Tal día como hoy del año 1936, hace 83 años, en el contexto del golpe de estado militar que se había impuesto en las posesiones coloniales españolas de Marruecos, en Andalucía occidental y a Navarra; y que había provocado el estallido de la Guerra Civil (1936-1939), el presidente Companys creaba el Comité de Milicias Antifascistas de Catalunya, formado por las organizaciones sindicales y los partidos políticos que habían neutralizado la rebelión golpista en Barcelona durante la jornada del 19 de julio de 1936.
Aquel comité estaba formado por el mismo presidente y por quince miembros: tres de la CNT, tres de ERC, dos de la FAI (Federación Anarquista Ibérica), uno del PSUC (estalinista), uno del POUM (trotskista), una de la Unió de Rabassaires, una de Acció Catalana Republicana, y tres personas de confianza nombradas por la institución (el conseller de Economía Lluís Prunés y dos militares asesores). En aquel contexto bélico, aquel comité asumiría las funciones de defensa y de orden público.
Precisamente este fue el gran error político del presidente Companys. Acto seguido a la creación del Comité, elementos armados de la CNT y de la FAI —totalmente incontrolados— se entregaron al pillaje y a la persecución de personas de ideología conservadora o de condición religiosa. En algunos lugares del país, estos elementos incontrolados, usurparon las funciones de los cuerpos de seguridad de la Generalitat (Mossos d'Esquadra) y de la República (Guardia de Asalto y Guardia Civil).
Dos meses después (27 de septiembre de 1936), el presidente Companys, alarmado por la ola de delitos cometidos por aquellos elementos incontrolados (robos, agresiones, violaciones, detenciones ilegales, secuestros y asesinatos), disolvió al Comité. Al mismo tiempo ordenó encuadrar la totalidad de sus efectivos militarizados (tanto los leales a sus organizaciones como los elementos incontrolados), en las filas el Ejército Regular de la República (denominado también Ejército Popular de la República).
Aquella brutal ola de delitos provocaría una crisis de confianza de una parte de la sociedad catalana hacia el gobierno de la Generalitat, que tendría consecuencias gravísimas. Se ha probado que aquellos elementos incontrolados eran, en su mayoría, delincuentes comunes excarcelados en el asalto a la Prisión Modelo —liderado por el dirigente anarquista Durruti— durante los combates urbanos del 19 de julio, y que se habían mezclado con los milicianos que, legítimamente, estaban comprometidos con su causa.