Ni el protocolo fue capaz de mediar entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, cuando Rajoy no dio la mano a Sánchez en su reunión de principios de año. Aquel 12 de febrero ya no estaban en campaña, donde el secretario general del PSOE llamó a su rival "indecente". El jefe de gobierno le respondió que su actitud era "ruiz" [ruin]. Estaban en periodo de negociaciones y hasta el último minuto no se supo en qué espacio se encontrarían. Y en la sala neutral que eligieron en el Congreso, el pequeño gesto de Rajoy –captado por la fugacidad de las cámaras– constató que el encuentro sería un formalismo y no habría gran coalición. Ahora la situación es diferente.

La actitud de Rajoy ha cambiado. El presidente en funciones quiere llegar a la ronda de contactos de Felipe VI el día 19 de julio con los avales necesarios. El Partido Popular apuesta por un gobierno "sólido y estable" de gran coalición con el PSOE y un pacto con Ciudadanos. El tiempo apremia y los rivales le vuelven a dar la espalda, pero el líder se siente con legitimidad para intentarlo. Los gritos del lema de Podemos "sí se puede" en la puerta de Génova la noche del 26-J reforzaron su orgullo. El gallego había sido cuestionado por toda la oposición, pero él fue el gran vencedor de la noche con 14 escaños más que el 20 de diciembre y 52 diputados por delante del segundo, el Partido Socialista, con 85.

Reforma constitucional y de la Ley electoral

Génova ha tenido que virar a marchas forzadas la estrategia del "rodillo" parlamentario. En tiempos de mayoría absoluta los populares no pactaban ni proposiciones no de ley, que tienen un carácter simbólico. Esta vez están dispuestos a la reforma de la Constitución, la revisión de la financiación de las comunidades, la reforma laboral y la ley electoral. Y también, a ofrecer vicepresidencias los socialistas y pactar los Presupuestos de 2017.

Reformar la Carta Magna es una petición que el PSOE lleva en su programa y saben que sólo sería posible con el PP: modificar el artículo 135 de la Constitución, reformar el Senado o añadir derechos sociales, entre otras cuestiones. Juntos suman 222 escaños en la cámara baja y 194 en la cámara alta, por lo que una gran coalición podría permitirlo: se requieren 210 diputados en el Congreso y 160 en el Senado. En cuanto a la financiación autonómica, en los Consejos de Política Fiscal y Autonómica existe un clamor de queja entre las autonomías del PSOE sobre la necesidad de un cambio en el marco legal estatal.

El PP también quisiera un pacto con C's, a quien le interesa la reforma de la ley electoral. Este acuerdo apuntalaría la gran coalición y daría oxígeno a Sánchez en aquello en que los socialistas no le puedan apoyar. Los de Albert Rivera tienen un debate soterrado sobre el veto a Rajoy. La formación naranja no hablará en firme hasta saber qué decidirá el PSOE en el comité federal del próximo 9 de julio. De ellos no dependerá de que haya terceras elecciones y de momento, han priorizado la posibilidad de una mesa a tres con PP y PSOE para no quedarse fuera.

El silencio reinará algunos días mediáticamente. Moncloa ha avisado de que los contactos serán discretos y las llamadas "no se radiarán continuamente" a la prensa.

Abstención, no abstención

Ferraz ya ha rechazado entrar en un gobierno de gran coalición. Es decir, que no habrá ministros del PSOE. Ahora la pelota juega en el terreno de la abstención o no abstención, cuántas, y el precio que podría tener para el PP. Es decir, una gran coalición programática.

El silencio impera en torno a la figura de Pedro Sánchez, entrecortado debido a las voces de algunos barones. El líder del partido está desde la noche electoral fuera de la escena política y se ha dedicado a trabajar a puerta cerrada. La dirección defenderá en el comité federal no dejar pasar a su rival, pero otros líderes territoriales piensan diferente. El presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, ha sugerido a título personal que podrían ceder las mínimas abstenciones para que gobierne Rajoy.

La presidenta de Andalucía, Susana Díaz, tampoco quiere la gran coalición, pese a que es de la opinión de sacar provecho de la situación y "no dar cheques en blanco". Tampoco tendrá tanto peso su posición tras verse perjudicada porque el PP ganó el 26-J en Andalucía. Ahora bien, Díaz no se opondrá a que Sánchez consulte las bases del partido cualquier pacto, aunque militancia suele ser fiel a lo que sugiera el líder, según la experiencia.

Inestabilidad política

Rajoy sabe que no está pidiendo un gesto fácil a Sánchez y mientras éste se lo piensa, los populares han llamado a Coalición Canaria. El PP quiere ser pragmático. Primero, para dar oxígeno al rival hasta que se constituyan las Cortes el 19 de julio, y segundo, para tantear una segunda o tercera opción. Aunque cualquier fórmula que se aleje de un acuerdo programático y reformas con el PSOE corre riesgo de inestabilidad política y legislativa.

Con el 'sí' de Ciudadanos, PNV, Coalición Canaria y la abstención de Nueva Canarias, Rajoy sería investido con 175 'sí' y 174 'no'. No está claro qué harán PNV y NC, si bien han dado la negativa de momento. Los nacionalistas vascos podrían acceder a ayudar, a cambio de generar junto con PP o PSOE un dique de contención a Podemos en las elecciones autonómicas en Euskadi, después del verano. Entre "las abstenciones mínimas" que contemplan los socialistas podría estar la del diputado Pedro Quevedo, de Nueva Canarias. Si PNV y NC se oponen definitivamente, un pacto bilateral con C 's debería necesitar entonces la abstención del PSOE. Ante este entendimiento, el tándem PP-C 's (169) debería llegar a acuerdos puntuales con algunas fuerzas para poder sacar leyes adelante.

Si no hay acuerdo de programa y Rajoy pasa la investidura con un gobierno en minoría (137 diputados), el PP debería salvar cada ley con muchos esfuerzos. Ciudadanos, Podemos y PSOE podrían demoler con sus votos la obra legislativa de los populares y la inestabilidad apoderaría del legislativo. Ejemplo es que durante la legislatura fallida el parlamento aprobó paralizar la LOMCE, como consecuencia de una proposición no de ley. Esta no llegó a seguir su curso porque se disolvieron las Cortes. España tiene una democracia parlamentaria y si el Congreso actúa por un lado y el gobierno por otro, a la larga cae el Ejecutivo.

Es difícil que PSOE, C 's y Podemos pudieran ahora llegar a un acuerdo de gobierno o investidura. Si no lo hicieran una vez fracasara Rajoy, se iría a terceras elecciones. Existen motivos para no llegar a esta segunda pantalla, más incierta, tras la experiencia de cuatro meses de negociaciones.

Merkel llama

Mientras las llamadas de tipo doméstico son discretas, los contactos internacionales se hacen evidentes. La canciller alemana, Angela Merkel, llamó esta semana a Rajoy para saber cuándo habría gobierno. El Estado español fue multado por incumplir las previsiones de déficit del año 2016 y el próximo Ejecutivo deberá recortar 8.000 millones de euros. La Comisión Europea ha mediado para que la sanción sea aplazada y la senda de cumplimiento del déficit, alargada. El Ejecutivo del PP tiene buena reputación en la UE: si no ha cumplido el déficit, no es porque no haya aplicado las recetas de Bruselas. España ya ha repetido una vez las elecciones y el contexto pide un gobierno. El Banco de España y la patronal consideran que la inestabilidad política frenaría el crecimiento y la creación de empleo.

El protocolo podría no ser necesario esta vez. Rajoy quiere abrir el melón constitucional. Sánchez pidió perdón por el adjetivo "indecente" en la precampaña electoral. Y Merkel podría volver a llamar. España se sitúa al borde de la gran coalición, escenario que no ha conocido nunca, pero la rica Alemania y la rescatada Grecia, sí.