Este jueves se conmemora una nueva Diada Nacional de Catalunya y el independentismo llega con el objetivo de mostrar a la sociedad catalana que, a pesar de la desmovilización y el desencanto, los motivos para defender un estado propio continúan intactos. Después de la entrevista al presidente de la ANC, Lluís Llach, ahora es el turno de otra de las entidades convocantes de las manifestaciones que se harán en Barcelona, Girona y Tortosa, el presidente de Òmnium, Xavier Antich. Es la primera entrevista que concede en la reanudación del curso político.

La manifestación de la Diada se ha convocado con el eslogan "Més motius que mai". Eso quiere decir que el conflicto todavía está ahí.
Por supuesto que está ahí. En la Diada, históricamente, más que conmemorar una derrota recordamos la pérdida de los derechos y las libertades nacionales de Catalunya que, por otra parte, tenemos voluntad de recuperar. Nosotros pensamos que la festividad de los últimos años, y también esta, es para volver a recordar que el conflicto político existe y que, además, interpela un grandísimo consenso de país desde 1977: Catalunya es una nación y Catalunya tiene derecho a decidir democráticamente su futuro político. Y aquí estamos.

¿Más motivos que nunca quiere decir que hay más motivos ahora que hace un año, que hace cinco, que hace quince, cuando salió la sentencia del Estatuto? ¿Por qué en el 2025 es cuando hay más motivos que nunca?
Los motivos se acumulan. No vemos que el estado español tenga ninguna voluntad de abordar el conflicto político y, por lo tanto, de canalizar este grandísimo consenso de país que es el derecho a decidir. Y además de no abordar el conflicto político, todo se va deteriorando más, como la calidad democrática (con un poder judicial enfrentado al legislativo, tribunales que se niegan a aplicar las leyes...). Y además se va deteriorando Catalunya por no cumplir todos los acuerdos que obligarían a hacer inversiones, a enmendar infraestructuras, a reconocer el papel internacional de Catalunya, etc. La acumulación de los agravios, en lugar de enmendarse, cada vez se va haciendo más grande. Y también tenemos un país que no para de crecer y, por lo tanto, también tiene más necesidad de resolver y abordar problemas que son estructurales.

Normalización es un término muy desafortunado porque el gran consenso político que hay en Catalunya sigue sin abordarse

Por el contrario se ha hecho famosa la frase que estamos en plena normalización. ¿Está de acuerdo?
Es un término muy desafortunado, sobre todo porque el gran consenso político de este país de los últimos 15 años sigue sin abordarse. Aunque hay una gran parte de la sociedad catalana que querría disponer de los instrumentos para hacer frente a los problemas, eso no pasa. Y los problemas de Catalunya se abordan, sí, pero de manera incompleta, parcial e insuficiente.

¿Pues si hay más motivos que nunca, y el Estado no se pone a ello, como es que hay esa sensación de desencanto entre el catalanismo, el soberanismo y el independentismo?
Porque venimos de unos años en los cuales ha ido creciendo el desánimo, la desmotivación, la desmovilización y la desorientación. También la lucha fratricida entre partidos. Tendrían que estar de acuerdo en algunos grandes consensos sociales y eso no ha tenido su traducción política. El cambio de correlación de fuerzas en el Parlamento es el síntoma, no la causa. Por eso creemos que es imprescindible reconocer que el independentismo solo avanzará si vuelve a recuperar su vocación de mayorías. Y las mayorías solo se reúnen sumando, no restando. Con estrategias compartidas y no tácticas parciales. Y este es el gran trabajo que tenemos. La ciudadanía nos dice "poneos de acuerdo en aquello que socialmente hay grandes consensos". Y desde el punto de vista de Òmnium son consensos en el ámbito independentista, en el soberanista y en el del catalanismo democrático. Solo es posible avanzar como movimiento, y como país, si se trabaja para articular políticamente estos grandes consensos.

¿Hecho el análisis, cuál es la solución?
Tenemos que aprender, como sociedad madura que somos, a volver a trabajar con aquello que nos hacía fuertes. Y con generosidad tomar conciencia que esta es una sociedad políticamente plural y que por lo tanto hay opciones muy diversas. Y que ya no vivimos en una época de las grandes mayorías políticas. Por lo tanto, la ambición de recuperar consensos es más necesaria que nunca. El escenario político está muy fragmentado y por lo tanto tenemos que recuperar una característica del catalanismo: la voluntad de trabajar para con los consensos. Cada partido y cada persona tiene su ideologías y su posicionamiento en temas puntuales concretos de las políticas públicas. Pero más allá de eso, en términos nacionales hay grandes consensos sociales en torno a algunas cuestiones nucleares. Y cada vez es más urgente que nunca recuperar estos consensos.

En los últimos años, los jóvenes se han separado del proyecto independentista porque no ven en él una mejora de su vida

Eso lo dice desde el punto de vista racional. Pero también se ha perdido aquel punto de sentimiento de pertenencia especialmente entre los jóvenes y los jóvenes chicos. ¿Cómo los reconecta?
Este es un problema que nos preocupa y nos ocupa, como mínimo desde el 2021. Creemos que es imprescindible poner a los jóvenes como destinatarios de las estrategias de país. Por parte de Òmnium hemos empezado a desplegar estrategias muy concretas como la escuela de formación Guillem Agulló. Esta escuela trabaja con organizaciones juveniles que han hecho iniciativas conjuntas. Y eso ha permitido cosas maravillosas, como definir posicionamientos conjuntos a través de manifiestos mientras que los suyos 'grandes' están manifiestamente enfrentados. La vía es esta: no hablar por los jóvenes sino que se articulen como sujeto político. Y eso no es solo una prioridad de Òmnium sino que tendría que ser una prioridad de país.

 

¿Del otro lema de la Diada, "Llengua, espoli, nació" cuál es la principal urgencia?
Lo son las tres. Es difícil abordar el problema del espolio sin abordar el problema de la nación. Es imposible abordar el problema de la nación sin la lengua. Nación: es importante no perder la brújula y que trabajemos el horizonte de la recuperación de los derechos y las libertades nacionales del país y, por lo tanto, de la aspiración a la soberanía plena a través del ejercicio del derecho de autodeterminación. Espolio: si no disponemos de los recursos para hacer políticas públicas que mejoren la vida cotidiana de la gente, estamos defendiendo un independentismo retórico. En estos últimos años los jóvenes se han mostrado separados del proyecto independentista porque no ven en el independentismo una mejora de sus condiciones de vida cotidiana. Y lengua: en el último siglo y medio, el catalán ha sido el elemento vertebrador del país. Es el principal instrumento de cohesión social. Catalunya hace 125 años que crece a través de la migración. Su crecimiento demográfico es por la gente que llega de fuera y la lengua ha sido el elemento vertebrador.

La llegada de gente de fuera no es ni una amenaza ni un peligro, sino una oportunidad, un orgullo y un motivo de autoestima

Al respecto: en 20 años Catalunya ha pasado de tener seis millones de habitantes a tener ocho. ¿Este crecimiento demográfico tan rápido ha influido en esta pérdida de conciencia nacional de Catalunya?
Está claro que es uno de los elementos más relevantes. Con la nación pasa lo mismo que con las personas: el crecimiento del cuerpo durante la adolescencia obliga a tirar la ropa que llevábamos. De los 14 a los 18 años, el cuerpo nos cambia: hay un crecimiento físico, un cambio mental, un cambio de actitudes y nuevas estrategias relacionales. El paso de seis millones a ocho millones no es inocuo. Y, a diferencia de la adolescencia, el país no deja de crecer. Por eso es indispensable recuperar el espíritu y fortaleza del catalanismo democrático: no ver la llegada de gente de fuera como un peligro o una amenaza, sino como una oportunidad y, además, como una muestra de orgullo y de autoestima colectiva.

La inmigración.
Este país se ha hecho fuerte y orgulloso a través de la gente venido primero en los años 20, en los años 60-70 de toda la península y ahora de todas partes del mundo. A diferencia de otros países europeos, en Catalunya la inmigración es un fenómeno estructural. Eso nunca ha sido un problema y no lo tendría que ser ahora. Por eso en Òmnium hablamos de construcción nacional: tenemos que ser capaces de seguir avanzando en la nación sin inventar nada diferente de aquello que sido la fuerza del catalanismo histórico democrático, que es un catalanismo inclusivo y un catalanismo abierto.

Lo entiendo...
Lo qué define el catalanismo, el soberanismo o el independentismo, no es el lugar de procedencia sino el de destino. El independentismo, el soberanismo y el catalanismo solo podrán crecer si son capaces de incorporar a los nuevos catalanes y catalanas. Y este es el gran reto tenemos.

 

¿Y cómo se hace?
Seguramente asumiendo que no son un problema, sino que son la oportunidad del país, como por otra parte lo han sido durante los últimos 125 años. Todos somos necesarios. A nadie se le pregunta de dónde son los padres, a nadie se le pregunta la lengua que habla en casa, a todo el mundo se le pregunta hacia dónde quiere ir. Tenemos que ser capaces de incorporar estos nuevos catalanes y catalanes como se hizo en los años 60 y 70. Cuando reclamamos mejores condiciones de vida es también para ellos: queremos hacerlos partícipes del país por el que trabajamos.

La xenofobia es una traición a los valores democráticos del catalanismo histórico

No todas las formaciones independentistas comparten este discurso integrador. ¿Cómo se cuadra el círculo?
Siendo conscientes de aquello que nos hace fuertes y a la vez de aquello que nos hace débiles. Vivimos en un contexto global muy complicado; de Trump a Putin. En Europa hay un ascenso de fuerzas de extrema derecha y por lo tanto, el problema que tenemos en Catalunya no es un problema que tengamos nosotros como sociedad, lo estamos viendo en todos los países en los que gobierna la extrema derecha, con discursos abiertamente xenófobos. En Òmnium pensamos que las posiciones xenófobas son posiciones disgregadoras, posiciones que sustentan su discurso nacional en la exclusión de una parte de su comunidad. Y eso es una traición a los valores democráticos del catalanismo histórico. El catalanismo solo ha crecido cuando se ha hecho fuerte en su voluntad integradora y ahora no podemos claudicar.

 

Òmnium nace para recuperar la lengua y cultura catalana y lo hace en 1962, también con una oleada demográfica importante. ¿En el 2025, qué está haciendo Òmnium ante esta situación de emergencia nacional y lingüística?
El paralelismo que planteas es muy lúcido y nosotros lo reclamamos. Tanto entonces como ahora tenemos la convicción de que la lengua catalana integra, cohesiona socialmente, y -cómo seguramente solo lo puede hacer el Barça- permite la generalización del sentimiento de catalanidad. En este país hay más de dos millones de personas que quieren aprender el catalán y que no pueden. Creemos que este es el foco donde nos tenemos que poner ahora.

Le vuelvo a preguntar cómo se hace...
Durante unos años, la lengua catalana no ha sido una prioridad ni en las políticas públicas del gobierno, ni tampoco en el ámbito de la sociedad civil, aquí tenemos que hacer autocrítica. La lengua catalana tiene que recuperar territorios de normalidad. Tenemos que poner el foco en los nuevos catalanes y catalanas. No podemos correr el peligro que han sufrido otros países europeos, el de la creación de guetos en torno a la gente que llega.

No podemos correr el peligro de crear guetos en torno a la gente que llega y en este sentido el catalán es un rompe-guetos

¿El catalán es, pues, un rompe-guetos?
Absolutamente. No es solo un rompe-guetos sino que permite, a través de la escuela, que los chiquillos jóvenes en edad escolar de todas estas comunidades que llegan a Catalunya hablen catalán con toda normalidad. Puedes pasear por barrios de la ciudad de Barcelona, del área metropolitana de Girona, de Lleida, y escuchar menores de 16 años como juegan entre ellos en catalán. Y además de hablarlo lo pueden escribir. Es una gran conquista de país.

¿El catalán no está tan mal pero ahora vive un momento valle con padres nacidos fuera que no lo hablan pero sí que lo harán sus hijos que ya se han escolarizado aquí?
Sí. El catastrofismo y la sensación de apocalipsis no invita a la adhesión. Nadie se apunta a un proyecto que va hacia el precipicio. Y en el caso de la lengua catalana tenemos que ser justos. La última encuesta de usos lingüísticos nos da un mapa de algunas debilidades, problemas y riesgos pero también algunas fortalezas: y una de ellas es un índice de conocimiento de la lengua catalana en la franja escolar como no lo habíamos tenido nunca.

Otro embate del catalán es el desprecio que sufre con expresiones cada vez más hostiles.
La catalanofobia no es tolerable, ni contra Catalunya ni contra la lengua catalana. Hay normativas que obligan a la atención en catalán de la población cuando se dirige a determinados servicios. Y durante quizás demasiado tiempo no se ha velado para que eso pase. Le corresponde a las instituciones velar para que se proteja. Viene de un marco legislativo con un amplísimo consenso en el Parlament de Catalunya. Para nosotros este es el nivel primario.

¿Para dar más robustez a esta protección legal del catalán, sería partidario de incrementar esta protección legal de alguna manera, por ejemplo haciéndo más obligatorio el catalán en algunos ámbitos?
Seguramente el simple cumplimiento de lo qué ya tenemos revertiría una situación que ha acabado degradándose. Eso ya supondría un salto cualitativo. Si hay que ir más allá de eso, seguramente sería razonable,  pero un nivel primario que es el cumplimiento de la normativa.

Entrevista Xavier Antich, presidente Òmnium / Foto: Carlos Baglietto

Òmnium también hace un trabajo más soterrado y de vital importancia que es de rótula, de cola, de coser, entre sectores catalanistas. ¿El catalanismo cómo se recose?
Esta es la pregunta del millón.

Por eso se lo hago.
Nos sentimos deudores de esta gran ambición. A nadie se le escapa que Òmnium es una entidad ideológicamente transversal, con unas convicciones catalanistas soberanistas y desde el 2012 independentistas. Eso es irrenunciable. Pero Òmnium somos gente de consensos y de puentes. Y en esta etapa nos hemos fijado como objetivo estratégico la vertebración de la sociedad civil. No solo política, sino también civil. En tres ejes: el universo independentista, el universo soberanista, y el gran perímetro del catalanismo democrático. Y aquí trabajamos hablando absolutamente con todo el mundo, también los partidos políticos que forman parte de estos tres ámbitos. No hablamos con el Partido Popular, no hablamos con Vox y no hablamos con Aliança, pero sí que hablamos con los otros. Y lo mismo hacemos con el gran espectro, donde creemos que está el consenso del 95% de la sociedad civil.

¿Que son...?
Hablamos con patronales y organizaciones empresariales catalanistas, soberanistas o independentistas, sindicatos, organizaciones juveniles, del tercer sector, sociales o de defensa de derechos. Hay un dato que es muy revelador y no lo acostumbramos a utilizar, pero en el 2024, que es el último año que tenemos cerrado, Òmnium desplegó proyectos por todo el país con más de 2.300 organizaciones del país.

Eso que usted está diciendo se ha resumido en aquello de las luchas compartidas. ¿Todo el mundo ha puesto la misma sensibilidad a la inversa? ¿Le pregunto de otra manera, las luchas compartidas son equilibradas?
Buena pregunta. Las luchas compartidas fueron una estrategia que recoge la gran tradición que del antifranquismo, y en qué -entonces- dijimos que a todos nos tocaba trabajar para la nación. Ahora lo qué nos preocupa son las luchas compartidas del futuro, y, por lo tanto el trabajo es para evitar que trabajen solo en la defensa parcial de su sector sino que recuperen la ambición nacional. Allí donde antes hablábamos de luchas compartidas ahora hablamos de futuro compartido.

Es imprescindible que el independentismo condicione las políticas del Gobierno

¿Si yo lo entrevisto dentro de un año, cree que en España habrá un gobierno de PP y Vox?
En un año diría que no.

¿Y en dos?
No parece que tenga que haber elecciones anticipadas pero todo indica que cuando las haya el estado español se encamina a una mayoría PP-Vox. Es un escenario más que peligroso: estamos viendo lo qué pasa en el País Valencià o en las Illes Balears. Las posiciones de extrema derecha hacen retroceder avances, tímidos pero avances, del catalán.

¿Por lo tanto, condicionar el Gobierno desde el independentismo es una oportunidad política o una homologación del estado español?
El independentismo no puede perder espacios en los cuales condiciona el poder y sobre todo las políticas públicas. El único partido que se pierde es el que no se juega. Los votos son para usarlos, para condicionar y para impedir que se hagan cosas que, si el independentismo no condicionara, se harían. Y para que se hagan cosas que si el independentismo no estuviera, no se harían. Por lo tanto, es imprescindible que los partidos independentistas utilicen su fuerza para condicionar políticas de gobierno en aquello que afecta al estado español y que afecta a Catalunya.

 

¿Por lo tanto, sustentar a Pedro Sánchez fortalece el independentismo?
En Òmnium siempre somos muy respetuosos comn aquello que tienen que hacer los partidos políticos, y con eso ni hemos entrado ni entraremos nunca.

¿Es optimista con que el catalán acabe siendo oficial en Europa?
No es normal que una lengua con una comunidad potencial de 10 millones de hablantes no tenga reconocido su estatuto político. Durante décadas, ninguno de los gobiernos españoles ha movido un dedo. Y ahora lo ha hecho por la fuerza del independentismo actual. Será como la fuerza de la gravedad: acabará cayendo más tarde o más temprano porque es una anomalía histórica.

¿Òmnium tiene preparada la reacción ante la más que probable sentencia del Tribunal Constitucional que tirará por el suelo el catalán como lengua vehicular en la escuela?
Òmnium tiene preparada la reacción desde hace diez meses. El año pasado parecía que la sentencia sería inminente. Y entonces Òmnium a través de la plataforma Som Escola, pusimos encima de la mesa este problema. Todo indica que la sentencia no será buena. Y ante eso habrá una reacción masiva, unitaria y unánime de país en defensa del modelo de escuela catalana, que para nosotros es un pilar vertebrador irrenunciable.

Podéis recuperar aquí la entrevista entera en Xavier Antich, presidente de Òmnium:
 



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