Según un reciente estudio publicado por The Lancet a partir del Estudio sobre la Carga Mundial de Morbilidad (Global Burden of Disease, GBD, 2021), se prevé que para el año 2050 la esperanza de vida al nacer en España alcance los 87,5 años para las mujeres y 83,3 años para los hombres. Publicado también por La Razón, estos datos reflejan un incremento frente al año 2022: las mujeres ganarían unos 1,5 años más, mientras que los hombres aumentarían su expectativa en unos 2,8 años. Para 2030 se prevé que las mujeres tengan ya una esperanza de vida de unos 87,1 años y los hombres de 82,1.

Más vida… ¿pero más saludable?

El estudio no se queda solamente en cuántos años viviremos, sino también en cómo viviremos esos años. En concreto, aborda el concepto de esperanza de vida saludable – los años que se espera vivir con buena salud, sin discapacidad grave, ni enfermedades crónicas incapacitantes. En España, según los datos para 2022, la esperanza de vida saludable (o vida con buena salud) para las mujeres era de unos 70,3 años, mientras que para los hombres era de 68,4 años. 

Se proyecta que para 2030 estas cifras suban a 71,2 años para mujeres y 69,5 años para hombres; y para 2050, hasta 71,4 años en mujeres y 70,2 en hombres. Esto quiere decir que, aunque viviremos más tiempo, buena parte de ese tiempo adicional podría transcurrir viviendo con algún grado de malestar, enfermedad crónica o discapacidad. Esto se deriva de la tendencia hacia un aumento de las enfermedades no transmisibles (como enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades pulmonares crónicas, diabetes), y de factores de riesgo relacionados con el estilo de vida (obesidad, mala alimentación, hipertensión, tabaquismo).

Retos y oportunidades de este escenario

Este panorama de mayor longevidad plantea una doble dimensión: tanto los retos a nivel colectivo —sistema sanitario, políticas públicas, previsión social— como las oportunidades de mejora individual.

Retos:

Que el aumento de la esperanza de vida no signifique un aumento proporcional de los años con mala salud. Será necesario reforzar la prevención y el tratamiento temprano de enfermedades crónicas. Afrontar los factores de riesgo que están al alza: obesidad, hipertensión, dieta deficiente, sedentarismo. Hay que incidir en políticas de salud pública, hábitos de vida saludables, acceso a recursos, educación, etc. Desigualdades geográficas y sociales. Aunque el estudio detecta una reducción en diferencias sanitarias entre regiones de mayor o menor renta, estas siguen presentes.

Oportunidades:

Si se aplican intervenciones eficaces —imaginemos campañas de prevención, mejora del acceso sanitario, promoción de alimentación saludable, ejercicio, control de tabaco, etc.— se puede no solo aumentar la esperanza de vida, sino acortar la brecha entre los años vividos con buena salud frente a los vividos con discapacidad o enfermedad. 

Favorecer el envejecimiento activo: que la población mayor pueda mantener autonomía, socialización, actividad física, salud mental. Esto no solamente mejora calidad de vida, sino que puede aliviar cargas sociales y sanitarias.

Innovación sanitaria: adelantos en medicina preventiva, diagnóstico precoz, tratamientos menos invasivos, telemedicina, tecnologías para monitorizar la salud, etc.

El estudio de The Lancet señala que en 2050, España podría situarse entre los países con mayor esperanza de vida al nacer: 87,5 años para mujeres y 83,3 para hombres. Pero ese logro numérico no bastará si los años extra no se acompañan de salud, bienestar, y calidad de vida. Vivimos en un momento crucial: las decisiones de políticas de salud pública, los hábitos individuales, la inversión en atención primaria, rehabilitación, prevención y tratamiento de enfermedades crónicas marcarán la diferencia entre simplemente vivir más tiempo o vivir más tiempo bien.