Claro que Junts votará contra los Presupuestos de Jaume Giró. De hecho, estuvieron a un paso de votar en contra del penúltimo presupuesto Giró-Aragonès empujados por una corriente tan poco solvente como arrebatada.
Solo hay que recordar la intervención en el plenario del Parlament del nosurrender Canadell, en otoño de 2022. Echaba chispas. Era uno de aquellos espectáculos surrealistas que periódicamente ha ofrecido el sector más alocado de esta posconvergencia traumatizada.
Giró se sentaba en su escaño boquiabierto. Perplejo ante la oratoria desbocada de Canadell que consideraba inadmisible el apoyo de los Comuns mientras exigía que los aprobara la CUP que ya había dejado claro que ni hablar.
El exconseller de Economía es un hombre sensato y razonable. Y sabía —aunque lo intentó con ganas— que los anticapitalistas no le aprobarían el presupuesto ni que hubiera proclamado la colectivización de todos los medios de producción y la abolición de la propiedad privada. Ya quería, de hecho, entonces, abrir la negociación de los presupuestos al PSC por un sentido práctico y de responsabilidad.
Canadell ejerce como una especie de portavoz cupero de derechas. Su política fiscal se parece a la cupera como un huevo a una castaña. Pero tanto le daba porque formaba parte del atrezo parlamentario de su jefa de filas, erigida desde el primer día en Jefe de la Oposición.
Es la persistente actitud que ha acabado desbordando la paciencia del president Aragonès. Una parte de Junts, hostil al acuerdo de investidura, hacía una oposición feroz. La otra, intentaba sentarse en el Govern y gobernar. Aguantó todo a trancas y barrancas hasta que Puigdemont tramó la moción de censura a espaldas de la ejecutiva de Junts, del grupo parlamentario y del Govern.
Y lo cierto es que los ganadores de la consulta interna —con Puigdemont sudando la camiseta como nunca— han sido precisamente los sectores que no habían digerido el resultado electoral y que vivían la presidencia republicana, con Puigdemont a la cabeza, como una humillante fatalidad. Nada que hacer cuando la política se hace con el hígado.
Por el contrario, los presupuestos que aprobará Junts con los ojos cerrados son los de Núria Marín en la Diputación. A cambio de mantener la oficina de colocación que tan bien ha ilustrado la presidenta juntaire con los suyos patrocinados.
Y, para mayor claridad y remachando el clavo, la consulta que nunca se hará —a pesar del compromiso congresual de una noche de verano— es la de seguir haciendo el papel de estraza en la Diba. Un papelón a título oneroso, eso sí, que tendrá continuidad en la próxima legislatura sin ningún tipo de duda. Waterloo rules.