En Catalunya hay entre 200 y 300 radios públicas. De estas, hay una que tiene registrada como marca propia la frase “La radio nacional de Catalunya”. Supongo que lo habréis oído tantas veces que no hace falta que os revele de qué radio se trata. De hecho, en la web de 3Cat, en el apartado Catràdio, esta frase se puede leer en el encabezado. Aun así, esta semana circulaba por las redes una captura de pantalla de una notificación que la radio enviaba a los suscriptores de su aplicación. Junto al símbolo de la radio, aparecía destacado en letras mayúsculas “La pública te informa” y anunciaba un amplio despliegue de los servicios informativos de Catalunya Ràdio para seguir la última hora de la Flotilla que se dirigía a Gaza.
No quiero generar ninguna molestia a quien sea responsable de este hecho, ya que es una anécdota. Aun así, me sirve como ejemplo de una dinámica que hace tiempo que dura y que sí quiero subrayar, porque la considero bastante negativa para Catalunya: la modificación del imaginario colectivo de los catalanes para pasar de un marco mental de nación —nacional— a un marco mental administrativista —público— que empezó con fuerza con el primer tripartito, en 2003, que pretendía borrar el pujolismo.
No era fácil de explicar que, para hacer evidente un cambio en el gobierno de un país, este país dejara de ser tratado como una nación. Porque si es así, entonces no estamos hablando de un cambio de gobierno, sino de un cambio de otra cosa. En aquel momento, no lo lograron del todo. Dentro del tripartito estaba Esquerra Republicana y para ellos eso debía de ser complicado; por eso se empezaron a trabajar ideas para superar el nacionalismo, como el republicanismo o el independentismo. Pero las semillas estaban plantadas: renuncia explícita al nacionalismo, como si el nacionalismo no pudiera ser de izquierdas. Y sobredimensionamiento de lo público confrontándolo a lo privado o concertado, cuando esto es muy característico de Catalunya.
No puedes exigir ambición nacional a los medios públicos si fuiste el creador del independentismo no nacionalista
Veinte años después, y sin haber logrado la independencia, nos encontramos con que falta la idea de “hacer país” en todos los ámbitos públicos: escuela, medios, administración. Tampoco existe el esfuerzo por la calidad; les basta con ser, no necesitan hacer. Es una cuestión importante, ya que todos los países, incluso los que tienen reconocimiento de estado independiente, desarrollan políticas para fortalecer su soberanía y proteger su identidad nacional, gobierne la derecha o la izquierda. En Catalunya, que no es un estado, que no dispone de las herramientas de un estado y que tiene un estado en contra, la idea de “hacer país” debería ser prioritaria. Pero no puedes exigir catalán en la escuela si fuiste el inventor del independentismo en castellano. No puedes exigir ambición nacional a los medios públicos si fuiste el creador del independentismo no nacionalista. No puedes exigir compromiso a la sociedad civil si has perseguido, perjudicado y estigmatizado todo lo que es privado o concertado.
Las banderas que ha levantado y levanta la izquierda y buena parte de la juventud de nuestro país contradicen la tradición histórica que ha permitido a Catalunya superar los problemas y avanzar: la conciencia y voluntad de ser una nación y una sociedad civil fuerte. Desconfiada de ponerlo todo en manos de los gobiernos —que casi siempre nos han sido adversos—. Orgullosa de su capacidad de hacer el trabajo bien hecho y de crear riqueza. Pero ahora también incapaz de reivindicarse frente al cambio mental del país. Hay entre 200 y 300 radios públicas en Catalunya. Solo una es reconocida como la Radio Nacional. En la era en la que lo que más importa es destacar la característica que te hace diferente, algunos creen que es necesario subrayar su carácter público.