¿Hay violencia en las calles?

¿Hay violencia y por eso los Mossos tienen que cargar?

¿Hay una violencia extrema comparable a la kale borroka?

Podríamos responder a las tres preguntas con un sencillo monosílabo. Pero hay bastante material gráfico y opiniones contrastadas como para exponer las 7 diferencias entre los momentos que estamos viviendo actualmente y que han provocado las dispersiones de los Mossos y los que se vivieron hace entre 9 y 4 años, sobre todo en Barcelona.

El procesamiento del Govern y la expresidenta del Parlament por el delito de rebelión ha activado una estrategia judicial, política y mediática para demostrar que en Catalunya hay violencia y se está produciendo un alzamiento. Es lo que justificaría el delito más grave del código penal aplicado al gobierno de Puigdemont, que hizo efectivo el referéndum del 1 de octubre y la proclamación de la república el 27 de octubre. Hay 30 años de prisión en juego.

En Alemania ya ha quedado claro que no hay delito de rebelión porque no ha habido violencia. Pero en España se quiere justificar estos movimientos violentos a partir de las acciones de los CDR.

Pero desde que en el 2012 se empezó con las grandes movilizaciones en la calle nunca ha habido ningún incidente. Muchas concentraciones, manifestaciones y ambiente reivindicativo, pero también festivo y ninguna señal de violencia.

El momento que vive ahora Catalunya no tiene nada que ver con lo que se vivió desde el año 2009 y que provocó graves disturbios, sobre todo, en las huelgas generales del 2010, 2012 y en el 2014 con el desalojo de can Vies. El nivel de disturbios no es comparable. Y los dispositivos policiales, tampoco. De hecho, varias fuentes vinculadas al cuerpo apuntan que ahora mismo "no hay preocupación" de que pueda haber grandes incidentes.

Sabiendo que los Mossos siempre han cargado y que cuando lo han hecho, han provocado heridos, sí que es verdad que hay varias técnicas de dispersión y herramientas que han ido cambiando. Las pelotas de goma han desaparecido, pero las porras, no. Y por eso es y será habitual ver las cargas a golpes de porra. Otra cosa es que no se sigan los protocolos y que, como pasó la noche del domingo 25 de marzo, después de la manifestación contra la detención de Carles Puigdemont, los mossos golpearan a los manifestantes por encima de la cintura y a la cabeza, saltándose el reglamento.

A partir del año 2015, después de los incidentes graves a raíz del desalojo de can Vies y coincidiendo con los cambios de gobierno, tanto en el Parlament y el Govern, como en los municipios, la guerrilla urbana se apaga. Un pacto no escrito entre los antisistemas barceloneses y la misma policía corta en seco los disturbios que solía haber después de huelgas y manifestaciones, coincidiendo con las grandes manifestaciones en motivo del proceso independentista.

Se corta todo en seco. Y entran más fuertes que nunca los mediadores. Con Felip Puig y sus técnicas más agresivas fuera de circulación, todo es más fácil. Y los cambios de gobierno en Barcelona, donde los Comuns entienden de cerca el activismo, y con 10 diputados de la CUP en el Parlament, es fácil entender que si el proceso independentista tiene que salir adelante, necesita la fuerza de la calle, pero la fuerza no violenta.

Nadie fuerza la situación y las manifestaciones del 11 de septiembre, las movilizaciones del 1 de octubre, las de las puertas del pleno del Parlament y las convocatorias pidiendo la libertad de los presos políticos pasan exitosamente, festivamente y sin incidentes hasta el último día. Hasta que Puigdemont es encarcelado en Alemania. Aquel día hay incidentes cuando los Mossos deciden disolver a la gente que queda después de la manifestación una vez esta ya está desconvocada. Y entonces hay varios lanzamientos de objetos y gas pimienta contra la primera línea de los antidisturbios y se quema algún contenedor. Eso pasa en el momento de crispación máxima de todo el proceso: cuando se detiene al president.

"Esperamos que no avance", dicen algunas fuentes que se muestran tranquilas por los incidentes de baja intensidad que hay y ante el refuerzo que ya se ha activado: El plan operativo Minerva que despliega a los Mossos a sedes judiciales, del estado, de países europeos y de partido políticos, además del dispositivo en la calle ante nuevas movilizaciones.

Las fuentes consultadas también tienen claro que no hay ninguna célula durmiente que se active para provocar disturbios como los de hace unos años en Barcelona. La mayoría de aquellos activistas ya no están. Una nueva generación es la que sale ahora a la calle y los objetivos no tienen nada que ver.

A continuación, las 7 diferencias entre lo que pasaba hace unos años en Barcelona y lo que pasa ahora. Nada que ver.

Las 7 diferencias

Hay 7 diferencias básicas en los hechos de los últimos días que han provocado la dispersión de las concentraciones por parte de los Mossos respecto de la gestión de los disturbios que hubo en Barcelona entre el 2009 y el 2015.

Después de las grandes huelgas generales Barcelona aparecía en las portadas de los diarios encendida en llamas. Eso ahora no está pasando. ¿Por qué?

1. Falta de efectivos

Los grupos de activistas de Barcelona que se activaban hace unos años y que eran sospechosos de provocar los disturbios posteriores a las huelgas generales de los años 2010 y 2012, así como de can Vies, ya ni están formados por los mismos, ni los líderes de aquellos años están organizando las acciones ni hay bastantes efectivos. La primera diferencia es que no hay guerrilla urbana. Y los que puedan reproducir aquellos actos son mucho más jóvenes y no reciben instrucciones de ningún tipo.

2. El material

Los años de lucha en la calle hicieron que la guerrilla urbana se formara y tuviera cada vez más materiales para provocar los disturbios. En el 2010, después de la huelga general del 29-M, cuando se quemó el Starbucks de la ronda de Sant Pere, el conseller de Interior entonces, Felip Puig, empieza a hablar de kale borroka. Pero lo hace más por los materiales que se utilizaron y la manera de actuar que por los hechos en sí. Se habla de cócteles molotov, de objetos contundentes para tirar contra los mossos y provocar lesiones y de encapuchados perfectamente entrenados. Actualmente ni hay este tipo de material ni la violencia con la que se actúa es la misma. El domingo 25 de marzo se tiran huevos contra la primera línea de los antidisturbios y humo.

3. Las armas policiales

Las cargas de los Mossos d'Esquadra aquellos años eran mucho más fuertes y contundentes. Aparte de que los mossos disponían de pelotas de goma, Puig los rearma con una nueva herramienta: los proyectiles de foam que tocan allí donde apuntan. También se empiezan a utilizar los gases lacrimógenos para disolver grandes manifestaciones. Nada de eso se utilizó en la dispersión del domingo 25 de marzo. Sólo golpes de porra, eso sí, saltándose, en algunos casos, el protocolo, y golpeando más arriba de la cintura.

4. El origen de los disturbios

Los disturbios de años atrás surgen siempre después de grandes manifestaciones en jornadas reivindicativas como las huelgas generales. Hay tres entre el 2010 y el 2012. Desde el 2015 y hasta ahora ninguna de las manifestaciones multitudinarias relacionadas con el procés ha acabado de manera violenta.

5. Los dispositivos de Mossos

Los dispositivos de Mossos no son iguales. Durante los años con disturbios más graves los antidisturbios son visibles e intimidatorios. Con la entrada en la conselleria de Ramon Espadaler, los dispositivos son discretos y se actúa en el caso de incidentes graves. Los mediadores empiezan a recoger frutos. El modelo de dispostivos se mantiene durante las grandes manifestaciones independentistas y no se hace visible hasta el 20 de septiembre durante la concentración delante de la Conselleria d'Economia

6. Sin dirección política

Las direcciones políticas han cambiado. En todas partes. Los Mossos no tienen y si reciben órdenes son del gobierno español a raíz de la aplicación del 155. Los activistas han pasado a la acción política. De la calle a las instituciones. En el Parlament, la CUP incluye activistas históricos como David Fernàndez. Y en el Ayuntamiento de Barcelona el equipo de Ada Colau incorpora líderes de la lucha en la calle. Y los disturbios desaparecen.

7. La clandestinidad

Así como la guerrilla urbana actuaba siempre por sorpresa, ahora las acciones son públicas. Las movilizaciones de la ANC y Òmnium son siempre comunicadas y en el caso de acciones reivindicativas de los CDR, se anuncian por Twitter eludiendo la clandestinidad.

Los ejemplos

Kale borroka y guerrilla urbana

Se habla de kale borroka. Pero la manera de actuar de ahora de los manifestantes no tiene nada que ver. Se parecía más la guerrilla urbana de hace unos años que quemaba, no sólo contenedores, en cualquier punto de la ciudad, sino también cafeterías, máquinas excavadoras y coches.

El origen está en el País Vasco y el término quiere decir "lucha de calle". Y siempre se ha utilizado para definir la violencia de calle del País Vasco y se ha llegado a calificar de "terrorismo de baja intensidad". Por eso los integrantes de la kale borroka se han considerado terroristas y se los ha juzgado en la Audiencia Nacional.

La kale borroka actuaba indiscriminadamente utilizando siempre materiales explosivos. "Cócteles molotov" lanzados a discreción que acabaron quemando día sí y día también autobuses en medio de la calle.

 

En Catalunya el activismo sí que ha protagonizado grandes disturbios. En Barcelona, del 2010 al 2012 hubo contenedores quemados, lanzamientos de todo tipo, y las técnicas cada vez eran más sofisticadas para poder consolidar grandes destrozos. Pero esta guerrilla urbana nunca se ha llegado a calificar de kale borroka. Y una prueba de eso es que a todos los detenidos en cada una de las manifestaciones de las huelgas generales o de can Vies los ha juzgado un juez de instrucción, nunca la Audiencia Nacional.

Los disturbios de antes: Las huelgas

Ahora hace 9 años, en el 2009, las cargas de los Mossos contra estudiantes universitarios a plena luz del día, que se manifestaban contra el plan Bolonia, abrieron un camino sin retorno que tendría los momentos más complejos durante los años que Felip Puig estuvo al frente de la Conselleria d'Interior.

Joan Saura, que era conseller de Interior el año 2009, pretende tener mano de hierro con el cuerpo policial después de las críticas que recibe antes de empezar a dirigir el departamento y así es como la reivindicación de los estudiantes contra el plan Bolonya estalla en medio de las calles de la ciudad de Barcelona a plena luz del día. No hubo disturbios. Pero sí graves cargas policiales con varios heridos.

Y eso abrió un camino que parecía de no retorno y que tiene los momentos más complicados el año 2010 durante la huelga general del 29-S. Aquel día Barcelona se convierte en el campo de batalla antisitema.

La policía desaloja el mismo día el antiguo edificio Banesto, okupado de hacía tiempo, y desencadena una avalancha de incidentes. Quema de contenedores y barricadas en la calle Pau Claris, destrozos en el Dominos Pizza, un coche de la Guardia Urbana quemando y una unidad móvil de RAC1 destrozada en plaza Universitat.

Coche Guardia Urbana quemando huelga 29S - Reuters

El año 2012 la intensidad todavía sube más. Hay dos huelgas generales que acaban con graves disturbios el 29-M y el 14-N.

El 29-M, después de todo un día de barricadas con contenedores encendidos en medio de las principales calles de Barcelona, ocurre el ataque al Starbucks de la ronda Sant Pere.

 

Los Mossos acaban retrocediendo de sus líneas en algunos momentos cuando la multitud se les enfrenta y les tira todo tipo de objetos contundentes.

Y el 14 de noviembre del 2012 se llega a un punto de no retorno con disturbios en Via Laietana y una carga policial sin precedentes en el paseo de Gràcia donde no había disturbios y donde el lanzamiento de pelotas de goma acaba hiriendo a Ester Quintana. La primera víctima de pelota de goma que consiguió llevar la policía a juicio.

En Via Laietana se atacan coches de la policía nacional y los Mossos, con una dispersión carrusel, se acaban atropellando entre ellos.

Y en Tarragona, un mosso golpea a un niño de 13 años con la porra en la cabeza. El conseller acaba diciendo que el golpe es por "la inercia" de la porra.

 

De aquellos años es todo el cuerpo a cuerpo entre el 15-M y los Mossos. Desde el desalojo de Plaça Catalunya hasta el asedio en el Parlament, cuando el mismo conseller de Interior accede en helicóptero y varios diputados acaban increpados, perseguidos, y en algunos casos, pintados, por parte de algunos manifestantes.

Can Vies, el último ataque

Can Vies es la última batalla campal en Barcelona. Es el 2014. El gobierno de Barcelona toca el corazón del activismo de Sants y Sants sale a la calle. Lo hace con una contundencia nunca vista hasta ahora.

El gobierno de Xavier Trias desaloja las antiguas cocheras reconvertidas en un casal popular autogestionado y empieza el derribo. Horas después la maquina excavadora que tenía que tirar al suelo el edificio estaba ya en llamas. Y pocas horas más tarde, en llamas también una unidad móvil de TV3.

Los grupos de radicales que salieron de dentro de la manifestación, cuando esta avanzaba tranquila, lanzaron todo tipo de objetos contundentes y la revuelta duró una semana entera.

TV3 casa Vías /ACN