El ultraconservador Karol Nawrocki se ha impuesto por la mínima en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebradas este domingo en Polonia. Con el 100% de los votos escrutados, Nawrocki, el candidato apoyado por el presidente de EE.UU., Donald Trump, ha obtenido el 50,89% de los apoyos, superando a su rival liberal, Rafał Trzaskowski, que ha conseguido el 49,11%, según datos oficiales de la Comisión Electoral Nacional. En cifras absolutas, Nawrocki (con el apoyo del partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS)) ha recogido 10.606.682 votos, mientras que Trzaskowski, actual alcalde de Varsovia y candidato de la coalición liberal encabezada por el primer ministro Donald Tusk, ha recibido 10.237.177 votos.

La diferencia, un ajustado 1,78%, representa un nuevo golpe para el candidato liberal, que ya perdió las presidenciales de 2020 con una diferencia ligeramente superior (2,06%) ante el actual presidente Andrzej Duda, quien finalizará su segundo mandato el próximo agosto.

Tensa espera y resultado ajustado

Los primeros sondeos a pie de urna daban una ligera ventaja a Trzaskowski, pero a medida que avanzaba el escrutinio, la tendencia cambió y acabó dando la victoria a Nawrocki, aunque por un margen muy estrecho. Tanto uno como otro reivindicaron la victoria en un primer momento, y la batalla electoral se dividió claramente entre el voto rural (feudo del conservador) y las grandes ciudades, donde predominaba el apoyo al candidato liberal. La situación recuerda la tensa noche electoral de 1995, cuando Lech Wałęsa perdió la presidencia ante Aleksander Kwaśniewski, a pesar de empezar liderando en los primeros sondeos.

Con una participación histórica del 71,63%, estas presidenciales han sido las más concurridas en décadas y suponen un revés durísimo para el gobierno liberal de Tusk, que ya había admitido recibir una "tarjeta amarilla" en la primera vuelta.

¿Un futuro institucional bloqueado?

La derrota de Trzaskowski complica el escenario político para el gobierno liberal y proeuropeo, que contaba con esta victoria para desbloquear su agenda reformista. El alcalde de Varsovia había prometido impulsar cambios, como la despenalización del aborto, el reconocimiento de las uniones civiles y la revisión de las reformas judiciales impulsadas por el PiS, además de un mayor acercamiento a Bruselas.

Por el contrario, la elección de Nawrocki representa la continuidad del modelo de Duda en la presidencia. El nuevo jefe de Estado, de 42 años, con un perfil marcadamente euroescéptico y antiguo boxeador, es una figura emergente dentro del bloque conservador. Ha adoptado posturas duras en materia migratoria, ha mostrado afinidad con el norteamericano Donald Trump y se ha mostrado reticente a la integración de Ucrania en la OTAN. La presidencia en Polonia tiene amplios poderes: puede vetar leyes, enviarlas al Tribunal Constitucional (controlado en gran parte por miembros designados por el PiS), nombrar figuras clave del Estado y es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Todo ello apunta a un escenario de posible bloqueo institucional que puede hacer muy difícil la tarea del gobierno de Tusk.

Estas elecciones han reflejado, una vez más, la fractura profunda entre dos Polonias: una liberal, urbana y proeuropea, y otra rural, ultraconservadora y escéptica hacia Bruselas. Dos visiones de país que conviven en tensión constante dentro de un mismo Estado.