De manera cíclica el PP solía decir que daba un giro al centro (expresión que se había convertido prácticamente en una parodia). En este congreso ha hecho dos cosas radicalmente diferentes: no ha dado ningún giro ni ha presumido de centro. En el cónclave que acaba hoy en Madrid, el PP se ha limitado a definirse como la única opción de echar a Pedro Sánchez de La Moncloa. En definitiva, quiere acabar provocando que a un hipotético votante de Vox se le genere la duda de si hacer un voto muy enfadado o un voto muy útil. Vox puede presumir de ser el partido en ascenso de España y el que tiene más apoyo entre los jóvenes. Pero desde que Vox le hizo un agujero al PP, en España solo han gobernado los socialistas. Y ojo que en Catalunya puede pasar el mismo, pero de eso ya hablaremos otro día en otro artículo.
Para gobernar, el PP hará bastante si consigue exactamente eso, ocupar el espacio que va de la socialdemocracia del PSOE a la extrema derecha de Vox. Cualquier excursión que lo balancee hacia uno de los dos extremos en el PP le sale mal: pierde votantes y credibilidad si quiere ser más de centro que los socialistas, y pierde votantes si -como Pablo Casado- quieres ser más radical que los de Santiago Abascal. Pero en este último caso, y así lo lleva comprobando unos cuantos años, si se acerca a Vox e incluso gobierna con ellos en algunos lugares, lo qué gana en las urnas lo pierde en el Congreso con la imposibilidad de encontrar socios parlamentarios. El nuevo PP de Feijóo busca, ahora sí, quedarse con el carril central de la derecha española y presentarse como la única alternativa real al PSOE, tal como recordó este sábado por la tarde en el discurso de presentación de la candidatura.
La Comunidad de Madrid y Badalona le marcan el camino a Feijóo de como residualitzar Vox
Y eso supone marcar un discurso netamente conservador y liberal, pero al mismo tiempo tener diferentes voces que vayan a los márgenes de este carril para coger el máximo de electores. Es así como se explica que Cayetana Álvarez de Toledo esté a la ejecutiva, una persona limítrofe con Vox, que se niega a ser entrevistada en catalán a pesar de ser la candidata del PP por Barcelona y que creció políticamente en los grupúsculos más antiindependentistas de Catalunya. Pero al mismo tiempo, el PP español ha dado protagonismo a Xavier García-Albiol, el alcalde de Badalona que sabe que una de las claves para mantener la mayoría absoluta es no pronunciar -precisamente- un discurso antinacionalista catalán.
Es más, García-Albiol, que en este congreso ha hecho de maestro de ceremonias, es uno de los responsables del fracaso de la famosa enmienda que Alejandro Fernández quería colar en que se descartara por escrito cualquier pacto con Junts. El alcalde de Badalona propició que la enmienda quedara diluida con una defensa genérica de la Constitución pero en ningún caso un veto explícito a escuchar a los independentistas. Para más inri, García-Albiol ha colado a la nueva ejecutiva estatal Juan Fernández una de sus manos derechas en Badalona y portavoz del PP en el Parlament de Catalunya. El 2023 Vox obtuvo sus mejores resultados electorales en unas elecciones municipales a nivel global pero en Badalona no obtuvo representación. En la comunidad de Madrid presidida por Isabel Díaz Ayuso, Vox sí que obtuvo representación (11 diputados) pero sin ninguna trascendencia porque de los 135 escaños de la Asamblea, 70 se los quedó el PP. Madrid y Badalona, cada uno con sus circunstancias, discursos y -sobre todo liderazgos- marcan el camino del PP sobre cómo inhibir Vox y que los populares gobernar sin tener las manos atadas. Y de rebote se ha revelado como la única manera práctica y útil de aplicar el famoso cordón sanitario contra la ultraderecha.
El PP haría bastante con llegar a los 160 diputados para no depender de Abascal
El sueño húmedo de cualquier partido es obtener la mayoría absoluta pero este objetivo es una utopía atendida la fragmentación actual. Ahora bien, justo por detrás de este hito hay otro más al alcance del PP: una victoria holgada con unos 160 diputados (ahora tiene 137) y que, aunque con Vox llegue a los 176 necesarios, no le haga falta tener que pactar con la extrema derecha. Es más, entre la opción fácil de un pacto PP-Vox y la alejada hipótesis de un tipo de entendimiento entre PP y Junts, hay un tercer escenario, intermedio, no descartable y más probable: el de una gran coalición encubierta PP-PSOE. Un partido socialista en descomposición y sin Pedro Sánchez facilitaría la investidura a Alberto Núñez Feijóo con el argumento que, puestos a gobernar, más vale que lo hagan acuñados por el PSOE que por Vox. Ahora bien, para llegar a cualquiera de estos tres estadios, el PP tiene que superar dos escollos: la capacidad de resiliencia de Pedro Sánchez y saber gestionar los meses en que, por más insistencia, no habrá elecciones y por lo tanto les tocará seguir haciendo de partido de la oposición.