son una clase de alimentos funcionales, definidos como ingredientes de la comida no digeribles que son utilizados por la microbiota intestinal estimulando el crecimiento de una o más cepas de las bacterias presentes en el tracto intestinal, modificando su composición y actividad, logrando una mejora en la salud y el bienestar de quien los ingiere. Los prebióticos más habituales de nuestra dieta son las verduras, las frutas, los cereales y frutos secos como las nueces.

En la línea de las relaciones que se han ido encontrando recientemente entre el intestino y los pulmones, se encuentra un estudio que halló que las bacterias intestinales tienen un papel importante en la inflamación pulmonar. Así, descubrieron que los metabolitos producidos por las bacterias intestinales son capaces de eliminar la inflamación en los pulmones. Por otra parte, otros trabajos han sido capaces de demostrar una mejora pulmonar gracias al consumo de fibra.

La investigación

 

Para realizar el estudio, los investigadores hicieron un análisis de casi 1,5 millones de estadounidenses, europeos y asiáticos. Entre los datos que recopilaron estaban la dieta, el origen étnico, la edad, el nivel educativo, la obesidad y el tabaquismo. El seguimiento duró cerca de 9 años, un tiempo en el que alrededor de 19.000 de las personas objeto del estudio sufrió cáncer de pulmón.

Al finalizar el trabajo, los científicos concluyeron que tanto el consumo de alimentos ricos en fibra como de yogures, se habían relacionado inversamente con el cáncer de pulmón. Las cifras resultaron bastante significativas.

Yogur

Por un lado, aquellos que habían consumido una mayor cantidad de fibra, habían padecido un 17 por ciento menos de riesgo de sufrir ese cáncer. Mientras que los que habían incluido de manera continua el yogur en su dieta, tuvieron un 19 por ciento menos de probabilidades de padecer la enfermedad pulmonar. Por último, en las personas que habían combinado la ingesta habitual de fibra y yogur, el riesgo de sufrir el temido cáncer pulmonar disminuía en un 33 por ciento respecto a los que no incluían ninguno de los dos alimentos en su día a día.

Por último, cabe destacar un dato cuando menos curioso. Los beneficios citados se detectaron especialmente entre los consumidores habituales de alcohol y más aún, entre los grandes bebedores.