Tal día como hoy del año 1131, hace 887 años, moría en Barcelona el conde Ramon Berenguer III, hijo del mítico conde Ramon Berenguer II llamado Cap d'Estopes —que había sido asesinado por su hermano Berenguer Ramon— y de la aristócrata Mafalda de Apulia, de la casa normanda de origen vikingo Hauteville que gobernaba el ducado de Calabria en el extremo sur de la península italiana. Ramon Berenguer III, que nació en 1082 poco después del asesinato de su padre, fue protegido hasta la adolescencia por el partido anti-fratricida, formado por los barones del condado de Barcelona que, de esta manera, querían evitar que Berenguer Ramon II —el tío fratricida— legitimara una línea sucesoria propia que, por cuestiones políticas, podía elevar a los vizcondes de Carcassona —bajo la autoridad teórica de Barcelona— a la dignidad condal barcelonesa.

Finalmente, los barones barceloneses llegarían a un acuerdo con el conde Berenguer Ramon II —el tío fratricida— que garantizaba la sucesión a favor de Ramon Berenguer III. El pequeño heredero fue acogido por el asesino de su padre (1092) que, en aquel acto, obtenía la legitimación del cargo condal y se comprometía a no tener descendencia. Cuando el fratricida se marchó a las cruzadas (1097), Ramon Berenguer III quedó como conde efectivo y gobernaría desde aquel momento, ininterrumpidamente, hasta su muerte (1131). Durante su gobierno reunió las dignidades condales de Barcelona, de Besalú (1111) y de Cerdanya (1118) —que a partir del hecho se quedarían integradas para siempre en el casal barcelonés— y de Provença (1113) que formaría parte del edificio político catalán durante un siglo.

Pero allí donde su política expansiva resultaría decisiva sería en el frente sur. Su padre había desplazado la frontera hasta el Pla d'Urgell y había despertado los recelos de la corte aragonesa que codiciaba Lleida y Tortosa —en poder de los musulmanes— para conseguir una salida territorial al mar. Ramon Berenguer III llevó a cabo una ambiciosa política expansiva, y aliado con los condes de Urgell, desplazaría la frontera barcelonesa hasta el río Segre con la conquista de Balaguer (1105). Cuando Alfonso de Aragón se disponía a conquistar el valle bajo del Segre prestó apoyo militar al valí islámico de Lleida (1120) y obtuvo a cambio el castillo y término de Corbins, a diez kilómetros escasos de la ciudad. El fracaso aragonés de aquella operación condicionaría la futura conquista catalana de Tortosa (1148) y de Lleida (1149) que culminaría su hijo Ramon Berenguer IV.