Resistir con solo 33 diputados de los 135 del Parlament no es fácil. Por más que ERC considere que con los presupuestos de este año aprobados tiene aire suficiente para aguantar lo que queda de legislatura, a cada pleno que pasa los grupos de la Cámara se encargan de recordar al president de la Generalitat, Pere Aragonès, la fragilidad de sus apoyos y la complejidad de la geometría variable en que ha decidido vivir instalado. Incluso para aprobar el decreto contra la sequía el Govern Aragonès ha tenido que sudar la camiseta y aguantar la respiración hasta el último instante bajo una lluvia de reproches de todo el arco parlamentario. Finalmente, el decreto se ha aprobado gracias a la abstención de los 79 diputados de PSC, Junts, CUP y comunes. Solo el diputado de Vox Antonio Gallego, ahora no adscrito, ha apoyado al Govern y ha sumado su voto a favor al de los 33 diputados republicanos, frente a los 19 votos en contra de PP, Cs y Vox.

La sesión de control en el Parlament ha ofrecido a Aragonès el primer baño de realidad, después de aterrizar de su gira de 9 días por Latinoamérica. Las acusaciones sobre la incapacidad del Govern para negociar y llegar a acuerdos le han llovido desde los escaños de los comunes, Junts y el PSC, los tres grupos en que el ejecutivo tendría que fundamentar la geometría variable que le tendría que permitir sacar adelante sus propuestas.

Toque de atención

El primer secretario del PSC, Salvador Illa, ha insistido en la disposición en buscar acuerdos con el Govern, pero ha exigido negociación y diálogo para consensuar las diferentes carpetas. "Hablar, siempre; disposición a colaborar, toda; imposiciones, ninguna", ha advertido. En términos similares se ha expresado el presidente del grupo de Junts, Albert Batet, que ha acusado a los republicanos de hacer un uso partidista y electoralista del Govern; o David Cid, de los comunes, que ha advertido que el ejecutivo de Aragonès "no planifica, no dialoga, no acuerda y sobre todo no negocia".

El Govern ha tenido que recular y garantizar que incorporará los acuerdos a que se llegue con los grupos para luchar contra la sequía. De hecho, no tendrá más remedio porque el pleno ha acordado -con el voto a favor de todos los grupos, excepto ERC i el exdiputado de Vox, que ha votado en contra- que el decreto se tramite como proyecto de ley, lo cual permitirá incorporar todas las enmiendas que aprueben los grupos. En cualquier caso, tanto PSC, como Junts, CUP y comuns han dejado claro que la abstención que ha permitido sacar adelante el decreto contra la sequía era un toque de atención.

Múltiples frentes

Pero la sequía no es el único frente abierto que tiene Aragonès. Junto en el decreto contra la sequía, los grupos no perdonan al ejecutivo el patinazo del conseller de Drets Socials, Carles Campuzano, de participar en un acto electoral de Gabriel Rufián en Santa Coloma en qué ERC garantizó el apoyo de la Generalitat para construir en este municipio una segunda residencia si ERC consigue gobernar este consistorio, feudo histórico del PSC y Núria Parlon.

Los grupos reprochan igualmente el decreto de reestructuración del Cuerpo de los Mossos que ha aprobado el conseller Joan Ignasi Elena o la gestión que Josep González Cambray, sobre cualquiera de las crisis que va encadenando. Pero, además, la oposición no perdona al president de la Generalitat el resultado de los nueve días de gira por Latinoamérica, en la que Aragonès no ha conseguido que lo recibiera ningún presidente después de visitar cuatro países i tras el fiasco de la reunión con el presidente colombiano, Gustavo Petro.

El president ha tenido que escuchar cómo el popular Alejandro Fernàndez le emplazaba a dedicar el dinero de la política exterior a ayudar a los empresarios en lugar "de cogerse unas vacaciones de nueve días pagadas por todos y avergonzando a propios y extraños". Por más que Aragonès ha reiterado, como hizo ayer el Govern, que se había reunido con cinco ministros de tres países y ha atribuido a las críticas a la pretensión de las derechas de impedir la acción exterior del Govern, lo cierto es que los reproches de los populares no hacen más que añadirse a las críticas del PSC y de Junts, que hoy mismo se han vuelto a escuchar durante la sesión de control.