Tal día como hoy del año 1309, hace 716 años, una flota de las galeras de Catalunya —comandada por el almirante Jaspert de Castellnou— tomaba al asalto la fortaleza de Gibraltar y expulsaba a su población musulmana. Poco antes, la misma flota catalana había tomado al asalto Ceuta. Fruto de los pactos suscritos con anterioridad al inicio de la guerra (1294), Castellnou entregó el dominio de Gibraltar al general castellanoleonés Alonso Pérez de Guzmán, y Ceuta a un caudillo árabe que se había declarado vasallo de la monarquía castellanoleonesa. No obstante, en 1333, los benimerines (los antiguos marroquíes) recuperaron el dominio de la plaza.

El objetivo de los catalanes era abrir el estrecho de Gibraltar a la navegación de las naves mercantes catalanas. El estrecho había estado cerrado al tráfico naval de las potencias cristianas europeas durante seis siglos, desde que en el año 711 se había iniciado la ocupación árabe de la península Ibérica. Pero a finales del siglo XIII, el comercio entre el cuadrante nordoriental atlántico (Liga Hanseática, Inglaterra, Flandes) y las potencias comerciales mediterráneas se había intensificado, y los grandes comerciantes de Barcelona, Génova, Venecia, Marsella, Florencia, Palma o València, para abaratar costes, ambicionaron cubrir por mar un trayecto que hasta entonces se hacía por tierra.

Las fuentes revelan que, a finales del siglo XIII, algunas naves procedentes de Barcelona y de Palma habían cruzado el estrecho desafiando grandes peligros (además de la presencia de la armada benimerina, estaba infestado de piratería musulmana). Pero el incremento de negocio con el norte de Europa y la ambición de llegar a las fuentes de abastecimiento de oro, esclavos y especias, en el golfo de Guinea, puso el foco de las clases mercantiles mediterráneas en el estrecho de Gibraltar, y la cancillería de Barcelona activó sus recursos militares para favorecer la iniciativa de negocio de quienes, en aquel momento, eran los mejores aliados del estamento real.