Barcelona se convierte esta semana en la capital mundial de la comida basura. La cadena de comida rápida más popular del mundo celebra durante cuatro días el primer congreso de la empresa hecho nunca fuera de los Estados Unidos. Directivos, trabajadores y franquiciados llenarán el recinto de Gran Vía de Fira de Barcelona de colesterol, grasa, hipocresía y comida industrial. Un circo de primer nivel que se sitúa en las antípodas del modelo gastronómico que necesita una ciudad como Barcelona. En Catalunya, chiringuitos vulgares, los justos.

Producto de calidad, dicen

Producto de calidad, lo que aquí no me he comido. Vender la comida rápida de las grandes franquicias como un producto de calidad es un insulto a la inteligencia y a los productores locales del país. Es una estrategia de marca necesaria y útil; sí, seguramente. Pero también es la manera más cruel de faltar al respeto a quien de verdad trabaja con producto de calidad.

Una cadena que se burla sistemáticamente de nuestras tradiciones culinarias

Es lo que defiende una gran marca que convierte Barcelona en el centro de todas las miradas, y de todas las risas. Es la primera vez que una ciudad de fuera de los Estados Unidos acoge un acontecimiento de este tipo, y resulta que tenía que ser en Catalunya. Una cadena que se burla sistemáticamente de nuestras tradiciones culinarias, con carteles tan lamentables como "Don't forget to try Pan Tumaca'" que en inglés significa, "No te olvides de probar el Pan Tumaca".

Proximidad con el cliente, dicen

Proximidad física a un lado y al otro del mostrador, pero poco más. La proximidad, tanto con los productos como en el trato con el cliente, es totalmente incompatible con un negocio que controla miles de establecimientos por todo el mundo. Las franquicias funcionan de manera industrial, sacando hamburguesas como churros que tienen que tener el mismo sabor aquí, en el Canadá y en Japón. No puedes pretender ser cercano si lo último que te importa son las personas.

Personas hipócritas provenientes de cien países que no tienen nada de interés en el hecho de que locales como el suyo sobrevivan

"Es que la repercusión económica en la ciudad es muy buena, "es que las grandes convenciones tienen un impacto positivo en la ciudad". Y todo eso es verdad, pero para quien les interesa. Al señor Josep Maria del Bar Manolo -atención, Josep Maria y el Bar Manolo son ejemplos cliché para entender el argumento; si casualmente hay un Josep Maria que regenta un Bar Manolo, es una casualidad- lo único que le aportará un acontecimiento así serán personas hipócritas provenientes de cien países que no tienen nada de interés en el hecho de que locales como el suyo sobrevivan. Al contrario; para ellos, si todos los restaurantes fueran franquicias de la marca, mucho mejor. Bueno, todos, excepto los restaurantes de lujo donde irán a comer estos días; lo verás a ninguno pisando uno de sus restaurantes. Por alguna cosa se conoce como 'comida basura'.