La politóloga Kirsty Hughes, directora del Centro Escocés de Relaciones Europeas, ha asegurado a la agencia alemana de noticias DPA, que los que han ganado realmente con la sentencia del Tribunal Supremo británico sobre el referéndum de Escocia son en realidad los independentistas escoceses. El Tribunal Supremo británico ha dictaminado que Escocia no puede celebrar un referéndum sin el aval del gobierno británico, y según Hugues eso puede provocar que, si el ejecutivo se opone, el Reino Unido ya no será una unión voluntaria. "Entonces se tendría que hablar de una mala unión", ha indicado Hughes. A diferencia de España, donde está aceptado socialmente un cierto grado de coerción sobre Catalunya, el Reino Unido se fundamenta sobre la idea de una unión voluntaria o pactada, y se tendría que ver qué sucede en el caso de una crisis de legitimidades entre Edimburgo y Londres.

Según Hugues, si los escoceses apuestan por celebrar el referéndum, eso jugará a favor de los partidarios de la independencia, porque se tendrá que ver si Londres respeta la voluntad de Escocia. "Si el gobierno británico toma medidas contra un referéndum que ha sido decidido por un Parlamento escogido democráticamente, eso sería un signo más de que Londres no se toma seriamente la voluntad de la población", ha indicado Hughes, apuntando a un problema democrático.

Si el referéndum se celebrara igualmente y los unionistas boicotean la votación, entonces actuarían de manera antidemocrática, ha reiterado Hughes. También sería posible que el gobierno británico intentara declarar el referéndum ilegal. "Pero eso significaría que Londres está ignorando los procesos democráticos de toma de decisiones y avalaría el argumento de que el Reino Unido no es una unión voluntaria", ha apuntado.

Estas valoraciones de la politóloga coinciden con una encuesta que indica que la mayoría británicos dan por hecho que el Reino Unido se acabará rompiendo. Una encuesta llevada a cabo por Ipsos UK revela que la mayoría de los ciudadanos del Estado británico creen que el Reino Unido "dejará de existir en su forma actual" dentro de diez años. El estudio, que divide los resultados según la nacionalidad de los 6,944 adultos encuestados, muestra que tanto los ingleses como los galeses, los escoceses y los norirlandeses tienen poca confianza en la configuración política actual a medio y largo plazo.

Actualmente, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte está formado por cuatro países. Cada uno de estos tiene una relación diferente con el resto de la Unión, con una autonomía, competencias y poder legislativo desiguales según su tratado de devolución. En la investigación mencionada, la gran mayoría de los encuestados de todas las naciones cree que, dentro de un año, la configuración de la Unión permanecerá como es ahora. Más concretamente, lo hacen un 75% de los ingleses, un 79% de los escoceses, un 78% de los galeses y un 81% de los norirlandeses. Sorprende que estos últimos sean los que menos prevén un cambio a corto plazo, quizás ante el bloqueo político en el que se encuentran desde hace meses a raíz de los desacuerdos por el tratado del Brexit. Con todo, la cosa cambia cuando imaginan el futuro a medio y largo plazo.

Los que auguran que la ruptura de la Unión será más bien son los escoceses: un 49% cree que dentro de cinco años ya no existirá, por delante del 42% que sí cree en ello, mientras que un 9% no sabe contestar. Para el mismo marco temporal, sin embargo, los ciudadanos del resto de nacionalidades que predicen un cambio estructural no superan el 40%. La cosa cambia radicalmente cuando piensan a 10 años vista, y es que la mayoría de todas las nacionalidades reconoce que no le ven un futuro a la Unión a medio plazo, una tendencia que se intensifica todavía más cuando les preguntan lo mismo, pero a 20 años vista. En este periodo de tiempo, ahora son los norirlandeses los más radicales: solo un 11% cree que la Unión seguirá igual, y empatan con Escocia en un 67% los que piensan que dejará de existir dentro de dos décadas.