El director del Centro de Investigaciones Sociológicas, el socialista José Félix Tezanos, publicaba este octubre un artículo en su revista Temas que servía como presagio del siguiente barómetro del CIS y de la futura estrategia de Pedro Sánchez. “Lo más plausible es que en las próximas elecciones generales la alternativa real al PSOE sea Vox y no el PP”, dejaba por escrito. De hecho, han sido varias las encuestas publicadas en este arranque de curso que pronostican un estancamiento de los populares y un auge de la formación de extrema derecha. Pero el CIS ha puesto la guinda del pastel este pasado lunes: su sondeo catapulta al PSOE en primera posición con una diferencia de 15 puntos respecto del PP, mientras Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal pugnan por ser la segunda fuerza más votada en el Estado. El laboratorio demoscópico los sitúa codo con codo; a solo dos puntos de diferencia (19,8% y 17,7%).

El control del CIS es importante en términos de permanente campaña electoral durante toda la legislatura. Ya lo sabía Pablo Iglesias en 2016. A cambio de la formación de un gobierno de coalición, el entonces líder de Podemos exigió al PSOE tener una vicepresidencia que dominara, entre otras cosas, este ente demoscópico. Las negociaciones fracasaron. El CIS publica barómetros mensuales que fotografían —o proyectan intencionadamente— la musculatura de un partido político en un preciso instante. Tezanos, con sus sondeos, hace calar la idea con la que el presidente del Gobierno basó las elecciones del 23-J de 2023: el discurso del miedo. Ahora el mensaje ya no es que la derecha podría gobernar con la extrema derecha, sino que Vox podría incluso superar al PP.

En privado, los socialistas confirman que les beneficia agitar el fantasma del sorpasso y la idea de que la estrategia del PP de seguirle el juego a Vox es perjudicial para él mismo y solo consigue engordar al partido de extrema derecha. De hecho, y por lo que explican en privado a ElNacional.cat estas fuentes, en estimaciones diarias internas con las que trabaja el PSOE, Vox llegó a superar al PP en algún momento de este pasado verano. Sin embargo, admiten que aquello fue muy puntual. Según ha podido saber este periódico, Sánchez es consciente de que el barómetro que publica el CIS está sesgado y suele encargar a su equipo la elaboración de sondeos propios a través de los datos en bruto de esta y otras encuestas, un material que antes de pasar por la cocina sí que es fiable.

Paralelamente, y mientras desde Junts per Catalunya se plantea la posibilidad de impulsar una moción de censura sin Feijóo, lo que trasladan fuentes del PP es que no les preocupan estas encuestas que los sitúan en un estancamiento. No se creen en ningún caso que puedan ser superados por Vox; y destacan que haya o no trasvase de votos, tienen claro que el bloque de la derecha continúa fortalecido y tendría garantizada la futura gobernabilidad de España. Haya sorpasso o no, a Sánchez le interesa dividir al máximo el voto de la derecha. El pasado domingo recibió una buena noticia: Alvise Pérez se presentará como candidato de su partido ‘Se Acabó La Fiesta’ a las próximas elecciones generales. En los comicios europeos de 2024, el presidente español ya aprovechó el nacimiento político de este ultraderechista en campaña para atizar nuevamente la campaña del miedo. 

El aborto y la corrupción

Mientras Vox crece, Sánchez está inmerso en una guerra cultural con Isabel Díaz Ayuso que desplaza a Feijóo fuera del terreno de juego. Ya hace dos semanas que el Gobierno concentra su artillería en una batalla con la lideresa madrileña que tiene que ver con la moral. Han sido motivo de conflicto la situación en Gaza y, ahora que se ha conseguido un alto el fuego, el derecho al aborto.

Feijóo continúa golpeando a Sánchez con la corrupción, pero el presidente del Gobierno intenta ahora desplazar el debate hacia el derecho de las mujeres a interrumpir voluntariamente el embarazo. El ejecutivo ya ha dado el primer paso para blindar el aborto en la Constitución, algo que no será posible porque el PP se niega a ello. Pero el descarrilamiento de la iniciativa poco preocupa al PSOE, porque miembros de su dirección destacan que esta es una de las carpetas que los socialistas tienen “ganadas en la calle”.

De hecho, estas mismas fuentes admiten que la corrupción les hiere. Señalan que es un fenómeno que suele desmovilizar al votante de izquierdas. Pero también añaden que ahora hay un nuevo elemento que puede cambiar esta tendencia. Opinan que la polarización es poderosa y puede conseguir que su electorado vaya a votar ante el miedo de una suma de PP y Vox y, aún peor, con la posibilidad de que quien quede en primera posición en aquel bloque sea la extrema derecha.