Día magnífico para los observadores de portadas, como un día de migración lo es para los observadores de pájaros. La situación abre una ventana en el cerebro de los diarios, quizás también en su corazón, porque para el título de portada sólo tenían dos opciones, cosa que facilita el trabajo. Una es la crisis entre el Ministerio del Interior y el tándem Guardia Civil/jueces —sí, es una generalización injusta. El otro es el plan de reconstrucción de la Unión Europea, que atribuye a España 140.000 millones de euros, 77.000 de ellos a fondo perdido, cosa que parece más bien una victoria de los estados del Sur sobre la Europa frugal del centro y del Norte.

El desafío del estado profundo al gobierno español no es novedad por la sustancia de los hechos, sino por el estilo. Lo que hasta ahora era una conjura tensa, pero discreta y acordada, con premios jugosos —ayer mismo se repartieron algunos muy preciados— y castigos más bien ponderados, se ha convertido en una contienda descarada a tiros y navajazos a plena luz del día, que deja en beso de abuela aquella escena de Heat con Al Pacino, Robert de Niro y Val Kilmer. La mecánica, la operativa, de esta brega es casi calcada a la aplicada en la represión policiaco-judicial seguida —todavía está viva— contra el independentismo. Ahora son sus víctimas parte del público que la aplaudía, miraba a otro lado o intentaba justificarla. Son momentos de los que ningún demócrata se alegra, sea del color que sea.

La gracia es que ahora todo el mundo está en falso. El ministro del Interior, Grande-Marlaska, él mismo exjuez, porque intentó enterarse de qué tenía entre manos la unidad de policía judicial de la Guardia Civil, que sólo se debe a la jueza instructora, Rodríguez Medel. Ni siquiera a su superior, el coronel Pérez de los Cobos. La instructora, porque ha atropellado el procedimiento y los derechos del investigado, el delegado del gobierno en Madrid, defendido por la abogacía del Estado. La Guardia Civil, porque ha cocinado con manipulaciones y falsedades el informe que la jueza utiliza como escudo y excusa para seguir el caso, el papeleo del cual, si el Tribunal Supremo decide intervenir, mira por dónde, casualmente, caería en manos de la Sala Segunda que preside Manuel Marchena. Esta película ya la has visto.

Los diarios que abren portada con este pulso, sin embargo, en lugar de explicarlo todo, eligen bando y destacan el aspecto que más les conviene para ajustarlo a sus manías de panfleto de combate. Se escandalizan por la destitución del coronel —que formalmente hizo lo que debía: ignorar al ministro— y por las dimisiones en el seno del cuerpo armado. De las fabricaciones del atestado no dicen nada. En un concurso de mala fe, seguramente ganarían los aparatos del Estado que han montado esta mascarada, expuesta tan crudamente a la vista de todos, del mundo entero. Los diarios de la tuna mediática de la derecha no tienen ni vergüenza para disimularlo y los diarios de signo contrario trabajan al revés. Eso: que todo el mundo está en falso.

En cambio, los diarios que apuestan por el plan de reconstrucción de la UE, sobre todo los de Barcelona, dan la impresión del que ve la reyerta en medio de la calle y huye por la primera esquina a toda prisa, quizás por miedo a recibir.

Pero ¿no es histórico este plan? ¿No anuncia una Europa federal y solidaria y con flores de colores? La respuesta a estas preguntas es que ya veremos. Las negociaciones en Bruselas son un asunto molto longo, molto articolato. El plan es sólo un punto de partida y aún no está aprobado. La Europa frugal quiere que, antes de transferir dinero a los países del Sur (regalárselo, vaya), estos recurran al MEDE, un mecanismo crediticio ordinario de la UE, que dispone de una cifra similar de dinero a un interés muy bajo, un 0,15%. Austria, Suecia, Finlandia y Holanda no se dan por vencidas y plantarán cara con este argumento en la Comisión. Estas portadas han vendido la piel del oso antes de haberlo cazado. Eso sí, se ahorran los navajazos de los matones que se pelean en la calle.

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