Las adicciones suponen un problema sean del orden que sean. Afortunadamente cada vez se conoce más sobre ellas y gracias a los estudios de los especialistas contamos con más información y conocimiento sobre las mismas. Dentro de las numerosas adicciones a las que se expone el ser humano, la adicción a la comida es una de ellas y puede afectar a cualquier persona, porque no en vano todos nos alimentamos a diario y por ello estamos en contacto con la comida constantemente.

Qué es la adicción a la comida

La adicción a los alimentos está estrechamente asociada con los trastornos alimentarios, como la obesidad, la bulimia y el trastorno por atracón. Diversos estudios sugieren que las personas pueden desarrollar una dependencia química de alimentos en concreto de la misma manera que hay quienes desarrollan adicciones al alcohol o al tabaco.

Buffet

El consumo de alimentos desencadena sustancias químicas en el cerebro, como la dopamina, que actúan como una recompensa y provocan sensaciones placenteras al individuo. Estas sustancias químicas también pueden actuar como una liberación de angustia emocional.

Las adicciones se pueden dividir en dos categorías: adicción a una sustancia, como en el caso de una droga, o adicción a un comportamiento, como el de hacer ejercicio. En este sentido, la adicción a la comida, es una adicción al comportamiento de comer.

Se considera que los productos ricos en azúcar, grasa o almidón están más estrechamente asociados con la adicción a la comida. Alimentos como las patatas fritas, el caramelo, las galletas, el chocolate, la pizza, el pan o el helado son algunos ejemplos que frecuentemente aparecen relacionados a esta adicción.

Cuáles son los síntomas más frecuentes

Los síntomas de la adicción a la comida pueden ser físicos, emocionales y sociales. Algunos de los más habituales son tener antojos obsesivos, comer compulsivamente, tener intentos continuos de dejar de comer en exceso seguidos de recaídas, sufrir pérdida de control sobre la cantidad y la frecuencia de la alimentación, comer a solas para no sentirse controlado o ingerir alimentos hasta sentirse incómodo.

Dulces

Quienes sufren de adicción a la comida pueden experimentar sentimientos negativos después de consumir grandes cantidades de alimentos. Entre los más habituales están la baja autoestima, la culpa, la vergüenza y la incomodidad. Pero además, pueden darse respuestas físicas como la práctica de ejercicio compulsivo, una intensiva restricción alimentaria y los vómitos inducidos por uno mismo.

Para tratar la adicción a la comida se deben abordar las necesidades emocionales, físicas y psicológicas de quien la padece. Hay que centrarse en romper el hábito crónico y reemplazarlo por otros más saludables, abordando a su vez, si se dieran, problemas añadidos como la ansiedad o la depresión.

Además de la posibilidad de someterse a tratamientos como la terapia cognitiva conductual, la terapia del trauma o la medicación que se pueda prescribir por los médicos especialistas, conviene introducir un cambio en el estilo de vida del adicto. Reemplazar los alimentos procesados y dulces por alternativas más nutritivas, realizar tres comidas equilibradas al día, beber agua en abundancia por su efecto saciante, consumir comida cocinada en casa, realizar ejercicio con regularidad y dormir lo suficiente en el mismo horario, son algunas de las pautas más recomendables a poner en práctica.

En cualquier caso, cualquier persona que sienta que su alimentación está fuera de control, o que crea que necesita ayuda para alcanzar un peso saludable, debe consultar con su médico. Nadie mejor que un doctor para hacer una primera valoración de la situación por la que atraviesa el paciente.