Todos los veranos teníamos que pensar dónde comeríamos el día de Santa María. Un restaurante para un grupo familiar que estuviera abierto el 15 de agosto, el día en que hasta el que no puede hacer vacaciones las hace. ¡Qué suerte que este fuera nuestro único estrés durante las vacaciones! Sí, formo parte de una de esas familias colonizadas por el nombre de María. Mi bisabuela, mi abuela, mi madre y mi prima se llaman así. Y es uno de mis segundos nombres del bautizo. Como el de mi hija, Vita. Pero el suyo fue por obligación. Los mismos familiares italianos que no me llamaron para preguntarme cómo estaba después de mis abortos, con la justificación de que "si Diò non ha voluto, meglio cosí”, me llamaban para advertirme: li raccomando la bimba deve portare il nome de la Madonna. El nombre de Vita no era ni mucho menos la opción número uno. Pero no le quería poner Allegra o Gioia, como los nombres que había pensado para los otros embarazos, que no tuvieron un final feliz. Una amiga me dijo que había soñado que tendría una hija y que se llamaría Vita. Yo pensé que solamente con que pudiera ser madre y que el bebé estuviera vivo y bien, me daban igual el sexo y el nombre… Y este verano Vita Maria ya tiene diez años y este año estamos en Barcelona el día 15, pero ahora es mi abuela la que no está, fallecida hace dos años. Tampoco el resto de la familia, que desde que murió la yaya Maria han podido dejar de partir las vacaciones para celebrar el día de Assumptio Beatae Mariae Virgini con ella en la ciudad condal. Una fiesta celebrada por la Iglesia católica en Oriente desde el siglo VI.
—¿Vas a querer hacer la comunión? —le pregunto a mi hija, que va a una escuela laica.
—¿El qué? —me responde. Y recuerdo como una de estas noches, jugando al Trivial Family, no sabía que un duro eran cinco pesetas.
Tenemos suerte de estar en la Cerdanya durante estas olas de calor. Antes, cuando me decían si era más de mar o de montaña, siempre decía de mar. A día de hoy, cambiaría la respuesta. Como viajo mucho durante el año, parar es una delicia. Igual que —como por trabajo bebo y como mucho fuera de casa—, durante las vacaciones, no beber alcohol y cambiarlo por infusiones de cúrcuma me parece la mejor solución antiinflamatoria. Y no estoy hablando solo de alimentación. Mi padre solo nos hacía viajar por zonas donde crecía la viña para aprender sobre nuevas denominaciones de origen, y le encanta ir haciendo sobre la marcha. Cuando tenía unos trece años, acabamos durmiendo en el coche porque no habíamos reservado hotel en la zona de Cinque Terre en un Ferragosto. Supongo que hoy sigue todo igual de abarrotado. Lo que no entiendo es cómo se lo monta la gente para hacer tantos días de vacaciones. Puede ser, y lo digo con el rencor de una madre free-lance, pero flipo cómo disminuyen el número de mails de finales de junio hasta después de la fiesta de la Mercè. ¡No hay cartera que pueda aguantarlo!
Degustad estos días, porque pronto el día se irá haciendo más corto de luz y las hojas irán cambiando de color
Antes, en mi barrio de Sants, era muy difícil encontrar tiendas abiertas, incluso hasta la llegada de las fiestas de Sants a finales de agosto. Ahora, las grandes superficies y que la gente haga las vacaciones escalonadamente lo hace más llevadero. Si yo tuviera un trabajo normal y no tuviera niños, escogería trabajar en agosto, porque todo va a medio gas. Pero es verdad que el calor en la ciudad cuesta. Reconozco que cuando me he tenido que quedar en agosto en Catalunya me he ido a buscar alturas y contraste térmico de noche. Como, por ejemplo, en 2017, embarazada de 37 semanas de Leo, o este año, que he querido volver a la calma de los Pirineos y dormir con un nórdico. Todo esto, sumado a estar más de una semana sin trabajar, me parece el mejor de los lujos. Como lujo es ir a comprar al Carrefour de Alp y ver a todos los cayetanos que llenan las iglesias. Aunque la traca mayor en Puigcerdà llega después del 15 de agosto, cuando ya han terminado la primera parte de las vacaciones en la playa. La Costa Brava, las Maldivas o Menorca están en el podio.
Seguramente porque durante el año me muevo demasiado, durante las vacaciones necesito no coger más aviones. Por primer año, he leído más de lo que he escrito y he amado más de lo que he mirado el móvil. Si Santa María es la personificación de la bondad, la sumisión y la maternidad, mi abuela lo era de la rigidez, del perfeccionismo y del workalcoholismo antes de que existiera el término. Una mujer que no pudo estudiar y que de mayor lo hizo, convirtiéndose en un genio de las finanzas. Por eso no la queríamos defraudar por su santo, el cual celebraba incluso más que su cumpleaños.
—El único que me felicita por mi santo es Xavier Grasset —me dijo Daniel.
—Y es que este año se me ha pasado… —le contesté. ¡Pero si no estás ni bautizado! —le digo.
—Tranquila. Ya le he contestado que el verdadero santo es él por acordarse.
Pues sí, celebrémoslo todo: los santos y el Ferragosto (con el éxodo hacia el mar o la montaña que ello conlleva). Recordando que hoy también es una fiesta laica en nombre de Agustus, que data del siglo XVIII antes de Cristo, para celebrar el fin de los trabajos agrícolas. Degustad estos días, porque pronto el día se irá haciendo más corto de luz y las hojas irán cambiando de color y echaremos de menos el summertime sadness de Lana Del Rey.