La crisis del coronavirus está tapando un poco otros problemas de salud que nos siguen afectando, lógicamente por su menor gravedad. Es el caso de la alergia. Este año, la polinización de las gramíneas y del olivo es más intensa que el año pasado y además ha coincidido con el inicio de la desescalada, por lo que son muchas las personas que están presentado síntomas.

La alergia es una hipersensibilidad a una particular sustancia que, si se inhala, ingiere o se toca produce unos síntomas característicos. Esa sustancia se denomina alérgeno, y los síntomas provocados son las reacciones alérgicas. Cuando un alérgeno penetra en el organismo de una persona alérgica, el sistema inmunitario responde produciendo una gran cantidad de anticuerpos llamados IgE y liberándose una sustancia llamada histamina, que produce los síntomas típicos de la reacción alérgica.
Diente de león

Existen diversas causas que pueden provocar una reacción alérgica. Los alergenos más comunes son el polen, los hongos, los ácaros de polvo, los animales domésticos, los medicamentos, las picaduras de insectos y los alimentos.

Una reacción alérgica puede manifestarse de distintas maneras, en función de la sensibilidad propia de cada persona, pero los más típicos son lagrimeo, picor, secreción nasal, estornudos, congestión nasal, enrojecimiento, edema, eritema, tos, pitos, ahogos o dificultad respiratoria. En esta época del año se produce principalmente la alergia al polen, cuyos síntomas se confunden frecuentemente con los de un resfriado. El polen de las gramíneas es el alérgeno más común en la cuenca del Mediterráneo, se produce entre mayo y junio.

Estos son algunos consejos para sobrellevar esta alergia:

  • Usar humidificadores y acondicionadores de aire con filtro anti-polen.
  • En los viajes en coche no tener las ventanas abiertas.
  • Mantener las ventanas cerradas a primera hora de la mañana y al atardecer (el período de mayor polinización).
  • Ducharse y cambiarse de ropa al volver a casa (el polen puede haberse depositado sobre el pelo y la ropa).
  • Evitar los factores irritantes como el humo, el polvo, los sprays o los insecticidas.
  • Vigilar la reacción cruzada entre el polen y los alimentos.

En cuanto a la prevención, lo más obvio es procurar evitar la sustancia a la que se es alérgico, si esta es conocida. Pero cuando esto es imposible, el tratamiento que se utiliza es, en primer lugar, los antihistamínicos, que bloquean los receptores H1, impidiendo los efectos de la histamina, aliviando, de esta manera, los síntomas principales de la alergia, como los estornudos, la conjuntivitis o el goteo nasal. Además son efectivos para todo tipo de alergias, debido al bloqueo directo de los receptores. Los nuevos antihistamínicos de segunda generación no producen efectos secundarios no deseados. Están disponibles en cápsulas, cremas, sprays nasales, jarabes y colirios.
Picor

En algunos casos más graves se utilizan los corticoides, que también están disponibles en diversas formulaciones: cremas, lociones, sprays nasales y colirios. Son muy eficaces pero deben utilizarse con regularidad durante todo el período alérgico. No se deben suministrar durante más de tres meses consecutivos y no se deben prescribir a los niños.

Los comoglicatos (el sódico y el disódico), se utilizan como preventivos, y tienen que estar prescritos durante un período anterior (de más o menos un mes) a la estación alérgica. Esto es debido a que no actúan sobre la reacción una vez desencadenada, sino que evitan la degranulación de los mastocitos y por lo tanto la liberación de histamina.