Este 29 de julio de 2025 la ciudad de Nueva York se ha despertado con una tragedia difícil de entender. Según ha informado la cadena CNN, un hombre armado —identificado como Shane Devon Tamura— ha abierto fuego en un edificio de Midtown Manhattan, causando la muerte de cuatro personas, incluido un agente de la policía de Nueva York, antes de suicidarse. Pero más allá de la violencia, un detalle ha llamado especialmente la atención de los investigadores: parece ser que Tamura arrastraba un profundo resentimiento contra la NFL, la Liga Nacional de Fútbol Americano, y su manejo de la encefalopatía traumática crónica (ETC).
Las oficinas de la NFL se encuentran en el quinto piso del mismo edificio donde han tenido lugar los hechos. Sin embargo, Tamura ha subido al piso 33, donde ha seguido disparando antes de quitarse la vida. Según la misma fuente, ha accedido al edificio por el vestíbulo, ha subido por el ascensor y ha empezado a disparar inmediatamente al llegar.
¿Qué es la encefalopatía traumática (ETC)?
La encefalopatía traumática crónica (ETC) es una enfermedad cerebral degenerativa que afecta a personas que han recibido golpes repetidos en la cabeza. Se trata de un trastorno progresivo, parecido al Alzhéimer, que puede provocar pérdida de memoria, alteraciones de comportamiento, impulsividad, paranoia y, en casos extremos, tendencias suicidas.
Aunque a menudo se asocia a deportistas que han sufrido conmociones cerebrales, estudios demuestran que incluso impactos más leves, pero repetidos, pueden acabar provocando esta afección. La presencia anómala de la proteína tau en el cerebro es uno de los indicadores clave.
El origen del estudio sobre los efectos de los golpes repetidos a la cabeza se remonta al año 1928, cuando el patólogo Harrison Martland observó anomalías neurológicas en casi la mitad de los boxeadores con trayectorias largas. Fue él quien acuñó el término punch-drunk (como si fueran ebrios por culpa de los golpes), para describir un conjunto de síntomas provocados por traumatismos craneales repetidos.
En los años setenta, varios estudios post mortem en boxeadores confirmaron una forma de degeneración cerebral conocida como demencia pugilística, con características similares pero diferenciables de otras enfermedades neurodegenerativas como el Alzhéimer.
Con el tiempo, los expertos vieron que este deterioro no era exclusivo del mundo del boxeo, sino que afectaba también a otros deportistas expuestos a impactos leves pero constantes. Es por eso que el concepto evolucionó y se adoptó el término más amplio de encefalopatía traumática crónica (ETC), introducido por el médico Miller.
A principios de los 2000, el doctor Bennet Omalu, un patólogo forense nigeriano-norteamericano, investigó el caso de Mike Webster, una leyenda de la NFL que murió después de años de deterioro mental, adicciones e intentos de suicidio. Omalu costeó él mismo los estudios y, en 2005, publicó los hallazgos en la revista Neurosurgery, en la que vinculaba claramente su muerte al ETC. Este caso se dio a conocer mundialmente gracias a la película La verdad oculta (Concussion), con Will Smith en el papel del Dr. Omalu.
Otros casos de ETC entre jugadores de la NFL que acabaron mal
En las últimas dos décadas, varios exjugadores de la NFL han acabado en tragedia a causa de los efectos de la Encefalopatía Traumática Crónica (ETC). Dave Duerson, campeón de la Super Bowl, se suicidó dejando una nota para que estudiaran su cerebro, y se confirmó que sufría la enfermedad. Junior Seau también se quitó la vida y los estudios revelaron un caso avanzado de ETC. Aaron Hernández, condenado por asesinato, se suicidó con solo 27 años, y su cerebro presentaba uno de los casos más severos de ETC nunca vistos en alguien tan joven.