Todas las portadas llevan la extensión del conflicto entre Israel y Hamás en Gaza, cortesía de las milicias houthis —la minoría chiíta de Yemen, aliada de Irán—, que han lanzado decenas de ataques con drones y misiles a barcos, reduciendo al 10% la actividad de transporte de contenedores en el canal de Suez. El 12% del comercio mundial y el 30% de los contenedores atraviesan esta vía marítima, de manera que el perjuicio es serio. De ahí que, el 12 de enero, las armadas de los EE.UU. y de Gran Bretaña hayan respondido con más de sesenta ataques contra unas treinta bases houthis para proteger "la libertad de navegación en una de las rutas comerciales más críticas del mundo", como ha dicho el presidente Joe Biden. Los diarios cuentan que así se amplía el alcance del conflicto de Gaza, que también tiene abierto un segundo frente en la frontera entre Israel y el Líbano. Al mismo tiempo, cualquier cambio en la temperatura de la guerra puede avivar las llamas en Siria y en Iraq, dos países en situación muy inestable.

The Economist todavía va un paso más allá de la "guerra regional" en Oriente Medio. "Por todo el mundo —dice la publicación británica, quizás la más influyente de Occidente— una tormenta se avecina en los océanos tras décadas de calma". El desborde del conflicto de Gaza al Mar Rojo se suma a otros conflictos en curso en los mares de casi todo el planeta. El mar Negro se llena de minas y de barcos de guerra a raíz de la invasión de Ucrania por Rusia. El mar Báltico y el mar del Norte sufren una guerra en la sombra con los sabotajes de gasoductos y cables submarinos. Asia, añade The Economist, experimenta la mayor acumulación de poder naval desde la Segunda Guerra Mundial. China intenta coaccionar a Taiwán, que celebra elecciones, y también a otros países de esta zona del Pacífico —Vietnam, Filipinas, Australia—, y los Estados Unidos pretenden contener el expansionismo chino con una presencia militar aumentada en el mismo mar. En septiembre de 2021, los EE.UU. firmaron AUKUS, una alianza militar con el Reino Unido y Australia, que permite a este último país desarrollar submarinos de propulsión nuclear para patrullar zonas que Pekín quiere dominar. Demasiadas tormentas para encajarlas en una sola portada.

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