Tal día como hoy del año 1934, hace 86 años, llegaban al puerto de Barcelona ―procedentes de Cartagena― los destructores militares Churruca y Alcalá Galiano, con una dotación conjunta de 320 marineros que serían utilizados para suplantar a los trabajadores en huelga del sector eléctrico en Barcelona. Los seguirían los destructores Lepanto, Almirante Valdés y el barco de transporte militar Almirante Lobo, que sumaban un transporte de más de 1.000 militares, que desembarcarían al día siguiente con el mismo propósito.

Según la prensa de la época (La Vanguardia, edición del 18/03/1934), “recalaron en el puerto, procedentes de Cartagena, los destructores «Churruca» y «Alcalá Galiano» (...). A bordo de dichos buques han venido equipos completos de personal electrotécnico de aquella base naval, que ha sido destinado en las fábricas de electricidad para suplir al personal obrero en huelga. (...) y para hoy se anuncia la llegada del buque-transporte de guerra «Almirante Lobo»”.

Aquella maniobra se producía en un contexto de fuerte conflictividad social que se había iniciado después de las elecciones generales de noviembre de 1933. El nuevo gobierno de la República, formado por una coalición de partidos de derecha e involucionista (PRR, CEDA y Partido Agrario), habían aprobado leyes que limitaban o, directamente, dejaban sin efecto los avances sociales y laborales ganados desde la proclamación de la República (1931).

El envío de las tropas militares para suplantar a los trabajadores en huelga se hizo, también, en un contexto de profunda crisis política entre la Generalitat ―gobernada por ERC― y la coalición de partidos que dirigían el gobierno de la República ―que se habían presentado a las elecciones con programas políticos que proponían la liquidación de la autonomía catalana―. Aquel desembarque contenía un claro mensaje de fuerza, que se haría, especialmente, patente seis meses y pico más tarde con los Hechos del Seis de Octubre.