Carlos Pérez, reconocido como el mejor mecánico de España en los recientes premios “MVP del Taller”, ha compartido un diagnóstico directo sobre la fiabilidad de las principales marcas automovilísticas. Desde su taller, con años de experiencia acumulada en todo tipo de reparaciones, asegura que existen fabricantes cuya presencia en el taller es constante, mientras que otros apenas generan incidencias incluso tras muchos kilómetros recorridos.

“Las mejores marcas son asiáticas, sobre todo japonesas. Honda, Mazda, Toyota… Estos coches son muy fiables, están bien fabricados y aguantan muchos kilómetros sin dar problemas”, afirma Pérez, quien también señala a Kia y Hyundai como ejemplos de constancia en calidad: “Son coreanas y desde siempre son una garantía de calidad”.

Lo destacable en este caso es que su valoración no parte de estadísticas abstractas, sino del día a día entre elevadores, herramientas y diagnósticos electrónicos. En su opinión, la clave del éxito de estas marcas reside en una combinación de diseño funcional, montaje preciso y materiales resistentes al desgaste.

 

Por el contrario, hay fabricantes cuya trayectoria en los talleres presenta un perfil mucho más problemático. Cuando se le pregunta por las marcas que más averías generan, Pérez es tajante: “Land Rover y Jaguar. Tienen muy mala fama… y merecida”. En su experiencia, estos vehículos acumulan fallos de todo tipo, desde averías electrónicas complejas hasta problemas de motor recurrentes, todo ello agravado por una calidad de fabricación que califica como “cuestionable”.

Las claves detrás de la fiabilidad (o la falta de ella)

Según Carlos Pérez, el comportamiento de un coche en el taller responde casi siempre a decisiones tomadas en la fase de diseño y producción. Marcas como Honda o Toyota “prestan atención a cada detalle, desde el cableado hasta la protección de componentes”. Esto no solo previene averías, sino que facilita el mantenimiento periódico, otro factor que prolonga la vida útil del vehículo.

En el caso de los fabricantes más problemáticos, el panorama es muy distinto. “A veces, con solo ver cómo está montado un coche, ya sabes que volverá al taller”, resume. Pérez destaca defectos en la disposición de elementos mecánicos, materiales que se degradan antes de lo previsto o ensamblajes que comprometen el rendimiento a medio plazo.

Por otro lado, la experiencia práctica refuerza una idea que no es ningún secreto: una buena ingeniería y un proceso de montaje riguroso marcan la diferencia entre un coche fiable y otro que genera constantes incidencias. Y esa diferencia, para quienes trabajan en el taller, es evidente desde el primer vistazo.