Francesc-Marc Álvaro i Vidal (Vilanova i la Geltrú, 1967) es periodista y, desde las elecciones generales del 23-J de 2023, también es diputado de Esquerra Republicana en el Congreso. A las puertas del cincuenta aniversario de la muerte de Francisco Franco, acaba de publicar El franquismo en tiempos de Trump (Grup62), un libro que desgrana los elementos que describen a Vox como partido neofranquista. Álvaro analiza la influencia del actual presidente norteamericano y la internacional ultra en el partido de Santiago Abascal, así como la estrategia de esta formación española de extrema derecha para intentar sustituir al PP. En esta entrevista con ElNacional.cat, denuncia que “el franquismo sociológico no se ha disuelto”, advierte que la intención de Vox es imponer “una democracia cada vez más laminada en derechos y libertades” y menciona algunos errores que han podido cometer las izquierdas.

El CIS rema a favor de promover un sorpaso de Vox al PP. Su director, José Félix Tezanos, ha recibido muchas críticas por sus pronósticos o proyecciones intencionadas, pero quien lea su libro también verá verosímil este escenario. ¿Cree que si Sánchez agota la legislatura, en 2027 podemos ver unas elecciones en las que Vox, y no el PP, sea la alternativa al PSOE?
La intención de Vox nunca ha sido ser la muleta del PP, sino sustituirlo en el bloque de la derecha; desplazarlo, pasar a ser el actor grande y convertir el partido de Alberto Núñez Feijóo en el pequeño. No sé si lo conseguirán porque no sé si las circunstancias les permitirán un crecimiento tan grande de golpe. Sí que están fuertes y el error de Feijóo ha sido no ser Merkel. Se ha puesto a rueda de Vox y, por lo tanto, ha reforzado todo su discurso. Es un error que han hecho otros conservadores o democristianos europeos. Tal como les he dicho alguna vez desde el atril del Congreso, es una temeridad que a veces puede parecer un suicidio político.

De hecho, en el libro menciona que Feijóo puede cometer errores similares a los de Manuel Fraga. La diferencia es que Alianza Popular nunca se vio amenazada por Fuerza Nueva. ¿Por qué el PP tiene ahora más peligro de ser superado por Vox?
Fuerza Nueva nunca tuvo la presencia, el arraigo ni el impacto de Vox, que es un producto contemporáneo conectado globalmente. Vox forma parte de esta internacional ultra que tiene una cabeza muy visible, Donald Trump, así como otros actores importantes como Viktor Orbán. Esto es radicalmente nuevo en la historia de los ultras españoles. Nunca había tenido esta conexión y esta alianza tan fuerte con el exterior.

Hay un momento en que Franco, cuando caen los regímenes nazi y fascista de Alemania e Italia, pierde a los referentes con los que se había inspirado y había ganado la guerra. Pero consigue gobernar durante 40 años y demuestra una alta inteligencia superviviente. ¿Vox es capaz de caminar sin Trump?
No lo sé, eso es una hipótesis. Sí que sabemos que el franquismo ha revivido bajo el formato contemporáneo de Vox, con una comunicación ultramoderna que coincide con una ola reaccionaria internacional que avala algo que parecía absolutamente marginal. Como los neofranquistas se ponen al lado de sus equivalentes italianos franceses, húngaros, eslovacos, etcétera, quedan homologados y normalizados. Esto les hace, entre muchas comillas, más aceptables. Porque pueden decir que son como aquellos que también hay en Francia, en Italia o en Estados Unidos, y eso tiene mucha fuerza.

El gran referente sigue siendo Trump.
Pero ya hace muchos años que están Marine Le Pen o Matteo Salvini, por ejemplo. Trump ha culminado una aventura que hace de paraguas a toda esta gente, pero que ya existía sin él. Debemos tenerlo en cuenta.

Después de la muerte de Franco, ¿cuál ha sido el momento en que la derecha española ha alcanzado su máximo nivel de calidad democrática? ¿Cuándo ha sido más homologable al resto de derechas europeas?
La derecha española, después de la muerte de Franco, tiene un problema de reconfiguración. Excepto algunos sectores muy minoritarios, su grueso era connivente y cómplice con el régimen. Es un pecado original de la derecha postfranquista. Después hay un momento muy importante, que es cuando José María Aznar reformula Alianza Popular y lo convierte en el PP. Él es la figura que da el salto a partir de su liderazgo y transforma en otra cosa aquel partido identificado en Manuel Fraga.

¿Por qué es importante?
Es el gran momento de reconfiguración de la derecha española que quiere ser democrática. Es el dirigente posterior a la dictadura que intenta hacer un artefacto más parecido a lo que hay por el mundo en el campo conservador. Es quien tiene una estrategia más clara para esta derecha democrática, pese a saber que dentro de sí tiene una parte del franquismo sociológico.

En el libro menciona que este franquismo sociológico siempre ha continuado vivo.
Siempre ha habido una parte de franquismo sociológico que primero estaba en Alianza Popular, después en el PP de Aznar, y ahora una parte se ha marchado a Vox. El franquismo sociológico impregna la sociedad española y, singularmente, el campo de la derecha. La gran pregunta es por qué este franquismo sociológico aún no se disuelve. La respuesta pediría otro libro. Vox puede hacer ciertas afirmaciones con total impunidad sobre la dictadura porque el franquismo sociológico no se ha disuelto; ha tomado un cierto vigor y ha revivido. Vox revive las cenizas del franquismo sociológico y vuelve a prender la llama. Por eso digo que son neofranquistas.

También describe la vocación de Vox de convertirse en un catch-all-party, capaz de conseguir parte del voto obrero y joven. ¿Qué hace mal la izquierda?
De momento vemos que penetran con mucha fuerza en el voto joven y en unos sectores de las clases populares. Pero esto no es un fenómeno nuevo. Es decir, ya hace décadas que Le Pen consiguió penetrar en los barrios franceses de voto tradicionalmente comunista. Trump ha penetrado con fuerza entre los trabajadores blancos de determinados estados que se sienten excluidos de la globalización.

Francesc-Marc Álvaro- A.D.
Francesc-Marc Álvaro, momentos más tarde de la entrevista con ElNacional.cat / Foto: A.D.

Sea nuevo o no, la izquierda tiene que hacer cierta autocrítica.
Primero debo hacer una previa. Los ultras crecen a través de la antipolítica. Es el caldo de cultivo de las opciones populistas de derechas. Se produce cuando el malestar sobre la democracia se consolida y se genera esta idea de que el sistema no funciona. La previa a los ultras es decir que todos los políticos son iguales: unos corruptos, inútiles y aprovechados. Los ultras prometen poner fin a todo esto que aleja al ciudadano de la política y restaurar todo aquello que se echa de menos. Vox y Aliança Catalana prometen volver a un mundo que teníamos antes y que nos lo han quitado.

Un mundo, sin embargo, que nunca ha existido.
Exacto. Ellos venden que tienen una máquina del tiempo para llevarte a aquel país que tú echas de menos porque crees que todo era más cómodo; no estaban los agentes de la globalización, los inmigrantes, los gays, las izquierdas ni los académicos.

¿Cuáles han sido en España y Catalunya los ingredientes de este caldo de cultivo de la antipolítica?
Todos los partidos tradicionales participan de las averías del sistema. Y esto penaliza a conservadores, socialdemócratas y liberales. A veces, por ejemplo, la gente no entiende qué dicen los políticos. Y el error de las izquierdas, particularmente, ha sido dejar de hablar de muchas cosas. Pienso que la socialdemocracia clásica debe hablar siempre de trabajo, educación y salud. En un momento hemos puesto el foco sobre otras cosas, también importantes, pero que no debían ser tan centrales.

¿Se refiere a dejar de hablar de sueldos precarios y hablar de la llamada agenda woke?
La conquista de derechos está muy bien. El problema es cuando la izquierda ha colocado en el centro del debate cuestiones que son importantes, pero que no hace falta que estén en el centro. Ahí tienen que estar las políticas que interesan no solo a un colectivo concreto, sino a la mayoría. Hay que hablar de nuevos derechos e identidades, pero hay que tener en cuenta en qué proporción. Me gusta mucho citar a una pensadora judía de izquierdas, Eva Illouz. Ella dice que el problema no es la dirección de la reforma que la izquierda actual ha introducido en algunos temas, sino su velocidad y no saberlo explicar bien.

¿El PSOE y el PSC también han contribuido a hacer crecer a la ultraderecha? Pedro Sánchez ha promovido los debates con Santiago Abascal y Salvador Illa entra al cuerpo a cuerpo con Sílvia Orriols en el Parlament.
Esta discusión es un poco bizantina. Yo creo que estas tácticas las hacen todos los partidos. Otra cosa es cuando en Catalunya los socialistas se manifestaban con Societat Civil Catalana y detrás había ultras declarados. Esta es seguramente la peor foto que tiene el president Illa. Se la podría haber ahorrado porque cuando apareces con determinados actores, los acreditas.

En el libro menciona muy de paso a Se Acabó La Fiesta. ¿No le augura un buen futuro a este partido? ¿Cómo lo definiría?
Se Acabó La Fiesta no deja de ser un fenómeno que está en la constelación ultra de otra marca. Es algo muy nuevo, muy personal y que creo que no tiene suficiente entidad para dedicarle aún un libro. Su propuesta es menos sofisticada que la de Vox. Alvise Pérez chapotea en la antipolítica, mientras que Vox propone un proyecto. El partido de Abascal se encargará de eliminarlo.

Isabel Díaz Ayuso intentó marcar perfil propio dentro del PP hace unas semanas en la cuestión de la inmigración latinoamericana. Ella dice, resumidamente, que no son inmigrantes. ¿Pronostica una batalla dentro de la derecha entre hispanistas y castellanistas?
Me consta que en Vox hay un fuerte debate interno entre los que creen que la inmigración latinoamericana no es inmigración y los que sí. No sé si este debate está muy vivo en el PP. Es significativo que hable de ello Ayuso, que en el Madrid DF hace el papel de Vox. Si en Madrid Vox no crece es porque Ayuso representa un PP ‘voxizado’.

El debate sobre América del Sur puede crear contradicciones con Donald Trump. El presidente norteamericano lo tiene muy claro: los latinoamericanos son unos delincuentes.
Está claro, cuando los partidos se basan en exclusiones taxativas, como hace la ultraderecha, aparecen paradojas como esta. Mencionaré otra: tradicionalmente, los ultras españoles han sido muy antisemitas, como el franquismo. Ahora Vox quiere ser el gran defensor de Israel y los judíos. A los que sabemos un poco de historia esto nos deja muy parados. Por lo tanto, han hecho correcciones sobre el modelo franquista. Son lo suficientemente inteligentes para no propugnar lo mismo que Fuerza Nueva. Ellos ahora reivindican el franquismo como un período necesario. No dicen de hacer una dictadura, sino una democracia cada vez más laminada en derechos y libertades. Es decir, el modelo de Trump.

Francesc-Marc Álvaro- A.D.
Francesc-Marc Álvaro, momentos más tarde de la entrevista con ElNacional.cat / Foto: A.D.

En el libro sostiene algo contrario a lo que defiende en esta legislatura el portavoz de su grupo parlamentario, Gabriel Rufián. Él dice que Junts puede sumar sus votos a PP y Vox para hacer a Feijóo presidente. Usted dice que ahora es impensable que Junts dé su apoyo a una moción de censura en la que en la ecuación esté Vox.
Dudo que Junts y el PNV estén nunca en la misma ecuación que Vox en una moción de censura. Para ellos sería muy difícil de explicar. Una cosa es que voten cosas al lado de Vox y la otra es que en una investidura estén juntos.

¿Por qué en Catalunya Vox y Aliança Catalana no se tiran los trastos a la cabeza? En Twitter (X), incluso, hay cuentas del ecosistema de Vox que promueven a Sílvia Orriols.
Tienen una relación de competidor-cooperador. Tienen una primera fase que es sacar del poder a los demás y en eso hay un reparto territorial del mercado. Abascal, cuando se refiere al partido de Orriols dice “esas opciones que están entrando con fuerza en Catalunya y que están inquietando a Junts”. No menciona a Aliança Catalana, pero no los demoniza, pese a ser independentistas.

¿Cree que la decisión de Junts de romper con el PSOE tiene una explicación en Aliança Catalana?
No solo eso. Yo creo que puede ser uno de los factores, sobre todo por la presión que experimenta el mundo local de Junts. Hay otros factores que tienen que ver con la actitud del PSOE, con el hecho de que el president Puigdemont esté en el exilio y con la lentitud de la justicia, etc.

¿Qué futuro le augura a la legislatura?
Esta legislatura tiene, desde el principio, una mala salud de hierro. Lo que hace ahora Junts tiene la fuerza del anuncio, pero ya hace muchos días que dura esta actitud suya. Lo que ha hecho ahora Junts es hacer un subrayado, pero ya estaban aquí. Podemos también está en una actitud complicada, pero yo a Sánchez le veo mejor ahora que en primavera, sin duda. Tiene salud para seguir tirando, pero carece de fuerza para hacer nada y aprobar algo importante. La legislatura tiene una inercia, que no una velocidad de crucero, porque la moción de censura es improbable.

Ha hablado de Podemos, una formación de izquierdas que es, junto con los independentistas de Junts, el socio más espinoso del PSOE. ¿Siente que ERC, un partido de izquierdas e independentista, está quedando fuera de juego?
Esquerra Republicana, después de los hechos de octubre de 2017, hizo una buena lectura de la situación, que la llevó a un aterrizaje en un pragmatismo valiente y de izquierdas. Yo me siento cómodo con ello. En Madrid tenemos las herramientas que tenemos. A pesar de que ha habido muchas críticas, creo que muchos nos acabarán dando la razón.