¡Hola hola, gourmeters! En el número 82 de la calle de Aribau, en el corazón del Eixample, se esconde un local que fusiona la elegancia de un bar antiguo con una propuesta gastronómica moderna y atrevida. El Bar Universal, abierto en el 2024, se presenta como una coctelería de diseño clásico, con barra de mármol, luces de buey retro y una carta de cócteles que harán que una tarde cualquiera de entre semana se convierta en una celebración. Pero el verdadero secreto de este establecimiento no se encuentra solo en sus cócteles creativos. Las piparras que sirven son un icono por sí mismas: dulces, poco envinagradas y tan deliciosos que muchos visitantes acuden expresamente para probar este producto. Esta especialidad acompaña perfectamente una carta de cocina catalana de toda la vida, con platos como fricandó, albóndigas, tortillas y tablas de embutidos seleccionados y siempre de proximidad.

 

Además, para los amantes del güisqui japonés, el Bar Universal ofrece una experiencia única: una sala clandestina donde degustar una selección exclusiva de esta bebida, creando un ambiente íntimo y sofisticado. Este espacio secreto, junto con su decoración vintage y la cocina de calidad, convierten el Bar Universal en un destino imprescindible para aquellos que buscan una experiencia gastronómica y social diferenciada en Barcelona. ¡Así que nos sentamos en una de sus mesas altas, admiramos las paredes llenas de botellas, hacemos un brindis, y que empiecen a circular los platillos!

La gilda que te convertirá en devoto

No sé si es porque tengo cara de ser una fanática de las gildas, pero lo primero que nos llega a mesa, sin pedirlo, es una gilda clásica; dos olivas, anchoa y dos piparras (que si me preguntáis a mí, todavía pondría más porque son espectaculares). La piparra no tiene sabor fuerte de vinagre, pica, pero sin ser molesta y tiene un final dulce que es muy sorprendente. Para hacer la gilda todavía más especial traen una botellita con una salsa de aperitivo (estilo Espinaler) casera. Hemos alabado tanto esta piparra durante la comida que Andreu, un barman de estos que desprenden elegancia y amor por el oficio, nos ha traído una para que nos la comamos sola, y todavía la hemos encontrado mejor. En el Bar Universal muchos clientes vuelven por este maravilloso producto con el cual, por cierto, también hacen un cóctel.

El tomate del Bar Universal
El tomate del Bar Universal / Foto: A. S. Y.

Continuamos con un tomate de Barbastro, carnoso y dulce, que es la base perfecta para una ensalada que juega con contrastes. Los lomos de atún, suaves y melosos —nada que ver con aquellos cortes secos y fibrosos— aportan untuosidad y profundidad de sabor. La cebolla morada, cortada finísima como si hubiera pasado por una mandolina, da el contrapunto fresco y ligeramente picante y las piparras, cortadas en rodajas, ponen la chispa viva y el punto agrio que despierta el paladar. Un entrante simple, pero que si se hace con ingredientes de alta calidad, como es el caso, no puede ser más perfecto.

Es el turno de la tortilla de patatas, hecha al momento y de lo más melosa (pero sin llegar a ser una sopa). En el Bar Universal tienen diferentes versiones de la tortilla de patatas que va cambiando en función del día, pero nosotros tuvimos suerte de estar el día que se ofrecía tortilla con un velo de tocino ibérico encima. No os perdéis tampoco las croquetas, hemos probado las de carrillera y las de jamón, y sorprendentemente la de jamón ha sido la que más nos ha gustado por la cremosidad y unos taquitos de jamón muy pequeñines que sorprenden al paladar.

La tortilla|trucha del Bar Universal
La tortilla del Bar Universal / Foto: A. S. Y.

Platos dignos de la cocina de la abuela

El último de los salados es el fricandó y en el Bar Universal es de aquellos platos que entran suaves y te hacen sentir como casa. La carne es tan tierna que casi se deshace sola, no hace falta ni cuchillo. La ración no es muy grande, y eso es un acierto: te permite probar otras tapas sin quedarte demasiado lleno, porque todos sabemos que el fricandó es un plato contundente. Además, viene acompañado de patatitas y un jugo generoso y sabroso, ideal para acabar con un buen trozo de pan... o incluso con una cuchara, si no quieres dejar nada en el fondo. Todo ello llega servido en una cazoleta de barro, de aquellas que te recuerdan a la cocina de la abuela y que tienen este punto de autenticidad. Si un día vais, quizás os tentarán también las albóndigas, que tienen muy buen pinta, pero el fricandó es una apuesta segura para quien quiera disfrutar de un mordisco de tradición catalana en formato tapa.

De postres probamos un pastel de queso que era suave, nada fuerte, pensado para gustar a todo el mundo. El punto más interesante venía del acompañamiento: unos higos como confitados, dulces y muy bien encontrados, que le daban contraste y frescor. Eso sí, guardad un agujerito para una especie de ganache de chocolate bien espeso, con un toque de aceite y sal para romper la dulzura y que convierte estos postres en un conjunto juguetón y equilibrado.

Los postres del Bar Universal
Los postres del Bar Universal / Foto: A. S. Y.

El Bar Universal es un local muy nuevo y con un encanto especial: un espacio precioso donde conviven la cocina casera y la atención por los detalles. Además de las tapas y platos que hemos probado, destaca su carta de cócteles, variada y muy bien trabajada, con el sello de un barman de primer nivel como es Andreu Estríngana. Y para los paladares más curiosos no os olvidéis de su rincón exclusivo para adentrarse en el mundo del güisqui japonés, una experiencia poco habitual y muy singular en la ciudad. ¡Hasta pronto, gourmeters!