Tal día como hoy, hace 636 años, nació en Medina del Campo (Castilla) Fernando de Trastámara, el primer rey catalanoaragonés de esta dinastía castellana. Llegó al trono de Barcelona (1412) después de la muerte sin sucesión testamentaria del rey Martín I (1410) –el último de la dinastía creada por Wifredo el Velloso cinco siglos antes–. Fernando era el segundo hijo del rey de Castilla Juan I y su mujer, Leonor de Aragón, hermana pequeña de los reyes catalanoaragoneses Juan I y Martín I, que, a su vez, era la hija pequeña de los reyes Pedro III y Leonor de Sicilia, los monarcas de la plenitud catalanoaragonesa.

Su elección como rey sucesor estuvo rodeada por el hecho más polémico de la historia catalanoaragonesa de la centuria de 1400: el Compromiso de Caspe. En aquella conferencia se reunieron tres representantes por cada uno de los tres estados peninsulares de la confederación: el Principat de Catalunya y los reinos de Aragón y de València. Los estados insulares de las Balears, Sicilia y Cerdeña fueron marginados a propósito, y se argumentó que los electores del Principat actuaban en su representación. Se rompía –sorprendentemente– la aritmética que históricamente había presidido las relaciones y los equilibrios entre todos los estados de la confederación catalanoaragonesa.

En Caspe había siete candidatos. El más próximo al rey difunto era el príncipe Federico de Sicilia, un niño de ocho años que era hijo natural del príncipe Martín el Joven –el heredero de Martín I, que no había sobrevivido a su padre– y de Tarsia Rizzari –una noble siciliana–, pero los tres representantes aragoneses, dos valencianos y un catalán se inclinaron por Fernando. Pesó mucho la inmensa fortuna patrimonial que aportaba su mujer, Leonor de Alburquerque, llamada en Castilla la Ricahembra, que Fernando utilizó para intimidar amenazadoramente a los rivales, para sobornar a los indecisos y para obsequiar a los partidarios.