Hay una verdad incómoda dentro de la astrología: algunos signos del zodiaco tienen una tendencia natural a colocarse en el centro de todas las historias. Tanto si lo admiten como si no, disfrutan siendo el foco de las miradas, a menudo con aquella mezcla de orgullo e inconsciencia que los hace irresistiblemente polémicos. No es que sean personas malas, al contrario: la mayoría tiene un magnetismo innegable. Pero si hablamos de ego, de ponerse ellos mismos por delante de todo, hay unos cuantos signos que se llevan la palma.

El egocentrismo, al fin y al cabo, es una pieza más de la personalidad. Algunos signos lo llevan tatuado en la piel, otros lo disimulan mejor. Pero hay que recordar una cosa: detrás de cada ego inflado hay una necesidad básica de sentirse amado, reconocido y seguro. Quizás la clave no es juzgar estos signos, sino aprender a convivir con ellos, marcar límites cuando sea necesario y, sobre todo, recordarles que el mundo no gira siempre a su alrededor. Aunque ellos, pobrecitos, lo vean de otra manera. ¿Cuáles son estos signos?

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Leo: la realeza del “yo, yo y más yo”

Empecemos por el más evidente. Leo no necesita mucha introducción: es el signo gobernado por el Sol, y eso ya lo dice todo. Los nacidos bajo este signo tienen un aura real, y a menudo se ven como los protagonistas de su propia película. Quieren lucir, y no solo eso: quieren que los otros lo reconozcan.

Cuando un Leo entra en una sala, es como si se encendieran los focos. No hace falta que haga mucho, su energía atrae la atención por sí sola. Pero el problema llega cuando este deseo de admiración se transforma en una necesidad constante. Quieren aplausos, reconocimiento y, si puede ser, un público que los escuche como si fueran oráculos.

Por otro lado, hay que decirlo: detrás de este ego a menudo hay un corazón enorme. Leo no es egocéntrico por maldad, sino porque cree de verdad que tiene mucho que ofrecer. El problema es que, mientras se mira al espejo, a veces olvida que los otros también quieren su espacio.

Aries: el “ahora voy yo” personificado

El siguiente en la lista es Aries. Este signo de fuego tiene una energía arrasadora y una prisa vital que, en muchos casos, lo hace parecer egoísta. No es que se crea mejor que el resto, sino que, sencillamente, no tiene paciencia para esperar. Cuando Aries quiere alguna cosa, se va directo y no siempre piensa en quién queda atrás.

Su egocentrismo es más impulsivo que calculado. A veces ni siquiera se da cuenta: simplemente actúa, dice lo que le pasa por la cabeza y ocupa el espacio sin pedir permiso. Los otros pueden sentirse ignorados, pero para Aries es natural: él es el motor, y el resto ya se espabilará para seguirlo.

Eso sí, tiene un punto positivo: su autenticidad. Un Aries no finge ser humilde cuando no lo siente, ni busca disfrazar su ego detrás de una falsa modestia. Con ellos, al menos, sabes a qué juegas.

Tauro: el “yo primero” camuflado

Quizás sorprende encontrar a Tauro en esta lista, pero su egocentrismo existe, aunque no sea tan escandaloso como el de Leo o Aries. Tauro es posesivo, protector de su territorio y de sus placeres. Cuando quiere alguna cosa (ya sea un espacio, un objeto o incluso una persona) cuesta mucho que piense en compartirlo.

Su ego se manifiesta en esta obsesión por el confort propio. Quizás no busca ser admirado, pero quiere que las cosas giren alrededor de lo que él considera correcto, cómodo o agradable. Y si eso significa imponer su ritmo o sus preferencias, no tendrá ningún problema en hacerlo.

A diferencia de otros signos, sin embargo, Tauro no necesita público. Su egocentrismo es más íntimo: un “primero yo y después ya veremos”. Puede parecer menos llamativo, pero en el día a día puede resultar igual de absorbente.

Escorpio: el centro de su universo

Escorpio es otro caso delicado. No siempre lo verás presumir o reclamar aplausos, pero vive tan intensamente su propia experiencia que a menudo se convierte en el centro de su mundo… y espera que los otros orbiten a su alrededor.

Cuando sufre, nadie sufre como él; cuando ama, nadie ama como él. Escorpio tiene esta manera absoluta de vivirlo todo, y eso lo lleva a pensar que su visión es más profunda, más auténtica, más real que la de los otros. Estas convicciones pueden acabar traduciéndose en un ego sutil, pero muy potente.

Además, su carácter magnético hace que muchos se queden atrapados sin darse cuenta. El drama de un Escorpio puede llegar a eclipsar cualquier otra cosa.

Géminis: el “habladme, escuchadme, miradme”

Y finalmente, no podemos olvidar a Géminis. Este signo de aire es social, encantador y charlatán… pero también puede resultar egocéntrico. ¿Por qué? Porque necesita constantemente que los otros le hagan de espejo.

Los Géminis quieren explicarse, compartir opiniones, probar mil historias diferentes. El problema es que, en este trajín de palabras, a menudo olvidan escuchar de verdad. Se colocan en el centro de la conversación sin darse cuenta, y cuando la gente intenta aportar alguna cosa, ya han cambiado de tema.

Su ego es más ligero, más juguetón, pero no por eso deja de ser ego. Quieren ser vistos y escuchados, aunque no siempre sepan qué hacer con esta atención.