Cuarenta años después no estaría asegurada la fotografía del Rey en las Cortes Españolas sancionando una Constitución aprobada por el pueblo en las urnas y que permitía pasar de la dictadura a la democracia. En su aniversario, tanto la norma suprema como el jefe del Estado, que una legitima al otro, están fuertemente cuestionadas.

La mayoría de españoles no ha dado su visto bueno a la Constitución. Sólo la han votado los que hoy tienen 58 años o más. En torno a una cuarta parte de la población. Esto hasta cierto punto puede ser normal: la Constitución de Estados Unidos no lo ha votado nadie vivo, después de 231 años vigente. Pero no se enfrenta al nivel de reprobación de la española.

El CIS hecho público este martes, víspera del 40º aniversario de la Constitución, no pregunta sobre la norma suprema. Tampoco lo hizo el barómetro del mes de octubre. Pero sí el de septiembre. Sobre su desarrollo, el 47,3% se mostraba "satisfecho" o "muy satisfecho" y el 45,2% se expresaba "poco o nada satisfecho" o "regular". Más clarificadoras eran las respuestas a la pregunta si es necesaria reformarla: el 69,6% respondía que sí, y sólo el 14,9% que no hace falta.

Esta opinión se acentúa en puntos del Estado como Catalunya o el País Vasco. La crisis territorial ha sido, sin duda, uno de los factores determinantes. La tercera ola del CEO de la Generalitat, hecha pública hace dos semanas, preguntaba qué votaría "si se volviera a celebrar un referéndum por decidir sobre la actual Constitución española aprobada en 1978". El 57% votaría en contra y sólo el 17,4% a favor. Contrasta, y mucho, con el resultado del referéndum de ahora hace cuatro décadas. En Catalunya, el  se impuso sobre el no en una relación de 90,4% contra 4,6%.

Lo mismo pasa con la monarquía borbónica, uno de los pilares fundamentales del pacto constitucional del 78 y de la misma Transición. En la víspera del aniversario de la Constitución, el CIS tampoco pregunta sobre la Casa Real. No lo hace desde 2015, con los escándalos de Juan Carlos I. Pero hay otras encuestas que sí que lo hacen. Es el caso del sondeo de Electomanía para CTXT, que sitúa el apoyo a la monarquía por debajo del 50%, en el 49,9%. En el caso de Catalunya se sitúa en el 18,8% y en el caso del País Vasco se sitúa en el 21,7%.

Según la primera ola del CEO de este año, en una escala de 0 al 10, el 60,3% de los catalanes puntuaban con un 0 la monarquía. Y casi cuatro de cada cinco (77,9%) la suspendían con una nota inferior al 5.

De la misma manera, los vascos también suspenden a la monarquía. Según el Euskobarometro de octubre de 2017, el Rey era uno de los peores valorados, con un 2,8, junto con la OTAN, las Fuerzas Armadas y los partidos políticos. Por detrás sólo se sitúan la Iglesia, el Tribunal Constitucional, el Congreso de Diputados y la administración de justicia (2,5) y el Senado y el gobierno español (1,9).

Con una Constitución más que cuestionada el día que cumple cuatro décadas, analizamos su vigencia y crisis de legitimidad. El Nacional conversación con un catedrático y una profesora de Derecho Constitucional, un exletrado del Tribunal Constitucional, un exdiputado que estuvo en el epicentro del debate constituyente y un historiador. El diagnóstico es el de un texto que, si bien llegó a servir para hacer la transición a la democracia, hoy muestra múltiples síntomas de agotamiento, pero las perspectivas de renovación no son justamente optimistas.

Vox andalusia EFE

Urías: "Vox es la constatación de que la Constitución es de un bando"

Joaquín Urías fue letrado del Tribunal Constitucional entre el 2005 y el 2010. A pesar de eso, es muy crítico con la actuación del alto tribunal, que cree que ha "contribuido" a la crisis constitucional. "Funcionó muy bien al principio", explica. Pero después cambió. "Ha modificado el espíritu de la Constitución", lamenta. El estado casi federal que dibujaba la Constitución ha quedado reducido a un "Estado centralista". Y, en los últimos años, "siempre ha tomado partido por el poder, de los que mandan, ante los ciudadanos", lamenta. "En el caso de Catalunya, ha quedado más claro que nunca".

Para el jurista, uno de los síntomas más evidente de "agotamiento" es la irrupción de Vox y todo lo que representa. "Vox, que representa todo lo contrario de los valores de la Constitución, se presenta como un partido constitucionalista", denuncia. Y desarrolla el argumento: "Cuando hemos reducido la Constitución al programa político de la derecha, llega un partido que no defiende los derechos fundamentales o el Estado autonómico, pero que dice que Catalunya tiene que ser España, y se lo sitúa en los constitucionalista. Es la constatación de que la Constitución no es de todos, sino de un bando".

Si bien valora positivamente los primeros veinte años de Constitución, Urías ahora cree que "se ha quedado corta, es insuficiente para regular una democracia adelantada". Al contrario, piensa que se ha convertido en un "arma arrojadiza" y en "patrimonio de una determinada derecha centralista y mucho retrograda". Frente a eso, propone una actualización en profundidad. No sólo se trata de tocar el contenido, sino hacer que todos aquellos que no la votaron se puedan sentir identificados y representados.

Sobre la crisis de la monarquía, asegura que "cuando hay crisis, lo primero que se cuestiona son las instituciones más dudosas". En este sentido, sostiene que es una de las instituciones "más difíciles de asumir" para la gente más joven. "Que el jefe del Estado se escoja por herencia es chocante. Puede ser democrático, pero es chocante", dice.

En el escenario actual, el profesor de la Universidad de Sevilla ve muy complicado resolver la doble crisis de legitimidad. "La única posibilidad de que veo es un proceso constituyente que lleve a un nuevo texto, pero por ahora veo poco margen", admite. Y añade: "El tema catalán no ayuda, porque una parte de la población lo vería como una cesión. El bloqueo es total. Cada vez más, estamos sin Constitución y poder cambiarla".

Arbós: "El mito fundacional de la Transición ya no funciona"

Xavier Arbós, catedrático de Derecho Constitucional de la UB, recuerda la importancia de los mitos fundacionales: en base a una realidad, se construye un imaginario para cohesionar la nación. En el caso de los Estados Unidos, son los padres fundadores. Y en el caso de España, la Transición y su obra. "El mito es que por primera vez la gente que se había matado durante la guerra civil era capaz de ponerse de acuerdo para construir un futuro", señala. "Este mito decae con el tiempo, ya no funciona, entra en crisis", añade.

"Por ejemplo, la monarquía ahora tiene un grado de crítica que quizás no tenía en el pasado. El CIS no pregunta, pero sabemos por otras encuestas que una parte importante de la población ya no está de acuerdo", asegura. En la crisis constitucional, explica Arbós, hay dos elementos cruciales: el 15-M y el conflicto catalán. Los dos cuestionan el sistema durante la última década y reclama las "promesas incumplidas". Atrás queda un balance positivo, en que permite acceder a la democracia. Ahora, sostiene, estamos ante una crisis de legitimidad.

¿Cómo se puede arreglar? El constitucionalista defiende que lo más importante es el cómo, y este cómo es la búsqueda de consensos amplios. "Sólo desde este consenso saldrá una Constitución que pueda tapar los agujeros de la crisis de legitimidad", argumenta. A pesar de todo, admite que ahora es complicado, porque "hay posiciones más polarizadas en el tema territorial que en el 78".

"Para decirlo lisa y llanamente: después del resultado de las andaluzas, tronco todavía más pesimista sobre esta reforma constitucional", afirma Arbós. "Si ya es inverosímil una mesa con Casado y Rivera a un lado y el president Torra en el otro, sumemos la influencia de Vox", lamentado el catedrático. Si llega a ser un actor a tener en cuenta para la reforma constitucional, advierte, "el problema ya no será tener un consenso sobre centralización o recentralización, sino sobre cuestiones como la igualdad".

23f

Nebrera: "Acabará habiendo un debate sobre si la monarquía tiene sentido"

Mirándolo desde el presente, "las perspectivas y oportunidades que daba la Constitución del 78 quizás no han sido utilizadas de la mejor manera posible". En estos términos se expresa Montserrat Nebrera, profesora de derecho constitucional en la UIC y exlíder del PPC. Y señala un detonante principal: "Por parte de todas las partes implicadas ha habido en un momento u otro una falta de lealtad institucional, que es el cemento que aguanta las estructuras complejas".

Uno de los principales motivos del desencuentro ha sido que las interpretaciones diferentes que se hacen de la Constitución están cada vez más alejadas. "En un momento histórico, cuando dejas un tiempo de oscuridad, es más fácil ponerse de acuerdo", explica Nebrera. "Pero, a medida que das por descontadas determinadas cosas, llega un momento en que las posiciones se alejan. Ahora hay unos que quieren eliminar o salir de esta Constitución y otros que quieren ponerle un candado para que nadie pueda marcha", desarrolla.

¿Ha perdido legitimidad, la norma suprema? "El pacto, como concepto, no. Pero sobre, por el contenido, probablemente es muy necesario encontrar otro pacto", responde la constitucionalista. Hay "que "repensar" aquello que salió mal. "Una estructura homogénea para un Estado como el español evitaba algunos miedos, pero no fue el más adecuado. Tenemos grandes asimetrías, y tenemos que ser capaces de mantenerlas, defensa.

Nebrera defiende el papel que ha jugado la monarquía para dejar atrás la dictadura, pero también afirma que, tarde o temprano, "acabará habiendo un debate sobre si está pasada de moda una magistratura que es hereditaria, si tendrá sentido". Con el grado de "visceralidad" actual, ve difícil que pueda prosperar el diálogo para un nuevo pacto. A la larga, sostiene, la solución pasa un fortalecimiento de la Unión Europea que diluya las estructuras estatales. "Una Europa de las grandes metropolis, quizás", dice.

Milian Mestre: "Si falla la justicia, falla el sistema democrático"

Manuel Milian Mestre, cofundador del Partido Popular y el hombre de Manuel Fraga en Catalunya, estuvo en el epicentro del debate constituyente, y a su manera participó. Y hace un balance muy positivo, después de que el Rey hiciera un "volantazo" para llevar España hacia una democracia. Admite que la monarquía "ha cometido errores muy grandes", y no niega la legitimidad de su cuestionamiento, pero subraya cuál era el punto de partida de la Transición. "Él va destatar el que estaba atado y bien atado", afirma.

A pesar de todo, admite algunos déficits de la Constitución. Por ejemplo, el artículo 2, que habla de "nacionalidades y regiones". En este punto, explica, Adolfo Suárez "hizo una jugada de no hacer la distinción de quien era qué, y eso llevó al café para todos". Por eso cree que, con una enmienda constitucional al estilo norteamericano, que aclarara que Catalunya es una nacionalidad y por lo tanto tiene un derechos diferentes, "se podría resolver gran parte del problema catalán".

De hecho, Milian Mestre no cree que sea necesaria una reforma en profundidad de la Constitución, sino que hay bastante de interpretar abiertamente sus ambivalencias calculadas, hecho que no ha pasado durante la última década. "Si coges la Constitución a rajatabla, no se puede hacer el referéndum. Pero si interpretas el espíritu de la Constitución, tal vez sí que se puede, porque los padres constitucionales fueron muy astutos de dejar sombras de ambivalencia", defensa.

La crisis de legitimidad, según su opinión, viene sobre todo de parte de la cúpula judicial y los altos tribunales. "El poder judicial viene decidido por el Congreso de Diputados a través de los partidos políticos, y eso condiciona a los jueces que llegan", denuncia. Y alerta: "Si la justicia falla, falla el sistema democrático. Es el último baluart donde puede acudir el ciudadano". En este sentido, dice que no se traga la decisión del Supremo sobre los impuestos de las hipotecas.

"Se da la paradoja que aquellos que en su momento cuestionaron la Constitución, como el señor Aznar, después se ha pegado como si fuera la teta de la cual servirse", ironiza Milian Mestre.

Adolfo Suárez

Culla: "Hay dos salidas: una reforma en profundidad o el hundimiento del régimen"

El balance del historiador Joan B. Culla es "complejo, de claroscuros." "No se puede decir que haya sido una catástrofe, ni 40 años vergonzosos, pero tampoco se puede decir que hayan sido 40 años idílicos", resume. Cree que en su momento era el máximo que todos los actores sabían que podían alcanzar, pero que estaba la voluntad --después olvidada en un cajón-- de revisarla una vez pasada la amenaza. "El cadáver de Franco todavía era tibio", señala.

Pero esta revisión no llegó. Si en alguna cosa puntual, como el matrimonio gay o el servicio militar, que se hizo desde una interpretación abierta y flexible. "En cambio, con respecto a las estructuras de poder, no sólo habido una evolución, sino que se ha producido una involución", lamenta. En este sentido, recuerda cómo el TC el año 83 tumbó la LOAPA. "Hoy sería impensable aquella sentencia. Si Ciudadanos habla de expulsar los partidos nacionalistas del Congreso es porque no tiene la sensación que le" girará.

"A lo largo de los años, la Constitución, de ser un marco legal reformable e interpretable, se ha convertido en una especie de ídolo, de divinidad," asegura Coja|Recoja. Y añade: "Y los ídolos no se interpretan, sino que se los adora". Según su opinión, la Constitución ha sufrido un "proceso de fosilización", de la misma manera que la monarquía. "Su discurso del 3-O, por|para mucho que cortesanos y pelotas dijeran que fue su 23-F, no lo fue en absoluto", critica.

¿Cómo sale de aquí? Recurre a la historia comparada: "Cuándo un régimen entra en crisis, tiene dos salidas: o bien una reforma en profundidad, o bien el hundimiento de este régimen y la sustitución por otro". Y concluye: "Si no se aborda una reforma profunda, el sistema político español está condenado. Pueden pasar 3, 6, 9 o 12 años, pero está condenado".