Israel e Irán vivieron ayer una de las jornadas que más ha disparado la tensión entre los dos países en los últimos años, después de que un dron, que Israel considera iraní mientras que Irán lo niega, entrara en el espacio aéreo israelí. La respuesta fue el bombardeo de varias instalaciones en la ciudad desde donde se controlaba el dispositivo, Palmira (Siria).

Siria reaccionó al ataque abatiendo uno de los cazas israelíes F16, del cual pudieron catapultarse los dos pilotos que lo ocupaban. Más tarde, la aviación israelí volvería a ser protagonista con el bombardeo de las Fuerzas Armadas de Siria.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha advertido hoy a través de un comunicado que "nuestras normas de acción no han cambiado nada: seguiremos atacando cada intento de golpearnos. Esta es y seguirá siendo nuestra política". De la misma manera, Israel ha aumentado la vigilancia de la frontera con Siria en los altos del Golán.

Por su parte, el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Ali Shamakhani, ha echado más leña al fuego al apuntar que "cualquier error cometido por Israel no quedará sin respuesta". Ha añadido que el equilibrio de fuerzas en la región ha cambiado una vez abatido el F16 por la batería siria. Sin embargo en su discurso ha asegurado que Irán no tiene relación con el abatimiento del avión militar. Irán reconoce que tiene misiones desplegadas en tierras sirias, pero afirma que no tienen otro carácter que no sea consultivo.