En la cocina, uno de los momentos más temidos para muchos es el de freír un huevo. Lo que debería ser un gesto sencillo y cotidiano puede transformarse en una pequeña batalla campal contra el aceite caliente que salta sin piedad y amenaza con dejar marcas en la piel. Las salpicaduras no solo resultan molestas, sino que también pueden provocar quemaduras inesperadas, generando esa mezcla de miedo y resignación que hace que algunos prefieran optar por preparaciones menos arriesgadas. Pero lo cierto es que existe un truco tan simple como efectivo para olvidarse de este problema para siempre y disfrutar de huevos fritos perfectos sin sobresaltos.
Así evitarás las salpicaduras al freír un huevo
La solución llega gracias a un vídeo de la cuenta de Instagram @cocinadebolsillo, donde se revela un consejo de lo más práctico. En lugar de complicarse con tapas, redes protectoras o cambios de aceite, basta con recurrir a un ingrediente que todos tenemos en la despensa: la harina. El procedimiento no puede ser más fácil. Justo antes de añadir el huevo a la sartén, se espolvorea una pequeña cantidad de harina en el aceite caliente. Ese gesto sencillo actúa como un escudo invisible, evitando que el aceite burbujee y salte por todas partes. Lo sorprendente es que el sabor y la textura del huevo permanecen intactos, consiguiendo el mismo resultado de siempre, pero sin riesgo de quemaduras.

Este truco no solo ofrece comodidad, sino que también aporta una dosis extra de tranquilidad en la cocina. Poder freír un huevo sin estar pendiente de esquivar las gotas de aceite significa cocinar con más confianza y seguridad. Además, evita que el entorno de la sartén se convierta en un desastre, con manchas de grasa por todas partes que después hay que limpiar. Es una pequeña revolución doméstica que transforma un plato básico en una experiencia mucho más agradable.
Este consejo no requiere ninguna habilidad especial ni una inversión adicional
Lo mejor de todo es que este consejo no requiere ninguna habilidad especial ni una inversión adicional. Un poco de harina, un gesto rápido y el problema desaparece. Es una muestra perfecta de cómo la cocina práctica está llena de pequeños secretos que nos facilitan la vida sin restar sabor ni autenticidad a nuestras comidas. Y, como ocurre con muchos de estos trucos, seguramente acabará transmitiéndose de boca en boca, convirtiéndose en un nuevo imprescindible de los hogares.
Así que la próxima vez que prepares un huevo frito, recuerda tener a mano ese toque de harina. Descubrirás que puedes disfrutar del clásico sabor de este plato sin miedo a las salpicaduras y sin el estrés que antes lo acompañaba. Porque al final, cocinar debería ser un placer, no un campo de batalla, y con este sencillo consejo, freír huevos dejará de ser un desafío para convertirse en un momento de disfrute seguro y delicioso.