La diabetes mellitus o de tipo 2 se está convirtiendo en pasos agigantados en una pandemia mundial. Se calcula que las muertes por esta enfermedad aumentarán más de un 50% en los próximo diez años y las cifras de prevalencia superan los 400 millones de personas en todo el mundo en la actualidad.

Se trata de una enfermedad crónica que se produce cuando el páncreas no produce insulina suficiente o cuando el organismo no utiliza eficazmente la insulina que produce. La insulina es una hormona que regula el azúcar en la sangre. Si no se controla, se produce un aumento del azúcar en la sangre que daña gravemente los órganos y sistemas del organismo, especialmente los nervios y los vasos sanguíneos.

La noticia positiva es que se puede prevenir. Con un cambio en la dieta y haciendo ejercicio, las posibilidades de padecerla se reducen drásticamente. Y a veces basta con cambiar cosas tan simples como lo que bebemos.

Coca Cola

Recientemente, una investigación de la Escuela de Salud Pública de Harvard –en la que se analizaron los datos de consumo de 192.000 participantes en el transcurso de 26 años mientras se evaluaba su salud general cada 4 años– concluyó que las personas que bebían cantidades cada vez mayores de bebidas azucaradas y zumos de fruta envasados 100%, tenían un riesgo de un 16 por ciento mayor de diabetes tipo 2

La cuestión de las bebidas es fundamental, pero no solo respecto a los refrescos. Hay algunas de las bebidas que consumimos que pueden llegar a tener tanto azúcar como una barra de chocolate. Por ejemplo, un lata de Coca Cola contiene 39 gramos de azúcar; un vaso zumo de naranja industrial contiene 30,9 gramos. Un vaso de los medianos del popular Chai Tea Latte que venden en el Starbucks, 32 gramos.

Un problema que no se soluciona con las bebidas light, con las que se tiene un 18 por ciento más de riesgo de padecer diabetes tipo 2. Por ejemplo, se sabe que el aspartamo, el edulcorante artificial más común en los refrescos sin azúcar, si bien no aumenta el azúcar en la sangre inmediatamente después de ser consumido, parece afectar los niveles de cortisol y la resistencia a la insulina.  Y seguimos. Una copa de alcohol contiene 11,8 gramos de azúcar, el equivalente a dos terrones de esta sustancia. Una bebida isotónica puede contener hasta 14 cucharaditas de azúcar en medio litro, una cantidad que puede aumentar en las bebidas energéticas.

Starbucks

Por estos motivos, los expertos aconsejan que, a la hora de beber, la mejor opción sea siempre el agua. Reemplazar una refresco al día por agua, puede reducir el riesgo de diabetes tipo 2 entre un 2 y un 10 por ciento. Y recuerdan que en el día a día estamos expuestos continuamente a bebidas y comidas con azúcar, que pueden ser realmente adictivas y crear una dependencia de la que realmente es muy difícil escapar. Pero hay solución. Según los expertos de Harvard, se puede entrenar las papilas gustativas al igual que se entrenan los músculos, reeducando el paladar y acostumbrándolo poco a poco a ser menos dependiente de esta sustancia tan nociva para la salud.