Durante la segunda mitad del siglo XIX, las viñas de Europa fueron atacadas por tres plagas de origen americano que provocaron una crisis vitivinícola sin precedentes. Dos de las plagas, el oídio y el mildiu, son inducidas por hongos y solo podían ser combatidas con tratamientos químicos, azufre en el caso de la primera y sulfato de cobre en el de la segunda. Ambas plagas estropeaban las hojas y la uva, pero no mataban la viña. La crisis tomó dimensiones aterradoras con la filoxera, una plaga producida por un insecto minúsculo que fue introducido en Europa hacia 1863 junto con plantas importadas de los Estados Unidos. La sommelier de El Celler de La Gourmeteria, Carla Viladric, nos explica con más detalle qué pasó entonces y por qué hoy podemos disfrutar de vinos maravillosos en el continente europeo.


La plaga que cambió los vinos en Europa y Catalunya

La filoxera es un insecto de origen americano que se alimenta de las raíces y las hojas de la viña. Es considerada como la plaga más devastadora en la historia de la viticultura mundial, que provocó el fin del cultivo tradicional de la viña en Europa: más de cinco millones de hectáreas de viña tuvieron que ser arrancadas en el continente entre 1870 y 1930.

La plaga de la filoxera llegó en 1879 a Catalunya, destruyendo todas las viñas del país. La filoxera fue la causante de la crisis económica y demográfica en todas aquellas regiones que se habían especializado en el cultivo de la viña para la producción del vino y habían abandonado la práctica de otros cultivos agrarios. Especialmente, las zonas más afectadas serán aquellas ubicadas en los municipios del interior de Catalunya, mal comunicadas y muy rurales.

La plaga de la filoxera llegó en 1879 a Catalunya, destruyendo todas las viñas del país

Ciertas iniciativas como la reconstrucción de la viña en las mejores zonas para la práctica vitícola, así como los nuevos conocimientos en viticultura y, básicamente, en enología, permitieron la renovación de la superficie vitícola y de las técnicas de elaboración de vino a Catalunya a la segunda mitad del siglo XX. Si actualmente, en Catalunya se producen vino de calidad, se debe al buen trabajo hecho por los vitivinicultores, enólogos y administraciones públicas en el periodo postfiloxérico. Así como resultó clave la llegada de la nueva cepa americana, inmune al mortífero insecto, se convirtió en la salvación. La resistencia del injerto de esta nueva vid con el autóctono permitió combatir la plaga con éxito. Se calculó que se llevó a cabo entonces una repoblación masiva de unas 80.000 cepas.