No hace tanto, en España mandaba Mariano Rajoy. Era la época en que el portavoz de los asuntos catalanes era José Manuel García-Margallo, ministro... ¡DE ASUNTOS EXTERIORES! Realmente, quien decidió que la gestión mediática de la cuestión relativa a separarse de España la llevara el ministro español de la cosa extranjera fue una idea tan brillante que parecía pensada por un indepe.

Pues bien, el Gobierno Sánchez persistió en la estrategia y situó al frente de Exteriores Josep Borrell, un personaje que tiene la virtud de que todo lo que toca lo convierte en munición argumental contraria al Estado. Aquí y, sobre todo, fuera.

Empezó con aquello de la España Global. Después de unas cuantas chapuzas de la altura del campanario de la Seu Vella de Lleida, el invento ha desaparecido de nuestras vidas a una velocidad que no la supera ni Marc Márquez a final de recta principal. Al final han tenido razón los que decían que el "global" venía de globo y que acabaría deshinchado o viajando a la estratosfera.

Para no alargarnos en el despropósito, tomemos sólo hechos de la última semana, la que ha acabado con el señor ministro comportándose como un adolescente maleducado. Ya lo ve, son las cosas que pasan cuando estás acostumbrado a que todas las entrevistas que te hacen sean un masaje, como diría Ferran Monegal, y un día que vas a un canal alemán te hacen preguntas normales y tú dices que la pelota se tuya, la coges y te vas a medio partido.

Empezamos el viaje del despropósito diplomático en México. Allí el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que había enviado una carta al rey Felipe VI y al papa Francisco para que pidan perdón por los abusos de los conquistadores españoles. La consecuencia ha sido una bonita crisis diplomática.

El viaje continúa por Francia donde 41 senadores pidieron la intervención de su país y de la UE "para encontrar soluciones políticas a un problema político". Las dos simpáticas particularidades han sido que estos 41 senadores lo eran de varios partidos y que han recibido muchas presiones. Y, como no podía ser de otra manera, la consecuencia ha sido otra bonita crisis diplomática.

Seguimos el viaje. ¿Le parece bien que ahora vayamos a Italia? El diario Left publicó un manifiesto firmado por políticos e intelectuales pidiendo la liberación de los presos políticos y la apertura de un diálogo político.

Y acabamos este entretenido itinerario por los incendios diplomáticos viajando a Israel. Allí la posición española en una comisión de investigación de la ONU ha sido desmarcarse de la postura europea y conseguir que el portavoz del ministerio de Exteriores de aquel país haya dicho que España ha hecho una cosa de la cual "no puede estar orgullosa".

España tiene suerte de que ya falta menos para el fin de semana y que a Borrell ya no le queda mucho tiempo para seguir trabajando en la ampliación de la base. De la base indepe, naturalmente. La próxima semana ya será otra cosa...