Si algo tienen claro los italianos con respecto a la pizza es qué ingredientes se admiten y cuáles no en esta magistral creación que nos vuelve locos a todos. Ya no hablo de la piña, el enemigo número 1, sino también de las judías pintas, como hacen en México, o del cilantro, utilizado en Brasil. ¿Realmente? ¿En una pizza? Momento de horror cuando vi salir del horno, en una pizzería de Islandia, ¡una pizza con ostras encima!

Así pues, cada país, cada restaurante y cada casa deciden los ingredientes, por mucho que para los que tienen sangre italiana en las venas o para los que adoramos la cocina del país transalpino algunos añadidos nos puedan causar casi un paro cardiaco. Por este motivo, aquellos que adoran la pizza fina y crujiente podrían pensar que la pizza estilo Detroit, cuadrada, gruesa, con más queso del habitual y con salsa marinara encima, es una más de estas aberraciones. Evidentemente, para gustos, los colores. Pero la pizza creada en la ciudad de Michigan guarda muchas similitudes con la que nació en Palermo, no solo en la forma, cuadrada, sino también en la masa, más consistente debido a que se incorporan migas de pan para hacer que el resultado llegue hasta el medio centímetro. Ahora bien, mientras los habitantes de Detroit culminan su obra de arte con una pincelada de mantequilla, los sicilianos prefieren utilizar pecorino aparte de mozzarella, y lo acompañan de anchoas en lugar de olivas.

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La pizza estilo Detroit hace casi medio centímetro de altura / Foto: Omar Alayon

Nos gustará o no, pero no estamos ante un intento de asesinato al recetario italiano como la pizza hawaiana. Solo hay que recordar la segunda parte de la célebre saga de El Padrino para saber como Nueva York se convirtió en el destino de muchas familias italianas, y de allí, en los años cincuenta, hacia Detroit, sede de las principales empresas fabricantes de automóviles. Todavía hoy, la pizzería fundada por el creador de la pizza Detroit, Buddy's Pizza, es toda una meca para italianos de segunda y tercera generación, hasta llegar a ser seleccionada entre las 25 mejores pizzas de Estados Unidos por el crítico gastronómico de la revista GQ, Alan Richman, el año 2009.

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Moldes metálicos para hacer pizza estilo Detroit / Foto: Omar Alayon

Para descubrir y realmente sorprenderse uno mismo de como de buena es la pizza estilo Detroit no hay nada como ir a comer o a cenar al restaurante barcelonés Four Corners, ubicado en la planta baja del Hotel The Hoxton, en el Poblenou barcelonés. La carta es obra de Anthony Falco, todo un demiurgo norteamericano de esta pizza cuadrada y esponjosa que, lejos de lo que podríamos pensar, no resulta empalagosa y es más fácil de comer que la tradicional de Nápoles. Previamente a la entrada al horno utilizan, como buen ejemplo de su origen 100% Detroit, moldes cuadrados metálicos del mismo modelo que antiguamente se usaba para las bandejas que recogían el aceite que perdían los coches.

Con respecto a los ingredientes tenemos que hacer tripas corazón. Una de las más exitosas es la Vodka Meatball, que incluye albóndigas de ternera, salsa de vodka, tres quesos (parmesano, pecorino y cheddar) y albahaca. Se suma la Fennel Sausage + Jalapeño, con cheddar, mozzarella, orégano, cebolla caramelizada, salchicha de cerdo, salsa de tomate y jalapeños. Sí, esta es la versión que los italianos residentes en los Estados Unidos aceptan como apropiación mexicana de su producto estrella. Para los que ya tengan el corazón compungido, siempre pueden recurrir a la de mortadela con pesto de pistachos y burrata, o pedir la carbonara, con carrillera de cerdo (el inexorable guanciale), pimienta negra y pecorino.

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Tiras de mozzarella y salsa arrabbiata / Foto: Omar Alayon

Como entrantes, nada como sentirse entablado en un dinner americano comiendo tiras de mozzarella para mojar en una salsa picante recién hecha, o probando la ensalada ranchera, con lechuga romana, cebollino, pan rallado y una vinagreta de chile.

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El tiramisú de la casa es todo un éxito / Foto: Omar Alayon

Y para culminar una comida que ya ha deparado bastantes sorpresas, el tiramisú o los sorbetes preparados para intolerantes a la lactosa, como el de fresa, aseguran volver a casa con la barriga feliz y una sonrisa en los labios.