El Hostal la Gavina de s'Agaró, sin duda uno de los lugares más exclusivos de la Costa Brava, está a punto de celebrar los noventa y cinco años de existencia. Desde sus inicios, el hotel se posicionó como el establecimiento más lujoso de la Costa Brava y como uno de los mejores hoteles de Europa. Cabe decir que fue el primer hotel de España en formar parte de la prestigiosa asociación Leading Hotels of the World y el primer hotel de cinco estrellas Gran Lujo catalán.

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Peter Sellers a l'Hostal de La Gavina

Situado en un rincón privilegiado y con una construcción acogedora, no es de extrañar que por sus estancias hayan pasado grandes celebridades, como el director de cine Orson Welles; actrices como Ava Gardner, entonces pareja de Frank Sinatra, quien, según dicen, le puso los cuernos con el torero Mario Cabré durante el rodaje de Pandora y el holandés errante; también han desfilado Elizabeth Taylor, Sean Connery, Jack Nicholson o Robert De Niro; mandatarios como Giscard d'Estaing; escritores como Josep Pla u otros artistas de todo tipo, como Salvador Dalí, Plácido Domingo, Josep Carreras, Carlos Santana o Lady Gaga. Hoy en día, siguen disfrutando de La Gavina personajes conocidos, entre los que encontramos al actor Liam Neeson y el director Neil Jordan, con motivo del rodaje de la película Marlow, estrenada hace unos años.

Restaurante Garbí

Pero hoy nos centraremos en la oferta gastronómica del Hostal, bajo la dirección del reconocido chef de origen francés Romain Fornell, único chef francés con dos estrellas Michelin, una en Barcelona, la otra en Francia y, además, nombrado recientemente Caballero de la Legión de Honor de la República Francesa.
Estamos a finales de julio y empiezo la estancia en la Gavina en el restaurante de la piscina, el restaurante Garbí, con una auténtica especialidad en pescados a la brasa y arroces. Comparto mesa y conversación con Joan Carles Casanovas, el nuevo director del Hostal, que aterrizó a finales de marzo para sustituir a Alberto Depau, que estuvo diez años al cargo del mismo. Casanovas nació en Sabadell, pero se marchó joven, a los dieciocho años, para formarse y conocer mundo. De hecho, me cuenta que su primer trabajo, hace treinta y ocho años, fue en Platja d'Aro, mientras todavía estudiaba, ya que se le daban muy bien los idiomas y era una buena forma de ganar dinero mientras finalizaba sus estudios. Mientras charlamos, coincidimos en la problemática actual a la hora de encontrar personal de hostelería cualificado, como Paco, jefe de sala de toda la vida, jubilado merecidamente desde el pasado mes de abril y al que, después de tantos años, todo el mundo echa de menos. Pero volviendo a la trayectoria profesional del actual director, encontramos que antes también dejó su huella en el hotel Casa Fuster del paseo de Gràcia de Barcelona, donde apostó, entre otras cosas, por la renovación de la cocina del restaurante Aleia con Rafa Bedolla, con quien logró la preciada estrella. Juan Carlos no tenía previsto cambiarse de trabajo, al menos de momento, pero se le presentó la oportunidad de venir a La Gavina y la aprovechó, deslumbrado por la historia del establecimiento. Me comenta que la familia Ensesa, propietaria del establecimiento, le ha dado libertad total para desarrollar su proyecto y que si algo los caracteriza es su profunda estima por el producto y su tesón por mejorar y mantener el Hostal. De hecho, la Gavina es la que es porque las cosas se han hecho muy bien a lo largo de estos años.
Al inicio de la comida, Florián, el sumiller, nos llena la copa de un vino blanco, el Pla de Tudela 2020, hecho con variedad picapoll. Se trata de un proyecto personal de Anna Espelt en el cabo de Creus. Un vino muy equilibrado y sutil.
El primer plato consiste en una ensalada de langostinos con salsa de soja, jengibre y cítricos y unas almejas de carril fresquísimas.

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Ensalada de langostinos. Garbí / Foto: Víctor Antich

Aconsejados por la nueva jefa de sala, nos zampamos un extraordinario pez de San Pedro al horno con patatas. Finalmente, acabamos con un poco de dulce, un brownie con crema inglesa y helado de cítricos para chuparse los dedos.

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Pez de San Pedro. Garbí / Foto: Víctor Antich

 

Restaurante Candlelight de Romain Fornell

Cuando llega la noche, es el turno del restaurante Candlelight, ubicado en el patio en medio del hotel, dirigido por el joven chef Oriol Fernández y asesorado por Romain Fornell. Es una estrella Michelin de manual, veremos si este año la prestigiosa guía le concede la primera estrella, por otra parte tan merecida.

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Restaurante Candlelight


Vuelvo a coincidir con el Florián, el sumiller, que me llena la copa de champán Forget-Brimont brut rosé. Así, disfrutando del fresco de la noche, empezamos el menú degustación con unos aperitivos que representan un homenaje a Francia, por una parte, y también a nuestro territorio, por otra. En el primer grupo, encontramos un pâte en croûte, una royal de foie gras, portobello y armagnac y un huevo de primera puesta.

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Oriol Fernández

Con respecto al segundo grupo, buñuelo relleno de algas y atún, la lubina con caviar y un crujiente Candlelight con mousse de cangrejo de mar.

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Vichyssoise. Candlelight / Foto: Víctor Antich

Seguimos con una vichyssoise servida en vaso de hielo y huevos de trucha, y una copa de Llum del Cadí de Torre del Veguer hecho en la Cerdanya.

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Gamba roja de Palamós. Candlelight / Foto: Víctor Antich

Ir a la Costa Brava y no probar sus gambas es un sacrilegio. Por eso nos sirven la gamba roja de Palamós cocinada a la sal con alga kombu, crema de cítricos y cabeza a la brasa, que maridamos con un Meravelles de Sota els Àngels blanco con DO Empordà y elaborado con las variedades garnacha gris, garnacha blanca, cariñena blanca y picapoll.


La parte salada acaba con dos platos icónicos, uno de mar y el otro de montaña: bogavante en costra rodeado con tocino, Duxelle y jugo de la cabeza del propio bogavante y filete de vaca vieja ahumado al sarmiento de viña y notas verdes, que regamos con un Priorat, el Comavella del Celler Mas d’en Gil.

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Filete de vaca vieja. Candlelight / Foto: Víctor Antich


Concluimos esta comida memorable con un sorbete de limón del jardín Alfàbrega y menta y un flan de vainilla, avellana infusionada con canela y granizado de café. Cabe decir que, con los años, el chef ha sabido dotar a su cocina de una personalidad propia, algo fácil de explicar pero muy difícil de hacer.

Restaurante La Taverna del Mar

Con este restaurante cerramos la oferta gastronómica de La Gavina. La Taverna del Mar se encuentra a pie de playa, la playa de Sant Pol de s'Agaró, y se puede escoger entre comer, bien sea en el interior de un espacio luminoso y refrescante, con unas amplias ventanas abiertas al mar —muestra del Modernismo catalán y catalogado como bien cultural de interés local—, bien sea en una informal y agradable terraza exterior.

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La Taverna del Mar / Foto: Víctor Antich

Decido comer en la sala y pido una copa de Ekam del Castell d’Encús, mientras disfruto de las vistas. Se puede pedir a la carta, donde la oferta destaca por una gran variedad de pescado fresquísimo, pero también se puede optar por el llamado menú del mar, compuesto por cinco primeros, un segundo y postres.

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Gambas. La Taverna del Mar / Foto: Víctor Antich


Esta vez, hago una elección de la carta. De primero, ensalada de tomates con ventresca de atún, cebolla y aceite de albahaca; media docena de almejas gallegas al natural, con sal, pimienta y limón, y gambas del Mediterráneo a la plancha que están de muerte.

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La Taverna del Mar. La Gavina

De plato principal, un sabroso rodaballo salvaje a la brasa con su jugo, patatas y verduras. Para cerrar la comida, un milhojas con crema de lima y mousse de chocolate blanco con vainilla que merece un aplauso.

Si visitas la Costa Brava este verano, los restaurantes Garbí, Candlelight y La Taverna del Mar son una opción inmejorable para disfrutar de una buena cocina

La mejor opción de todas, pero, es alojarse en La Gavina. No solo por la estada en sí, sino porque sin salir del hotel, tienes una oferta gastronómica como ninguna otra en la Costa Brava. Un espacio exclusivo con una cocina excelente, un servicio muy profesional y un espacio privilegiado en el cual disfrutar del mejor producto sin haberte de preocupar de nada más que de escoger los platos que quieras.