El Partido Popular y Vox se han convertido en la única alianza que puede desbancar a Pedro Sánchez, a excepción que los populares sumen más que toda la izquierda junta y puedan gobernar en solitario, cosa que solo apuntan algunas encuestas. La partida está ajustadísima a las puertas de abrirse las urnas del 23 de julio. España no es ninguna isla continental porque por toda Europa, la derecha y la extrema derecha han tejido alianzas de poder. Es más, en Italia, Georgia Meloni ya tiene el trono. En cualquier caso, PP ha ligado su futuro inmediato a Vox, aunque tan solo el tiempo dirá si es un compañero de viaje puntual o permanente. En los ayuntamiento y en las comunidades autónomas ya se ha abierto la veda, pero una coalición en La Moncloa tiene una fuerza simbólica extraordinaria.

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La derecha se fragmenta: Ciudadanos y Vox amenazan el reino del PP

La unidad histórica de la derecha española se empezó a partir cuando Ciudadanos, fuerza surgida de la llamada regeneración política, irrumpió en el sistema político español. El artífice Albert Rivera, que se presentó como una opción de centro liberal, 'murió' intentando sustituir al PP hasta el punto que Ciudadanos no concurre a las elecciones de este domingo, pero sí que ha dejado abierto el camino de la fragmentación de la derecha, a la cual se aferró a posteriori Vox, que asumió que la fortaleza construida por los populares desde la Transición tenía rendijas. Engullida la bolsa de votantes de los naranjas, ahora Alberto Núñez Feijóo tan solo tiene que competir electoralmente en el mismo raíl con el partido ultra, con quien ya forma gobiernos compartidos en ayuntamientos y comunidades.

En pleno 2023, el PP ha naturalizado los pactos con Vox después de las elecciones del 28 de mayo. Aunque el primer precedente lo marca Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León, Feijóo ha cruzado el rubicón definitivamente después de la victoria abrumadora de la primavera habiendo sellado coaliciones en el País Valencià y en Extremadura y habiéndose firmado acuerdos de legislatura en las Islas Baleares, a la espera de que se resuelva los casos de Murcia y Aragón. Vox ya no solo influye desde el exterior, sino que ya toca poder. Ya no les alimentan migas. En cinco años, Santiago Abascal ya ha culminado y consolidado su partido en instituciones a todos los niveles: ayuntamientos, comunidades y Cortes Generales. Y no solo como un agente satélite, sino asumiendo funciones ejecutivas. En los pactos de gobiernos firmados, el PP se hace cargo del marco ideológico, el lenguaje y las formas de la ultraderecha española.

De Mariano Rajoy a Núñez Feijóo vía Pablo Casado

El PP puede volver a tocar el poder supremo al Estado después de la era Rajoy, que quedó decapitada de sopetón a raíz del triunfo de la moción de censura que originó la sentencia de la Audiencia Nacional sobre la trama Gürtel. Aquel golpe judicial vinculado con la corrupción paró en seco los mandatos de Rajoy, que en el 2011 ganó a José Luis Rodríguez Zapatero a las urnas. La miopía del socialista para contener la crisis inmobiliaria acabó ungiendo Rajoy a La Moncloa. Arrancaban siete años de reinado popular y Rajoy llevó con solvencia la dirección orgánica del Partido Popular, acompañada por Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Del 2011 al 2016 con mayoría absoluta y hasta 2018 con mayoría simple.

 

En la etapa al frente de La Moncloa, Rajoy asumió la respuesta al procés independentista, que culminó con el referéndum del 1 de octubre y la Declaración Unilateral de Independencia suspendida unos días más tarde. El contraataque de Rajoy, que envió a la policía a reprimir a los votantes, fue acordar con Pedro Sánchez y Albert Rivera la aplicación del artículo 155 de la Constitución española, que Santiago Abascal ve demasiado blando. Pero no fue el 1-O lo que hizo descarrilar a Rajoy, sino la sentencia de la Gürtel y la consecuente moción de censura, que catapultó a Sánchez como sustituto a mediados de 2018. Aquella derrota aparcó la carrera de Rajoy, a quien le salieron tres aspirantes al trono de Génova: Pablo Casado, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal.

El decimonoveno Congreso del PP escogió como nuevo líder Casado, que derrotó a Sáenz de Santamaría después de garantizarse el apoyo del entorno de Cospedal. Empezó una etapa de escaso éxito electoral del PP, a quien Ciudadanos estuvo a punto de hacer el sorpasso. Casado, al lado de Teodoro García Egea, cabalgó cuatro años consiguiendo resultados decepcionantes en las elecciones generales y creando un caldo de cultivo entre los barones, que los acabarían echando de la dirección del partido en un febrero negro para el Partido Popular, en 2022.

La mano de hierro con la que García Egea trataba los territorios y la irrupción de la figura de Isabel Díaz Ayuso fueron los dos detonantes que sepultaron la carrera política de Casado de forma fulminante. Después de enfrentarse públicamente con la presidenta de la Comunidad de Madrid por un contrato sanitario firmado con su hermano, Casado se quedó solo entre las filas del partido, que le hicieron la cama. Él y García Egea fueron decapitados y el encargado de recoser heridas fue Alberto Núñez Feijóo, que asumió las riendas con la obstinación en reimpulsar el principal partido conservador español hasta las elecciones generales. En cuestión de año y medio, el gallego se ha llevado una victoria abrumadora en los comicios locales y autonómicos de este mayo. Ahora bien, Feijóo puede convertirse en el primer presidente que liga su futuro a la extrema derecha.

Un objetivo: derrocar el "sanchismo"

A falta de saber los resultados de las urnas, todas las encuestas privadas acercan a Feijóo i Abascal a la mayoría absoluta. O la tienen o lo acarician, aunque el Partido Popular tiene el sueño húmedo de alcanzar a los 160 diputados que evitarían la dependencia parlamentaria de Vox, que no tendría suficientes argumentos para exigir entrar al gobierno, siguiendo la estela del modelo andaluz o madrileño. Con todo, el CIS ha hecho siempre la guerra por su cuenta y ha ido a contracorriente. Hasta el último barómetro, el organismo liderado por José Félix Tezanos ha dado la victoria a Pedro Sánchez, por delante de Núñez Feijóo, que le acabaría pisando los talones. Según Tezanos, el bloque de la izquierda sumaría más que la derecha y la extrema derecha, en contra del criterio de los estudios realizados por medios de comunicación privados.

El deseo compartido por Feijóo y Abascal es eliminar el "sanchismo", interpretándolo, a su entender, como una forma de gobernar arrogante, que vampiriza las instituciones al servicio del PSOE y que pacta "la dirección del Estado" con Podemos (Sumar) y el independentismo catalán y vasco, a quien consideran "los enemigos de España" por querer "romperla". En resumen, poner el Estado en manos de "populistas y separatistas". El todo se vale para mantenerse en el poder. Con todo, el PP traduce el fin del "sanchismo" como la derogación de las leyes icónicas del gobierno progresista porque, según entienden, son normas "ideológicas" que quieren dividir y enfrentar a la sociedad.

En este punto, Feijóo ya ha adelantado que eliminará la de Memoria Democrática y otras como la Trans o la nueva Ley de Educación también están en el punto de mira. Ahora bien, el plan de Feijóo para Catalunya tambien prevé acciones que tendrán un fuerte impacto en Catalunya si acaba gobernando. El programa electoral del PP, que se basa en 365 medidas, también pone el foco en el conflicto catalán, en la escuela catalana y prevé una retahíla de medidas para detener otro hipotético desafío independentista. Entre ellas, el PP apuesta por hacer vehicular el castellano a las escuelas catalanas, a pesar de los intentos del gobierno catalán para blindarlo, recuperar el delito de sedición derogado por el PSOE y Esquerra, endurecer el de malversación y modificar la ley de indultos para que se tengan que justificar más y mejor.