Las imágenes aéreas captadas con dron después del paso de la dana Alice por el Montsià muestran con una claridad aterradora la magnitud de los desperfectos que han dejado las últimas lluvias torrenciales en las Terres de l’Ebre. Tramos enteros de carretera levantados y desplazados, socavones abiertos en medio de los viales, puentes con las estructuras dañadas y montañas de basura acumuladas son ahora parte del paisaje que rodea el curso final del río Ebre. La zona más afectada es el entorno del barranco de la Galera, donde la fuerza desbordante del agua ha desdibujado literalmente la red viaria que conecta Amposta y Tortosa. Uno de los puntos más golpeados es la carretera TV-3443, conocida como la de la Carrova, una vía local paralela al canal de la Dreta de l'Ebre y de titularidad de la Diputació de Tarragona. Varios tramos del asfalto, arrancados de raíz, reposan ahora sobre bancales cultivados del margen derecho del río, después de que la riada, especialmente violenta en el tramo del barranco de la Galera, rompiera el pavimento y lo desplazara decenas de metros como si fuera un rompecabezas desmontado. Los daños son tan graves que la carretera ha quedado completamente inoperativa, a pesar de ser una vía de servicio esencial que da acceso a un matadero industrial de aves y a numerosas fincas agrícolas de hortalizas, cítricos y olivos.
Al otro lado del canal, la C-12 —una de las principales vías de comunicación del territorio— también ha sufrido las consecuencias del temporal. En varios tramos, la fuerza del agua arrastró vallas, señales y grandes cantidades de basura que ahora se acumulan en el arcén, impidiendo el paso. Delante de la torre de la Carrova, una patrulla de los Mossos d’Esquadra informa a los conductores de que la carretera continúa cortada y que no hay paso posible. Máquinas retroexcavadoras, camiones y operarios de la Generalitat trabajan a contrarreloj para retirar los sedimentos y reabrir el tráfico lo antes posible. Aunque el pavimento principal parece haber resistido en buena parte, los elementos de seguridad lateral han desaparecido en muchos puntos y algunas de las piezas de piedra del puente han quedado levantadas, evidenciando la potencia de la corriente. Los daños son mucho más graves en la carretera local, donde los destrozos han dejado tramos enteros deformados y desplazados en bloque. Los fragmentos de asfalto son ahora visibles entre huertos y campos de cultivo, junto con vallas de protección arrancadas y restos vegetales acumulados.

El punto crítico sigue siendo el viaducto del canal de la Dreta de l'Ebre, una infraestructura del siglo XIX que atraviesa el tramo final del barranco justo antes de su desembocadura en el río. Los ojos del puente, de capacidad muy limitada, se atascan con facilidad cuando el agua arrastra basura y sedimentos, creando una auténtica presa que desborda el canal e inunda las carreteras contiguas. Tanto el Govern como la Comunitat de Regants de la Dreta han expresado en varias ocasiones su voluntad de estudiar soluciones duraderas, pero hasta ahora no se ha concretado ninguna actuación efectiva para evitar nuevos episodios como este.
Más al norte del Montsià, en el término de Mas de Barberans, el temporal también ha dejado una huella profunda. Las lluvias torrenciales, que superaron los 300 litros por metro cuadrado, han vuelto a destrozar buena parte de la red de caminos agrícolas que se habían reparado recientemente con las ayudas de la dana de 2023. En el barranco del Llop, conocido también como el del Canyaret, la riada se ha llevado estructuras de hormigón y grandes piedras, dejando incomunicadas varias fincas justo al inicio de la cosecha de la oliva. Según ha explicado la alcaldesa Daniela Lleixà, las lluvias del domingo fueron “un disparate”, con dos picos en los que se acumularon más de 40 litros por metro cuadrado en media hora. Una veintena de vecinos quedaron atrapados entre dos barrancos y tuvieron que ser auxiliados por tres jóvenes del pueblo.