Tal día como hoy del año 1522, hace 500 años, en el contexto de la Revolución de las Germanías valencianas (1519-1522), las tropas de la monarquía hispánica, comandadas por el virrey Diego Hurtado de Mendoza, entraban en València y capturaban al líder revolucionario Vicent Peris. Aunque la lucha de los hermanados se mantuvo hasta el final de aquel año, después de la caída de la ciudad, sólo quedaron en poder de los revolucionarios las ciudades de Burjassot, Gandia, Xàtiva y Alzira, que serían progresivamente sometidas por el poder hispánico, representado por Carlos de Gante (nieto y heredero de los Reyes Católicos) entre mayo y diciembre de 1522.

Las Germanías valencianas eran un movimiento revolucionario formado por las clases mercantiles y menestrales urbanas y el pequeño campesinado propietario rural, que perseguía alcanzar una cuota de poder político equivalente a su peso demográfico y a su fuerza económica, desplazando a la aristocracia nobiliaria y a las jerarquías eclesiásticas, que, en las instituciones valencianas, tenían la misma representatividad que la "mano menor" (las clases plebeyas). En el transcurso de la revolución (1519-1522), aquel movimiento evolucionó hacia la propuesta de creación de una República valenciana, inspirada en los estados independientes de la península italiana, gobernados por sus clases mercantiles.

Joan Fuster (1922-1992), figura de la intelectualidad valenciana del siglo XX, diría que la derrota de las Germanías valencianas condicionó la historia moderna y contemporánea del País Valencià. Afirmaba que, mientras que la Revolución Remensa triunfó en Catalunya (y abrió el país a una cadena de acontecimientos: reforma agraria-excedentes de producción-acumulación de capitales-revolución industrial); la derrota de las Germanías dejaría a las emprendedoras clases productivas totalmente sometidas a unas clases pasivas que, a partir de este hecho, siempre buscarían la sombra del poder central español con el único propósito de conservar su estatus de dominación.