Donald Trump ha vuelto a hacer estallar la polémica, esta vez con la colaboración de Jerome Powell. El presidente de los Estados Unidos ha protagonizado un enfrentamiento público con el presidente de la Reserva Federal (Fed), durante un recorrido por las obras de renovación de la histórica sede del banco central norteamericano, situada en Washington. En una escena cargada de tensión, el republicano ha acusado a la Fed de gestionar de manera negligente el proyecto, asegurando que los sobrecostes ya superan los 3.100 millones de dólares. La reacción de Powell ha sido inmediata e insólita para los estándares habituales del entorno presidencial: en vez de adularlo o ceder, el presidente de la Fed ha rebatido la afirmación del mandatario ante los medios. "No he oído esta cifra de nadie", ha replicado, antes de matizar que Trump estaba contando erróneamente el coste de un tercer edificio que "fue construido hace cinco años". El magnate, lejos de recular, ha dicho: "Veremos qué está pasando, hay mucho para revisar".
El momento más incómodo del intercambio ha llegado cuando una periodista ha preguntado a Trump qué habría hecho él, en su época como promotor inmobiliario, con el responsable de un proyecto con estos aparentes sobrecostes. "Lo habría despedido", ha respondido sin tapujos el presidente, añadiendo acto seguido un intento de rebajar el tono: "No quiero ser personal, solo quiero que eso se acabe", ha dicho mientras Powell, impasible, se mantenía a su lado. Pero Trump no se ha detenido aquí. El republicano ha aprovechado el momento para presionar a la Fed de cara a la reunión de la próxima semana. "Lo que me gustaría es que bajara los tipos de interés, a ver que pasa la semana que viene", ha dicho. El presidente defiende un recorte de tres puntos porcentuales, de los actuales 4,2-4,5% a un 1,2-1,5%, con la promesa de que eso supondría un ahorro de un billón de dólares anuales. Powell, sin embargo, mantiene el freno puesto, preocupado por el efecto que pueden tener los aranceles sobre la inflación.
La inusual visita de Trump a la Reserva Federal, la cuarta de este tipo que un presidente norteamericano hace desde 1937, ha sido más que un acto institucional, ya que ha ocurrido una nueva escalada en su presión pública para forzar a Powell a bajar los tipos de interés o, incluso, a abandonar el cargo. El acto se ha convertido en un episodio más de una campaña que el mismo Trump impulsa desde hace semanas y que, este jueves, ha tenido un nuevo capítulo simbólico con su presencia en las obras de remodelación de la sede de la Fed. Acompañado por el presidente del banco central, el director de la Oficina de Administración y Presupuesto y los senadores republicanos Tim Scott y Thom Tillis, el mandatario ha recorrido las instalaciones con un casco de obra blanco en la cabeza, decidido a volver a presionar a Powell.
En este nuevo capítulo de ataques contra Powell, Trump ha recuperado el sobrenombre de "tardón" para referirse al presidente del banco central y lo ha acusado de mantener los tipos de interés en niveles "demasiado altos", una decisión que, según él, también estaría afectando negativamente a las finanzas de las familias norteamericanas. A pesar de estas presiones, Powell —nominado por el mismo Trump en 2017— ha reiterado que las decisiones sobre la política monetaria se toman a partir de una evaluación técnica e independiente por parte del Comité Federal de Mercado Abierto.