La cebolla te hace llorar, pero también es diurética, ayuda a que tu corazón esté sano y enriquece cualquier plato, ya sea en crudo o en un delicioso sofrito.
Propiedades nutricionales
En la composición de las cebollas, independientemente de su variedad, destaca el potasio. Este mineral es esencial para el correcto funcionamiento del sistema nervioso así como el mantenimiento de unos músculos fuertes.
En el apartado de vitaminas, la reina es la vitamina C ya que con una sola ración podemos aportar la mitad de la cantidad recomendada diaria. Esta vitamina, que tanto relacionamos con las frutas (cítricos sobre todo) es un potente antioxidante que protege las células del daño oxidativo.
Algo más específico de las cebollas es su contenido en flavonoides, sustancia que ayuda enormemente al sistema inmune debido a sus propiedades antinflamatorias.
A excepción de la vitamina C, el resto de nutrientes no se ven alterados con la cocción por lo que es igual de saludable ingerir la cebolla cruda que cocinada.

Beneficios
Tras analizar sus propiedades, podemos confirmar que la cebolla es una importante alidada del sistema inmune y que lucha contra el envejecimiento, pero hay más datos que seguro son interesantes.
Gracias a sus propiedades depurativas y diuréticas ayuda en el control de peso, ideal para todos los que ya están empezando a pensar en la operación biquini.
El consumo de cebolla también es muy positivo para la circulación sanguínea, ya que previene la formación de coágulos, cuidando así el corazón.
Pero si hay un “truco de la abuela” en el que la cebolla es protagonista es el que tiene que ver con la tos y las enfermedades respiratorias. Siempre se ha dicho de colocar media cebolla en la mesita de noche para que los niños no tosan por las noches. ¿Por qué? Entre la composición de la cebolla destaca el azufre y este, en su estructura contiene unos compuestos volátiles llamados aliínas. Estos mismos que nos hacen llorar al partir la cebolla, logran “hidratar” la garganta y evitar la tos.

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¿Cómo cocinarla?
Pocos alimentos son tan versátiles en la cocina y están tan arraigados a nuestra gastronomía mediterránea que la cebolla. Se considera uno de los grandes imprescindibles aunque también un buen motivo de polémica. Tortilla, ¿con o sin cebolla?
Discusiones aparte, la cebolla se puede consumir cruda como un ingrediente más de una ensalada, pero también es la base de cualquier sofrito, la estrella de una salsa o el toque crujiente en una hamburguesa o en una crema o el dulce en unos canapés.

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Receta con cebolla
Uno de los grandes retos a la hora de cocinar cebollas es lograr ese efecto caramelizado tan delicioso. El secreto es sencillo: tener paciencia. El primer paso es picar la cebolla en juliana de forma homogénea. Después, en una sartén calentamos aceite de oliva y añadimos la cebolla. Cuando coja temperatura, se baja el fuego al mínimo y se deja pochar removiendo de vez en cuando para que se cocine por igual.
Un truco habitual es añadir azúcar. Así se carameliza más rápido, pero debes saber que también estás añadiendo calorías. Si se dispone de tiempo, es mejor dejar que la cebolla se caramelice con su propio azúcar. Si se empieza a pegar, se pude añadir un poco de agua para que siempre cuente con humedad.
Una vez lista, se puede recalentar en el microondas, pero siempre en tiempos cortos y moviendo el contenido.

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Origen
Al contrario de otras hortalizas como el tomate o el pimiento, la cebolla no llegó de América. En este caso su origen se remonta a Asia, donde ya se consumía en el 6000 A.C.
Fueron los romanos los que la dieron a conocer en el resto del Mediterráneo, donde hoy es un ingrediente principal.
Los países asiáticos, con China a la cabeza, siguen siendo los mayores productores de cebollas.
El consejo
Si hay un consejo que se busque y se desee por todos los apasionados de la cocina es el de cómo lograr no llorar mientras se parte una cebolla. Y es que picar cebolla puede provocarnos un berrinche que incluso tarda en pasar su efecto.

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Uno de los trucos más sencillos (aunque no a todo el mundo le resulte efectivo) es mojar la cebolla en agua caliente. Hay quien prefiere meterla unos segundos en el congelador, lo mínimo para que no afecte a su textura, si la vas a consumir en crudo.
Pero el truco que de verdad nunca falla es cubrirse los ojos con unas gafas, siendo las de bucear las más efectivas. Sí: es algo ridículo estar en la cocina con las gafas de la piscina. Pero tus ojos te lo agradecerán.