Catalunya y buena parte de la Península se preparan para un vuelco meteorológico que pondrá fin al verano de golpe. En menos de 48 horas, el calor sofocante dará paso a un ambiente otoñal, con tormentas violentas, aguaceros torrenciales y un desplome notable de las temperaturas. La retirada del anticiclón y la llegada de una vaguada asociada al chorro polar traerán consigo aire frío en altura, el ingrediente perfecto para una situación de inestabilidad extrema.

El tiempo en Catalunya este fin de semana: tormentas, lluvias y desplome de temperaturas

El viernes aún se parecerá al jueves: cielos despejados, sol abundante y algunas nieblas pasajeras en el interior. Sin embargo, el sábado empezarán a llegar bandas de nubes, con los primeros chubascos en el Pirineo occidental —especialmente en la Alta Ribagorça y la Vall d’Aran—.

El gran vuelco llegará el domingo. La irrupción de aire frío en altura se encontrará con el calor acumulado en superficie y en el Mediterráneo, una combinación explosiva que puede dar lugar a tormentas intensas, granizadas y lluvias torrenciales. El riesgo de inundaciones locales y crecidas repentinas de ríos y rieras será elevado.

Qué es el chorro polar y cómo afecta al tiempo en España y Catalunya

Detrás de este cambio está el chorro polar, una corriente de vientos fortísimos que circula a gran altitud —entre 9 y 12 kilómetros sobre la superficie terrestre— y que puede alcanzar los 250 km/h o más. Lejos de viajar en línea recta, serpentea como un río de aire, generando ondulaciones que marcan la trayectoria de borrascas y sistemas frontales.

Su papel es determinante: puede bloquear anticiclones, guiar tormentas y modificar de forma radical la meteorología de latitudes medias como la península Ibérica. También es uno de los elementos que los meteorólogos analizan para entender mejor los efectos del cambio climático.

El chorro polar y los vuelos comerciales: por qué influye en la aviación

El chorro polar no solo influye en el tiempo: también tiene un impacto directo en la aviación, ya que comparte altura con los vuelos comerciales. Cuando un avión vuela a favor de este viento, puede ganar hasta 300 km/h de velocidad extra, reduciendo tiempos de trayecto. En sentido contrario, en cambio, las turbulencias aumentan y el consumo de combustible se dispara.