Pocas horas tras el pistoletazo de salida a la campaña electoral, los principales partidos estatales se enfrentan a la carrera para el 26-J, conocedores de los resultados que les augura la encuesta preelectoral del CIS. Si las elecciones fueran hoy, el Partido Popular (PP) sería la primera fuerza (118-121), seguido de Unidos Podemos y las confluencias (88-92), que consolidaría el sorpasso, con la caída del PSOE en la tercera posición (80), y el mantenimiento de Ciudadanos en el cuarto lugar (38-39).

Cada uno de contendientes tiene unos objetivos determinados por el punto donde querrán estar el 27-J para la conformación de pactos. Sin embargo, estos resultados han colocado a los socialistas como pieza esencial del tablero, que podría llegar a decidir si da apoyo al gobierno del PP, o uno de Podemos, por activa o por pasiva, en ambos casos. La decisión conllevaría gobiernos con una ideología marcadamente distinta: por un lado, la moderada-conservadora, y por otro, la de izquierdas-progresista. 

Partido Popular: resistir y gran coalición

Bajo el lema "A favor", el objetivo primero del PP hasta este jueves era alcanzar el máximo de escaños en sus feudos rurales y entre los mayores de 65 años, para gobernar rozando la mayoría con Ciudadanos. Hasta el momento, PP y C 's habían sido vasos comunicantes, pero gracias al pacto con el PSOE, los de Albert Rivera habían comenzado a subir en intención de voto.

El pacto no se preveía fácil: Rivera había pedido en muchas ocasiones suplantar Rajoy por otro, como consecuencia de la corrupción dentro del partido. Sin embargo, había ido retrocediendo posiciones y ambos parecían cada vez más proclives a un entendimiento. En este escenario, la previsión del jefe de campaña, Jorge Moragas, era llegar a los 130 escaños, defender el mantenimiento de líder popular y garantizar la continuidad de su programa. Por ese motivo, hace unos días anunciaron que lucharían por entrar en 8-9 provincias, donde C 's no obtuvo diputado, pero los dificultó el logro al PP.

Con las encuestas preelectorales actualizadas, el PP tendrá que tirar de su plan B, como hace unas semanas anunciaba El Nacional. La estrategia de polarizar el voto y avivar el miedo a los extremismos perseguía convertirse en el voto útil de la derecha, en detrimento de C's. Asimismo, le podría servir para presentarle al PSOE un marco con el que agarrarse a la gran coalición: si Podemos es "el caos", los partidos "constitucionalistas" deberían sumar esfuerzos entre ellos.

Ese es el mantra que a Génova han repetido por activa y por pasiva las últimas semanas. De hecho, es sintomático que Rajoy no quisiera un cara a cara con Sánchez: ¿para qué enfrentarse con alguien de quien espera un favor? Ello habría situado al de Ferraz en el extremo donde quería a Iglesias. Génova no será beligerante con sus adversarios.

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Unidos Podemos: mantener el sorpasso

Con el lema "Un país contigo" y gracias a una pinza de 88-92 escaños, la coalición forjada por Pablo Iglesias y Alberto Garzón ha logrado el objetivo previsto: la possibilidad de sorpasso al PSOE. Ya colocados en el segundo lugar, con una amplia distancia, han situado a los de Pedro Sánchez en la tesitura que siempre desearon: la de forzarlos a elegir entre Rajoy o Iglesias. Es decir, entre la gran coalición, o el gobierno de izquierdas a la valenciana. 

El sorpasso ha cobrado vida tras haber blindado la izquierda, convirtiéndose en el voto útil de los ciudadanos progresistas. Estos se podrían sentirse seducidos por la mano tendida de la formación morada a un pacto con Ferraz. Los podemitas han cocinado el relato de dar el sorpasso al PP y no se han mostrado nada beligerantes con Sánchez ni con los barones, dejando allanado el camino para acercarse los la mano después del 26-J.

La ofensiva de la formación verde-morada, transcurrirá en el mediterráneo, extremando la presión sobre Andalucía, tras haberse hecho con Catalunya. No por casualidad, estas regiones más pobladas, fueron los históricos caladeros de los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, con un perfil marcado de votante de izquierdas.

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PSOE: movilizar votos, salvar el cuello de Sánchez

Bajo el lema "un Sí para el cambio" y después de conocer el advenimiento de un hipotético sorpasso, el PSOE tendrá que intentar movilizar a sus votantes, desanimados ante las dificultades que se anuncian para mantenerse en la segunda fuerza del tablero electoral.

Los electores del PSOE tienen un perfil estadísticamente menos interesado en la política y más abstencionista: jubilados, ciudadanos mayores de 55 años, mujeres, o trabajadores no cualificados. Además, la jugada de Unidos Podemos ha empujado al PSOE a luchar por el centro con Ciudadanos, quienes le toman voto de jóvenes socialistas contentos con la gestión de Rivera al frente de las negociaciones. No por casualidad, Sánchez citó al expresidente centrista Adolfo Suárez hace unas semanas: la guerra en Rivera es encubierta pero tendrá que estar presente para sobrevivir.

El secretario general socialista tendrá también que luchar por mantener la confianza de sus compañeros, aplacando a los barones que le podrían montar motines públicamente, hecho que podrían castigar los ciudadanos. Y de mientras, el madrileño tendrá que empezar a decidir a quién le da la gobernabilidad, a la luz de las encuestas: o ser el facilitador de la gran coalición, o limar las asperezas con Iglesias y convertirse en su vicepresidente. Con todo lo que conlleva: también el derecho a decidir.

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Ciudadanos: tener visibilidad, arañar al PSOE

El hecho de jugar a ser partido bisagra, como ha hecho Ciudadanos en los últimos meses, sumado a la polarización de la campaña por parte de PP y Podemos, le ha adjudicado a Rivera un papel menos protagonista, que sin embargo, le ha servido para sostener a sus 40 diputados (38-39) a la luz del CIS. Ahora bien, escenificaciones como el viaje a Venezuela no le hacen ningún favor: si polariza la campaña, el voto útil moderado será para PP. Por el contrario, la formación naranja podría aprovechar el filón de recibir votos socialistas, dejando de lado el pacto de no-agresión instalado silenciosamente entre ellos. Eso, y consolidar los votos de los liberales jóvenes, que provenían de Génova gracias a la brecha generacional.

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Así las cosas, parece que unas terceras elecciones no serían de esperar en un momento en que la Unión Europea y los poderes económicos advierten sobre el incumplimiento de los objetivos de déficit y las consecuencias negativas de la incertidumbre política. PP o Podemos, a la luz del CIS, es el reto al que Sánchez tendrá que enfrentarse, colocándose en un auténtico Zugzwang: aquella posición en que se encuentra el jugador de ajedrez, cuando haga el movimiento que haga, sólo puede terminar en un escenario peor.